La bondad la compasión social… y la noche de Navidad, por extraño que parezca es su mejor escenario…
Caryl Alonso Jiménez
Seguramente por ello dicen que un acto de bondad a tiempo, un reconocimiento oportuno, un apretón de manos, apoyar a un niño, detener el vehículo para dar paso, compartir un pan y hasta un abrazo, tienen la misma potencia emocional de triunfo, parecido a la llegada de la cima del Everest. Pero ¿alguna vez ha sentido ser persona buena por un acto de bondad…?
Aunque parecieran postres emocionales elevados a las alturas hiperbólicas que pueden parecer exageraciones… Pero, no lo son, ¿Qué se siente cuando la bondad alcanza aquellas cuerdas internas capaces de provocar íntimas sensibilidades y donde no hay explicación para el brote de una lágrima inesperada…?
-Nada más hermoso que una lagrima surgida al amparo de una emoción o un acto de bondad, me expresó un Conde una noche a principios de este siglo en la ciudad de Gerberoy, conocida como la ciudad de las rosas, en León, Francia.
Era un hombre de la nobleza francesa a quien conocí a principios de este siglo. Su humildad, a pesar de su linaje no necesitaba apariencias ni autoridades temporales… Era conocido como el Padre del ordenamiento territorial francés, fue capaz de traducir en teorías aplicadas en la segunda mitad del siglo XX, el camino a descentralización y la modernización territorial de Francia. Hoy día todos los geómetras franceses le rinden reconocimiento…
Este elevado hombre acudió a uno de las virtudes más extraordinarias de todos los tiempos: la bondad. Ese acto sublime que alcanza expresiones cuando sabemos que hemos sido buenos por nuestros actos. A veces, solo por brindar un saludo y una mano amiga en el momento oportuno.
Es esa actitud que construye las bases de sociedades donde el sentido del bienestar no es un rompimiento por la riqueza y tampoco el despojo del control riguroso de las reservas acumuladas…. No. Es el sentido humano de verse en el otro sin prejuicio…
Al parecer es el cortisol, esa hormona que provoca las reacciones más intensas capaces de alcanzar la cima del estrés, poniendo la regulación cognitiva y emocional, como dice la Dra. Estapé. Que al parecer nos hace por unos segundos los monarcas de nuestras decisiones… aunque algunos por sus amarguras escondidas no vean ese paraíso.
Aunque la dureza emocional cargada de amarguras parecieran las antítesis de un momento esencialmente emotivo, que el mercado convirtió en los excesos del placer por el tener…. Cuando el placer era otra cosa, más íntima como lo dijo Freud, pero el mercado logro reconvertirlo…y hoy somos presas del tener….
Durkheim (1858-1917), dijo alguna vez que la bondad no solamente debía entenderse como virtud individual, sino más bien como una expectativa colectiva. ¿Cuándo dejó de ser una esperanza social? Al parecer fue por el poder y control social…
Es verdad y tal como afirma Erving Goffman, ser bueno puede ser una performance social (acto público para comunicar un contexto social de reflexión o cambio), algo así como producir mensajes colectivos que pueden ser entendidos como actos de bondad, el marketing publicitario navideño tiende a representar imágenes en favor social…
La Navidad por esa curiosa evolución del mercado escenifica la bondad a través del regalo entregado públicamente, lo que en palabras de Goffman, contemporáneamente se vuelve un acto irónico y teatral. Seguramente Slavoj Zizek, resulta ser quien mejor retrató la bondad contemporánea, al compararla con el alivio de la culpa.
Es verdad, el mundo seguirá… con sus cuadraturas en la redondez irracional de las decisiones globales. Seguirá imperfecto y la distancia de las utopías será cada vez mayor, lejos van quedando Platón y su República; Tomas Moro y su Utopía; Charles Fourier y sus Falansterios; François Marie Arouet y su Cándido y el optimismo; más lejos todavía La ciudad del Sol, de Campanella y La nueva Atlántida, de Bacon…
Esta noche de Navidad pareciera que nos absolveremos de toda culpa y nos haremos bueno por un momento…. Los políticos, los empresarios, las autoridades y todo aquel que ejerce un poder por encima de los mortales…. Pero, ¿Cuánto durará…? Posiblemente la eternidad de un campanazo a la media noche…
Será allí, donde por unos minutos la empatía y el altruismo sea genuino… por eso valdría que todos pensáramos en una navidad más de actitud que de tiempo, para activar la bondad sobre esa dureza contra la migración, el hambre de los niños, los costos de la medicina, el futuro de la niñez y la juventud, la justicia y los temores mundiales.
En esa pretensión de la bondad que alcanza su mayor cúspide y se acerca a la metáfora divina de un niño en un pesebre; y que por razones extrañas se concreta en esa extraordinaria vocación de la calidez humana, el abrazo… donde las sensaciones corporales tienden generar un extraño éxtasis de necesidad de sentir amor. ¿Quiere comprobarlo…? Brinde esta noche un abrazo y manténgalo treinta segundos… y sentirá que nubla la vista una gota húmeda recorrerá su mejilla…y sentirá en toda su plenitud el sentimiento de ser bueno.
Es allí justamente donde el imperativo de la bondad deja de ser un simple acto y pasa a ser una paradoja moral: sentirnos socialmente parte de un proyecto mayor, conectar moralmente con lo bueno, crear ese dispositivo emocional para actuar correctamente y sobre todo, alcanzar la compensación emocional de la culpa.
¿Por qué el abrazo en momentos de mayor calidez humana…? Porque esa es combustión del sentimiento de ser bueno, que solo encuentra su síntesis en la calidez de la familia, el amigo y el forastero… Entonces, ¿Nos damos un abrazo…?
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