Carlos Revilla Maroto
Retomo este tema de uno previo parecido, donde, además de actualizarlo a los acontecimientos recientes, hago un cambio significativo y muy importante. En el 2019 escribí sobre la orquesta del Titanic y el Partido Liberación Nacional, hablando en general de los militantes y simpatizantes, y ahora lo hago sobre la dirigencia nada más. El cambio lo hago porque distinto al 2019 cuando la militancia no veía casi ningún problema, en estos momentos piensa totalmente diferente. Ahora resulta que los miopes y de oídos sordos es la dirigencia, léase Directorio Político Nacional, y más bien la militancia es la que pide a gritos que se den cambios.La gota que derramo el vaso fue la reciente renuncia al Partido Liberación Nacional de Laura Chinchilla, una de sus figuras más reconocidas. Ministra varias veces, diputada, pero especialmente expresidente de la República, y que a través del tiempo tuvo diferentes cargos en la estructura partidaria, especialmente en tiempos de campaña.
Bueno, aunque tomo de punto de partida su renuncia, no quiero hablar mucho sobre ella, si quieren leerla la razonó en una carta. En realidad me interesa hablar más bien de las causas y la reacción que esta renuncia provocó en el liberacionismo.
El partido se está desmoronando, pero ya incluso se habla de precandidaturas para el 2026 y de cuantas alcaldías se van a ganar el 2024. El affaire Viales prácticamente lo ignoraron, y de una esperanzadora convocatoria a la Asamblea Nacional para ver su caso y llegar a una posible destitución, pasaron a una vergonzante desconvocatoria, que dejó a la mayoría de la militancia perpleja.
Según la dirigencia todo se hizo bien, y la tercera perdida consecutiva fue un resultado, que en nada empaña el gran resultado de haber elegido 19 diputados. Con doña Laura esperan reunirse para pedirle que regrese, pero de nuevo, sin discutir o conversar sobre las razones esgrimidas por ella para renunciar. La dirigencia del PLN viven algo así como en la «Isla de la Fantasía», aquella famosa serie de televisión de los años 70 del siglo pasado.
Es increíble como se han desperdiciado las oportunidades para cambiar que han dado las derrotas. Pues si, esas crisis que normalmente llevan a profundos cambios, por desgracia en el PLN no han sido aprovechadas. Curiosamente, lo que han hecho es consolidar lo ya existente, sin ningún viso de cambio, que debería ser hacia un partido más democrático, participativo, diverso y multicultural; sin embargo ha sido todo lo contrario. El sectarismo y la miopía impera en la dirigencia.
El PLN sobrevive, dirán algunos. Pero la verdad es que sin cambiar, ¿cómo pretender resultados diferentes? El PLN seguirá perdiendo elecciones, ahh… pero todo está bien, dice la dirigencia, tenemos muchos diputados y somos la mayor fracción y, además controlamos muchas alcaldías. Y en el caso de las alcaldías ¿para que ha servido?, para muchas cosas, pero ninguna buena (con algunas excepciones claro).
Entonces, llegamos adonde quería, que es la relación de todo esto con la orquesta del Titanic, que todos sabemos es aquel barco que se hundió al chocar contra un témpano de hielo. Mientras el barco se hundía, la orquesta continuó tocando. Es decir, mientras todo alrededor era caos, la orquesta, a sabiendas, siguió tocando como si nada estuviera pasando a su alrededor. Pues bien muchos están así como la orquesta del Titanic, viendo como se desmorona el partido a pedacitos, pero siguen «tocando» como si nada pasara.
Hay algunos pocos, que si ven una crisis, pero pasan echándole la culpa de esta a otros. Se ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. En lugar de un propósito de enmienda, se crucifica al que piense diferente. Lo anterior ha sido notorio en los chats de la dirigencia del partido. Es decir, la culpa es de cualquier otro menos del propio partido. Así, hay casi nulas posibilidades de salir del profundo hoyo en que está sumida la agrupación.
La tal “hoja de ruta” propuesta por la dirigencia, al único lugar que llevará al PLN es a terminar de irse al despeñadero. Eso no resuelve nada y es meramente cosmético. Sencillamente, hay que entenderlo, no hay voluntad de cambio en la dirigencia. Por intereses mezquinos y electoreros lo que les interesa es mantener el status quo.
Y entonces, solo estamos viendo el triste espectáculo de la “orquesta tocando”, haciéndose de la vista gorda, de lo que acontece a su alrededor; solo que en este caso lo que se hunde no es el Titanic, es lastimosamente el Partido Liberación Nacional.