Ágora*
Guido Mora Mora
guidomoracr@gmail.com
Mientras que las redes sociales se debaten entre la anexión o la fusión; entre el “adoctrinamiento político” denunciado por el diario nacional, que por más de cincuenta años ha pretendido, afortunadamente sin éxito, adoctrinar a los costarricenses para que se matriculen con las ideas liberales y neoliberales; o se suscita una discusión absurda si los derechos humanos deberían o no reconocer la posibilidad de ejercerse a plenitud, el país se desmorona.
Un exmagistrado denuncia que la Corte Suprema de Justicia comenzó su crisis cuando los políticos comenzaron a elegir, a conveniencia, a los abogados destinados a ocupar los puestos de los más altos jueces de la República. Sería conveniente, para la historia y la salud de la justicia, que el ex Magistrado Arroyo identificara a los políticos que impulsaron estas prácticas y a los jueces que asumieron estas posiciones, en algunos casos, durante más de treinta años.
Mientras Costa Rica se debate por definir las medidas que debe tomar, para luchar contra el déficit fiscal y caos económico y social que acarrearía, de no atenderse adecuadamente, el grupo de 14 improvisados en la Asamblea Legislativa, dirigidos por Carlos Avendaño, chantajea al Gobierno, para que cumpla una serie de exigencias, que restarían efectividad al paquete de medidas económicas propuestas. Esta actitud, asumida por estos improvisados irresponsables, so pretexto de defender a los más pobres, -al oponerse al gravamen de un 1% o 2% a la canasta básica-, no quieren comprender la importancia de posibilitar la trazabilidad del dinero, desde las compras básicas hasta la menos necesarias. Aunque les sea difícil comprender, a pesar de múltiples explicaciones, esta medida permite garantizar la progresividad de las medidas fiscales. Resulta inconcebible incluso escuchar y leer a algunos de los “restaurados”, que siguen argumentando que el “déficit fiscal no existe” y que este problema es sólo un invento de los economistas afines al Gobierno.
Su ignorancia supina no les permite entender que muchas empresas están despidiendo a sus trabajadores; que la incertidumbre que enfrenta Costa Rica causa un deterioro en la economía y que, al final, aunque todos nos veremos perjudicados por la no aprobación de este paquete fiscal, los más afectados serán los más pobres, que no tienen los recursos que les permitan enfrentar la posibilidad de perder su trabajo y por ende, su salario.
Más de veinte años de la aplicación de las medidas neoliberales han convertido a nuestro a país, con la complicidad de los gobernantes del bipartidismo, en uno de los nueve países más desiguales del mundo.
Esta información no es invento de quien suscribe esta columna. Son datos publicados por la OCDE y por el BID. El otrora país resultado del milagro económico, con índices similares a países del Primer Mundo, ha dejado de existir.
Una clase media empobrecida y casi desaparecida; pobreza, desigualdad, delincuencia e inseguridad ciudadana; una infraestructura deficiente y una brecha social cada vez mayor, son el resultado de la aplicación de las medidas políticas y económicas, ejecutadas por los representantes del bipartidismo, que sólo han perjudicado a las grandes mayorías sociales y, ante las cuales, nadie asume responsabilidad y ni se piden las explicaciones debidas.
La pérdida de credibilidad en las instituciones, el descontento social y el descontento con el régimen democrático, tienen una razón válida de prevalecer: el Estado, destinado a velar por el mejoramiento de las condiciones sociales de sus habitantes, los ha perjudicado, por acción o por omisión.
Cruda realidad, que podría convertirse en una profunda tragedia, ante la migración de miles de nicaragüenses, que huyen de su país e ingresan a Costa Rica, a incrementar las tensiones que ya existen, en la demanda de recursos y servicios, ya escasos en el país.
Sirva este comentario para hacer una crítica a la aporofobia, que arraigada profundamente entre los costarricenses, otro resultado del individualismo neoliberal, que ha triunfado ante la solidaridad que caracterizaba, décadas atrás, a la sociedad costarricense y que también nos hacía diferentes con otros países de América Latina. En este momento, hasta esta característica de nuestra idiosincrasia está perdida.
Mientras las redes sociales hablan de lo superficial; los medios de comunicación se hacen eco de argumentos frívolos y vacíos, los verdaderos problemas ni se comentan ni se discuten.
La sociedad costarricense se empobrece y los políticos, responsables de esta realidad, no reaccionan, siguen perdiendo el tiempo y desperdician la oportunidad de evitar males mayores para todos los costarricenses pero, por sobre todo, para los más pobres.
Cuando estemos en lo profundo de la crisis, levantaremos la voz contra quienes han hecho perder el tiempo y la posibilidad de evitar el caos socioeconómico, del cual, estos improvisados son corresponsables.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.