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Carlos Revilla Maroto
Aunque es parte del título, en realidad no voy a escribir de la novela “La fiesta del Chivo“ del escritor peruano y ahora también español Mario Vargas Llosa, publicada en el año 2000. Por si no la han leído, la historia del libro tiene lugar en República Dominicana y se centra en el asesinato del Rafael Leónidas Trujillo, el dictador sangriento y lascivo de República Dominicana, y los hechos posteriores. Y el tema me interesó dado que el pasado 25 de noviembre se conmemoró del “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, cuya fecha se escogió por el día del asesinato en 1960 de las hermanas Mirabal, a manos de sicarios enviados por Trujillo, y que fue el principio del fin de ese odiado dictador.Pero de todo lo anterior, entonces, ¿a qué viene a cuento Figueres?
Bueno, el dictador Trujillo —junto a otros de América Latina— de ese entonces se la tenían jurada a don Pepe, es decir, lo querían matar, y en serio. Entre esos dictadorzuelos, se encontraban también Somoza (viejo) y Pérez Jiménez de Venezuela. De hecho Trujillo envío unos sicarios en 1957, siendo Figueres presidente, para asesinarlo; de lo que escribiré más delante.
Pero primero pongamos las cosas en contexto, y para eso hay que conocer que fue la “internacional de las espadas”, así en minúsculas.
En las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, cuando una buena parte de América Latina, con la anuencia explícita del Pentágono gringo, se hallaba secuestrada por dictaduras militares, existía la susodicha internacional, que era una especie de fraternidad, sin declaratoria oficial, que ofrecía ayuda mutua al círculo de dictadores de turno para frenar los avances de los movimientos que intentaban reponer las democracias en sus respectivos países. Del selecto club formaron parte en algún momento Duvalier (Papa Doc) en Haití, Somoza García (Tacho) en Nicaragua, Pérez Jiménez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, Trujillo en República Dominicana, Stroessner en Paraguay, Fulgencio Batista en Cuba y Manuel Odría en Perú. ¡Vean que colección de cromos!
Para ejemplarizar lo anterior, hay una anécdota atribuida al presidente de de EE.UU. Dwight Eisenhower, que gobernó casi toda la década de los años 50 en ese país, cuando un subalterno, hablando del dictador Somoza García, dijo “es que ese es un hijue…” y Eisenhower respondió “es cierto, pero es nuestro hijue…”. La anécdota la he escuchado con otros presidentes como Nixon, y hasta con Kissinger que era solo Secretario de Estado; pero en fin, lo más probable es que haya sido con Eisenhower.
Esa internacional, se dio en respuesta a la “Legión del Caribe”, una alianza entre varios líderes y militantes democráticos latinoamericanos (Guatemala, México, Costa Rica, Venezuela) unidos con el fin de ponerle fin a las dictaduras en la región y democratizar los países.
Y Figueres, junto al venezolano Rómulo Betancourt, fueron de los más odiados adversarios de esos dictadores, porque habían erigido como doctrina internacional la negativa de mantener relaciones diplomáticas con gobiernos totalitarios, actuaran estos en nombre del comunismo, como el caso de Castro o “del orden, el progreso y el capital”, como el del matón dominicano y otros de la misma calaña.
Fue esta internacional la que se encargó a través de la mano Trujillo, de preparar los fallidos atentados contra Figueres y Betancourt, presidentes demócratas que les resultaban muy incómodos.
Este grupo intervino directamente en Costa Rica, ayudando a Calderón Guardia con soldados, armas y aviones, para la invasión al país de enero de 1955, conocida como la “Invasión del 55”.
No voy a detallar sobre el atentado contra Betancourt, pero si quieren leer al respecto, pueden hacerlo aquí.
El atentado o intento de magnicidio, como se dice ahora, contra Figueres por parte de Trujillo ocurrió en 1957, cuando don Pepe ejercía la presidencia de la República en su primer mandato constitucional.
El presidente José Figueres Ferrer, había sido uno de los más acérrimos críticos del dictador dominicano. Además, Figueres le había dado albergue y cierto apoyo a varios líderes exiliados dominicanos, entre ellos, al general Juan Rodríguez (que le había prestado las armas para la Revolución del 48), al militar Miguel Ángel Ramírez Alcántara (jefe del Estado mayor durante la guerra), Horacio Ornés Coiscou (comandante) y al propio Juan Bosch, gran amigo de don Pepe, que vivió en Costa Rica, y que llegó a ser presidente de República Dominicana, luego de la caída de Trujillo.
Con respecto al atentado, el 17 de mayo de 1957, las autoridades costarricenses detuvieron en San José a los sicarios cubanos Jesús González Cartas, alias El Extraño (hombre violento que después moriría acribillado en Miami), Herminio Díaz García (después sería guardaespaldas del gánster Santos Trafficante) y un tercer individuo apodado El Francesito. Este último podría ser Ernesto Puigvert Thron, de padres franceses. Era un individuo aventurero, agente político internacional de Trujillo quien anteriormente había sido oficial del ejército francés. Estaba casado con una dominicana y estaba internamente muy relacionado con el régimen.
Los tres eran agentes de Trujillo y fueron acusados de conspirar para matar al presidente Figueres. Por ser Costa Rica un país que se regía bajo una constitución democrática, al cabo de un tiempo, simplemente fueron deportados, y hasta ahí llegó la cosa, pero claro, esto por supuesto tensó más las pocas relaciones que había con República Dominicana.
A todos esos dictadores les llegó su hora, o como se dice popularmente “a todo chancho le llega su navidad”.
El tirano venezolano Pérez Jiménez cayó en 1958, y la principal radio clandestina del movimiento insurreccional funcionó en “La Lucha”; al igual que Radio Sandino, la que algunos años después montaron los sandinistas, y que terminaron con la dictadura de los Somoza (en este caso el hijo). Esto de Nicaragua fue todo un alegrón de burro, pues como ya sabemos ahora tienen otra dictadura, la de los Ortega-Murillo; pero esto ya es otra cuento.
Somoza García murió asesinado a balazos en 1956 a manos de Rigoberto López, en uno de los hechos más recordados de la historia de Nicaragua. Fue trasladado todavía vivo a un hospital de la zona del canal, pero una deficiente actuación médica terminó con la vida del dictador nicaragüense.
Trujillo fue asesinado en 1961. En el kilómetro 9 de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, el auto en el que viajaba Trujillo fue ametrallado en una emboscada. El vehículo recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales siete impactaron el cuerpo del dictador causándole la muerte. Su chófer, Zacarías de la Cruz, recibió varios impactos, pero no perdió la vida, aunque fue dado por muerto por los ajusticiadores.
Fulgencio Batista, dictador de Cuba, fue depuesto en 1959 por la revolución cubana, y huyo a España donde vivió bajo la protección de Franco, otro dictador como todos recordarán.
Lo anterior, solo para mencionar el final de cuatro dictadores, que en algún momento pertenecieron a la internacional de la espadas.
Pueden conocer la historia de Las Mariposas, como se conocía a las hermanas Mirabal, en el artículo “Las Hermanas Mirabal: tres mariposas que desafiaron a Trujillo y dieron sus vidas por la libertad”.
Preparé una pequeña galería con algunas imágenes históricas.
Con la ayuda de Historia Dominicana en Gráficas, ecured y elespiritudel48.org.
¡Qué bueno don Carlos recordar hechos históricos tan relevantes y que a veces son desaparecidos de la memoria colectiva de los pueblos!. Esa lista de «cromos» como usted los llama, les cae muy bien el HP que les endilgó Eisenhower, están muy bien reflejados en la novela «El otoño del Patriarca» de García Márquez; en cuanto a «La fiesta del chivo» es la mejor obra de Vargas Llosa. Grande don Pepe que nunca se dejó amuinar por estar sarta de dictadores, agregando a Fidel, que también se llevó su regañadita.