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Carlos Revilla M.
crevilla@cambiopolitico.com
De los hechos interesantes que sucedieron en los años 40 y que precedieron a la Revolución del 48 está la relación entre la Iglesia Católica y el Partido Vanguardia Popular. Interesante, pues es un hecho fuera de lo común, que incluso se le conoció como la «alianza inverosímil» y obedeció entre otras cosas al impulso personal que le dio Monseñor Sanabria a esta relación. Todo esto hay que verlo en el contexto de ese momento tan especial en la historia de nuestro país.
El Partido Comunista de Costa Rica fue fundado en el 6 de junio de 1931 y se llamaba «Bloque de Obreros y Campesinos». El 19 de noviembre de 1932, el Partido logró movilizar a cerca de 600 personas, que asistieron a una manifestación efectuada en uno de los parques de San José, y una de las oradoras en dicha protesta fue María Isabel Carvajal a quien la historia reconocería como la escritora Carmen Lyra. Varias huelgas conducidas por los comunistas sacuden al país en 1934; la de los zapateros en enero, la de los trabajadores azucareros en Turrialba en mayo y octubre, y la más importante de todas, cuyo epicentro fue la vertiente del Caribe, la bananera de agosto y septiembre. Surgen del seno del Partido Comunista a la vida pública e intelectual del país personalidades significativas, como Luisa Gonzáles y Adela Ferreto.
Con la disolución por Stalin de la III Internacional en la Unión Soviética, se autorizó a todos los Partidos Comunistas a variar el nombre si lo deseaban y a unirse a la causa de «Los Aliados» (todavía se peleaba la II Guerra Mundial) por medio de alianzas. Es así como sorpresivamente, el 13 de junio de 1943, en una Conferencia Nacional del Partido Comunista se acuerda[1] oficialmente su disolución y cambia el nombre a «Vanguardia Popular».
El secretario general del «nuevo» partido —que era el mismo del anterior Partido Comunista—, dirige al país un manifiesto, en el que se explican las razones de los acuerdos que llevaron al acuerdo para el cambio de nombre; el Manifiesto es el siguiente:
Costarricenses:
La Conferencia Nacional del Partido Comunista de Costa Rica, después de un amplio estudio de la situación nacional e internacional, ha declarado disuelto el Partido Comunista. Al mismo tiempo, ha resuelto fundar el PARTIDO VANGUARDIA POPULAR, que continuará siendo la vanguardia políticamente organizada de la clase trabajadora y la vanguardia de todo el pueblo en su lucha por una vida mejor.
Nunca fue el Partido Comunista instrumento de fuerzas ajenas a nuestra realidad aunque sus enemigos se empeñaran en afirmar lo contrario.
Nunca sustentó el Partido Comunista postulados ajenos a la realidad nacional. Allí están sus programas y sus actuaciones corroborándolo.
La disolución de la Tercera Internacional debería haber disipado muchos temores absurdos en relación con el Partido Comunista. Pero, no ha sido así. Las calumnias del pasado siguen, como la sombra al cuerpo, el viejo nombre de nuestro movimiento. Y esto, claro está, nos incapacita para realizar plenamente nuestros fines de mejoramiento económico del pueblo, de consolidación y ampliación de nuestro sistema democrático, y de colaboración con las fuerzas que luchan dentro y fuera del país, contra las fuerzas del Eje totalitario.
A pesar de que hemos demostrado con hechos, que se nos ha calumniado cada vez que se nos ha presentado como enemigos y perseguidores de la Religión Católica; o como enemigos jurados de la institución de la familia; o como partidarios del crimen como método de lucha social; o como enemigos de la pequeña propiedad que es producto del trabajo y no del robo, hay fuerzas que siguen empeñadas en desorientar al pueblo haciéndole creer lo contrario. Por eso, creemos que la disolución del Partido Comunista y la creación de un nuevo Partido puede contribuir a darle a nuestro movimiento la fisonomía que realmente le corresponde.
Declaramos: que El PARTIDO VANGUARDIA POPULAR es un Partido auténticamente costarricense; que su programa es el que se publica junto con este manifiesto; que respeta profundamente los sentimientos religiosos del pueblo; y que su único propósito es acabar con la miseria y con la ignorancia en Costa Rica.
Por la Conferencia Nacional,
Manuel Mora V., Secretario General
(Trabajo, 19 de junio de 1943)
Se dijo que era un nuevo partido, pero en realidad el cambio fue solo cosmético, seguía siendo lo mismo. Con esto lograron —por lo menos externamente— dar una imagen de «renovación» y apertura. Entonces tuvieron la posibilidad de buscar alianzas o entendimientos con otros sectores del país. Dentro de estos entendimientos está el que hicieron con grupos de la Iglesia Católica aglutinados alrededor de la figura de Monseñor Sanabria (a estos se les unen también, los sectores políticos liderados por el presidente Calderón Guardia).
El 14 de junio de 1943; Manuel Mora Valverde jefe del Partido Comunista Costarricense le escribió una carta[2] a Monseñor Víctor Sanabria M. Arzobispo de San José donde en lo importante le pregunta «¿Cree usted -señor Arzobispo- que exista algún obstáculo para que los ciudadanos católicos colaboren o concierten alianzas con el Partido Vanguardia Popular? Muy respetuosamente me permito formularle esa pregunta en mi carácter de Jefe del nuevo Partido a usted en su carácter de Jefe de la Iglesia Católica Costarricense.»
El mismo día, Monseñor Sanabria contestó con una carta[3] muy extensa donde daba su plena autorización a los católicos que quisieran ingresar al Partido Vanguardia Popular. Dada la rapidez con que se intercambiaron las cartas, se habló mucho acerca que ya el asunto estaba conversado entre Monseñor y Manuel Mora.
También Monseñor Sanabria dio unas declaraciones[4] al periódico La Tribuna del 20 de junio de 1943 sobre este asunto, donde explica las razones para no oponerse a que los católicos participen el «nuevo» partido Vanguardia Popular.
Por supuesto, la oposición no se quedó callada y sobre el particular, el grupo Acción Demócrata -del Partido Demócrata de León Cortés- dijo en un editorial en su semanario:
Es realmente un misterio de la morfología social costarricense la amalgama en un solo partido político de los católicos y los comunistas. La Iglesia Católica persigue el establecimiento del reino de Dios en esta tierra. Por su parte el marxismo sostiene que las condiciones de la vida económica son las que engendran las instituciones humanas. Monseñor Sanabria ha apoyado incondicionalmente la gestión social cristiana del Dr. Rafel Angel Calderón Guardia cuyo resultado en lo espiritual ha sido: fraudes, odio entre hermanos, violencia, despojo inicuo y sangriento de los derechos electorales de la mayoría del pueblo costarricense… Ayer no más las brigadas de choque vanguardistas que Monseñor Sanabria bendijo paternalmente, profanaban el templo de La Soledad… La voz del Prelado no se hizo oír en defensa de la casa de Dios…”
Para finalizar, también estaba la posición del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales (socialdemócratas) que en el plano ideológico combatía al Partido Comunista. Transcribimos los siguientes párrafos del editorial de la Revista Surco número 37 de Julio de 1943 que al respecto del cambio de nombre y el entendimiento con la Iglesia dice:
13 de junio de 1943. Cesa de existir el Partido Comunista de Costa Rica, y en su lugar se levanta el Partido Vanguardia Popular. Así transfigurado, el nuevo partido procede a organizarse. La comedia, no obstante, se resiente por falta de aparejo: no hay dimisiones, aunque sean formales, ni unos días de intervalo entre el fénix y sus cenizas. El buró político en masa alza el vuelo, y, un instante después, el buró político en masa toma tierra en el nuevo campo. Nada más. Pero de manera automática, dialéctica tal vez, desempolvando la pelota que antaño rodó del radicalismo al frente-populismo, del rooseveltianismo al anti-imperialismo y de éste a aquél, a través de la trayectoria constelada de rectificaciones del partido, la doctrina comunista, cimentada a través de 12 años, se esfuma de la conciencia de los ideólogos dirigentes y de la dócil masa popular, y rueda hacia lo «progresista» y lo «auténticamente costarricense» bajo el asombro de los más y el aplauso de alguno que otro caballero insomne.
Ante la visión clara de las circunstancias, y ese profundo aproximarse a la realidad nacional, se acabó la lucha de clases y el materialismo, y entonces fué la hora de recibir la bendición arzobispal. Ahora respetan el «opio del pueblo».
Notas:
1- Ver el Sitio Web «El Espiritú del 48″.
2- Ibid
3- Ibid
4- Ibid