Café de las 7
Welmer Ramos González
El mundo viene para atrás. Conceptos orientadores como desarrollo (bienestar para todos), libertad y paz, no son cualidades sociales que se conquistan una vez para siempre; son variables que aumentan de valor o se deprecian a través de la historia. Hay que invertir en ellas o las desaparece la entropía.Nosotros crecimos y vivimos en un bloque del mundo político que tenía por norte esos valores: bienestar general, democracia y paz. Hay otros, pero esos los principales.
Otros bloques de la humanidad se quedaban atrapados en sistema de castas, inmutabilidad social, sumisión, violencia, tiranía en el poder político.
Nuestra cohorte etárea occidental creía que el rumbo de la sociedad era irremediablemente hacia los “valores occidentales”, hacia la “humanización”, hacia la equidad. Eso lo teníamos como el destino de la senda por la que transitábamos.
¡Qué equivocados! La entropía del sistema está haciendo pedazos el corazón del ideal de desarrollo desde adentro y desde afuera.
Mil factores se hacen presentes para ellos: unos estructurales y otros coyunturales. Señalo sólo unos:
- La educación perdió el énfasis en humanidades como mecanismo de sensibilización social y se convirtió, principalmente, educación técnica, con graduados ignorantes de sus patrones de convivencia. Tal vez exagero o tal vez soy cauto en el terrible defecto educativo. La educación superior así diseñada, solo reproduce una perspectiva de clase. (Aún queda una porción pública con humanidades y con una presión brutal para acabar con ellas).
- La prominencia de la “economía” por encima de las otras disciplinas, basada en premisas vulgarmente erróneas: la avaricia, la codicia, el egoísmo, la mano invisible y la mercantilización del pensamiento de sus graduados.
- La financiarización chabacana de la política electoral.
Esas, entre muchas otras, son causas que destruyen el sistema social occidental y su norte. Las razones son más y muy complejas; sólo doy unas evidentes que aceleran su destrucción. Peor aún, recientemente surgen otros frentes que aceleran la crisis del modelo occidental.
La destrucción de la institucionalizada mundial es acelerada, la ONU cada vez es menos respetada, el radicalismo religioso hace atrocidades en sociedades enteras, los organismos multilaterales para el desarrollo se quedan cortísimos ante las demandas de las sociedades y el ambiente, etc.
En medio de esa crisis surgen anti líderes que aceleran la entropía.
Por antagonismo “occidente” ha ejercido presión al mundo dominado por regímenes totalitarios y radicales, a través del ejemplo y de las relaciones internacionales: comercio, organismos internacionales, con suscripción de acuerdos sobre principios mínimos de convivencia social, etc. El modelo de sociedad de occidente pierde los objetivos, se desintegra, se autodestruye guiado por “líderes” e ideales malsanos.
La “otra parte del mundo” ahora trata de agruparse y han formado un bloque llamado BRICS que agrupa a un puñado de países con regímenes diversos, que tampoco alcanza a generar esperanzas de un mundo de bienestar compartido; induce a preguntarse:
¿Qué modelo representan o proponen los BRICS? ¿Un bloque comercial alternativo únicamente? ¿Un bloque de influencia político, militar? ¿Cuáles son los valores que determinarán su norte?…
No parece el grupo BRICS dar respuesta alguna a esas interrogantes; las contradicciones internas son enormes.
¿Cómo zanjarán diferencias de los radicalismos religiosos y de los intereses personalísimos de sus “líderes”? Sinceramente, no parecen tener un norte más allá de un bloque mercantil.
Por otro lado, Estados Unidos, Europa, Japón y Corea de Sur, y otros, (le hemos llamado Occidente), de pronto se muestra en un conflicto interno gravísimo por el ego exacerbado del “líder” político de la potencia mayor que ahora amenaza con prepotencia mayúscula a sus socios naturales, con:
- impuestos al comercio a Europa entera,
- despojar del canal a Panamá,
- castigar a México y Canadá por los migrantes,
- llama cuna de delincuentes a América Latina.
- hace horribles desplantes supremacistas, etc.
Con ello genera la pólvora interna necesaria para que Occidente implosione. No hay una frase del líder de Occidente que genere esperanza de querer avanzar juntos, sino al contrario: egoísmo, avaricia, descalificación y fanfarronería fatua.
Así el mundo del modelo occidental hoy se percibe en franca disolución.
Del ideal de sociedad que percibía en la niñez y la adolescencia, que avanzábamos hacia el bienestar general, al final del ciclo vital de mi cohorte, lo que parecía tender a la armonía del sistema social, se revuelve en el caos.
Lo que se alcanza a ver es que la humanidad camina a tropezones y con “noches sociales” que la ponen a divagar a la deriva sin conciencia.
– Economista