La degeneración del multipartidismo

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñig

Lo que está sucediendo con el sistema de partidos políticos tanto en el país; como en muchos otros países alrededor del mundo; las oscilaciones, la degeneración y la falta de credibilidad es cada día peor. En la lucha intensa por alcanzar “el poder”; los políticos que controlan las organizaciones políticas se han valido de todas las herramientas para obtenerlo; sin importar el daño que se ha hecho a la democracia. Como se ha afirmado en la guerra se vale de todo; y ahora que estamos a las puertas de las próximas elecciones nacionales para elegir al presidente y vicepresidentes de la República; así como los integrantes de la Asamblea Legislativa.

Es a partir de 1998, que en nuestro país se profundiza el debilitamiento del “Bipartidismo”, cuando predominaba el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiano (PUSC); y surgen nuevas organizaciones políticas como es el caso del Partido Acción Ciudadana (PAC), el Movimiento Libertario (ML) y luego con mayor fuerza los partidos gremiales o que representan sectores específicos como los denominados “cristianos”; porque su ideología cumplen patrones religiosos (que precisamente hoy día ejercen mucha influencia en temas como la sexualidad, género, familia, etc.). Hoy día no existen partidos políticos mayoritarios; si no que todos son minorías; unas con mayores simpatías y otras con menos; según las estadísticas que nos informan las casas encuestadoras.

El desgaste de los partidos tradicionales es inminente; primero fue el PUSC, el más golpeado a causa de los procesos judiciales en que se vieron envueltos los ex presidentes de la República R. A. Calderón F. y M. A. Rodríguez E.; y luego el PLN, que también su “marca histórica” se ha visto golpeada; a raíz de que se le achaca supuestos delitos de corrupción en el marco del ejercicio del poder político en sus diversos gobiernos. La otrora confianza en ambos partidos políticos, se vino perdiendo año con año; y se ha observado estadísticamente con la participación en las elecciones nacionales cada cuatro años. Es un hecho el descontento de los ciudadanos en los partidos políticos; que ha generado en una crisis de legitimidad sin precedentes de nuestra democracia y republicana.

Los acontecimientos de los supuestos actos de corrupción surgido en estos meses con el denominado “”cementazo”, que al golpeado los tres Poderes de la República; acrecienta el descontento y falta de credibilidad en las organizaciones políticas que quieren representar a todos los ciudadanos; que pretenden obtener el triunfo electoral el próximo 4 de febrero del 2018. Los ciudadanos no saben a quienes creerle; consideran como falsas las promesas y la no realización de los programas de gobierno que los candidatos y sus organizaciones les proponen cada cuatro años; en la campaña electoral. Ya nadie cree en ideologías, ni un incipiente pluralismo limitado. Sobre los temas del Régimen Municipal, se maneja aparte, a partir de que se realizan en elecciones de medio período; es decir ahora las próximas elecciones municipales serán en el 2020; pero que no escapa a la falta de credibilidad que gozan actualmente los partidos políticos.

Es un hecho real; que la falta de militancia y disciplina partidaria ha afectado a todos los partidos políticos; que ya no representan a los amplios sectores de nuestra sociedad; y los ciudadanos no se sienten representados ni ideológica ni con los programas que exponen en todos los temas fundamentales en el campo social, económico, ambiental, infraestructura y en general del Estado de Derecho. Pareciera que los ciudadanos ahora se fijan más en los candidatos y lo que dicen o proponen; que en los propios partidos políticos que representan; que han pasado a un segundo plano. Pero también está la dicotomía; de si un candidato presidencial es más atractivo o no que el partido político que lo lanza como su candidato; al igual que los candidatos a diputados.

Trataré de señalar algunos elementos de las causas de la “degeneración de los partidos políticos, en la actualidad:

1- Comparto con el escritor Moisés Naím que señala: “No cabe duda de que existen muchas razones de peso para no confiar en los políticos y, en general, en quienes están en el poder: no solo por sus mentiras y su corrupción, sino también porque es frecuente que los gobiernos hagan mucho menos de lo que esperamos como votantes. Además, todos estamos mejor informados, y un mayor escrutinio mediático tiende a resaltar las fechorías, los errores y la incompetencia de los gobernantes. Como resultado, el escaso nivel de confianza en los gobiernos se ha vuelto crónico. Eso tiene que cambiar. Necesitamos recuperar la confianza en el gobierno y en nuestros dirigentes políticos.

Para ello serán necesarios cambios profundos en la organización y el funcionamiento de los partidos políticos y en sus métodos para seleccionar, vigilar, pedir cuentas y ascender –o degradar- a sus líderes. La adaptación de los partidos políticos al siglo XXI es una prioridad.” (El Fin del poder. Moisés Naím. Págs. 347 y 348)

2- Un elemento fundamental que ha deteriorado a los partidos políticos es la falta de disciplina partidaria e ideológica de sus dirigentes, miembros o adherentes; que tiene una responsabilidad mayor; porque pueden ocupar posiciones de liderazgo y dirigencial dentro de la estructura partidaria; o eventualmente acceder al poder político en posiciones de gobierno. Distinto es el mero “simpatizante”; que vota por el partido político porque cree en su programa; pero que no tiene mayor responsabilidad. Esta situación de falta de disciplina partidaria ha sido uno de los detonantes del deterioro y falta de confianza; porque cada quien hace lo que le da la gana; piensa y ejecuta sus decisiones a leal saber y entender; sin respetar ninguna ideología; y a veces ni haciéndole caso al dirigente máximo que lo nombró en un cargo público.

3- Vemos; que algunos de estos dirigentes políticos, llevan su propia agenda; sea pública o particular; y más aún cuando se trata de obtener sus propios réditos políticos o intereses particulares. Algunos llegan a representar a sectores específicos; y no ejecutan las políticas públicas al servicio del interés común y público. Esto genera, que sus actos se hagan violentando el ordenamiento jurídico; en especial el artículo 3“el Deber de probidad”: “El funcionario público estará obligado a orientar su gestión a la satisfacción del interés público. Este deber se manifestará, fundamentalmente, al identificar y atender las necesidades colectivas prioritarias, de manera planificada, regular, eficiente, continua y en condiciones de igualdad para los habitantes de la República; asimismo, al demostrar rectitud y buena fe en el ejercicio de las potestades que le confiere la ley;

Asegurarse de que las decisiones que adopte en cumplimiento de sus atribuciones se ajustan a la imparcialidad y a los objetivos propios de la institución en la se desempeña y, finalmente, al administrar los recursos públicos con apego a los principios de legalidad, eficacia, economía y eficiencia, rindiendo cuentas satisfactoriamente.” (Ley contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública)

El anterior artículo; es de los más violados en este país; de ahí que se dan muchos hechos ilícitos y de corrupción; así como conflictos de interés y tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, que salen casi todos los días, y que nos enteramos todos los ciudadanos. La Licda. Andrea Calderón señala: “Los conflictos de interés atañen a una situación que ponga en conflicto los deberes del funcionario público en relación con sus intereses; esos intereses privados pueden ejercer una influencia inapropiada en el desempeño de sus deberes y responsabilidades. Los servidores públicos deben tomar decisiones o brindar consejo sobre la base de los hechos, ponderados desinteresadamente. Los prejuicios político partidistas, étnicos, religiosos, de género, clase, las preferencias familiares o de cualquier carácter, deben descartarse al momento de emitir un acto y optar por una decisión.” (Op.Cit. pág. 214)

Finalmente; si los partidos políticos, no realizan un enorme esfuerzo de cambiar el paradigma existente; de falta de credibilidad y descontento en los dirigentes políticos; seguirán la falta de confianza; y esto produce una degeneración cada día más profunda; en perjuicio de nuestro sistema democrático y Estado de Derecho. Al parecer para las próximas elecciones nacionales del 4 de febrero el índice de abstención se mantendrá en iguales márgenes o tal vez subirá. Según las últimas encuestas, que son una radiografía del momento histórico; a hoy pareciera que se dará una segunda ronda electoral; al no alcanzar ningún partido político el añorado 40% de los votantes que ha ejercido su derecho al sufragio. Estaremos revisando las próximas encuestas; para ir midiendo el comportamiento de la opinión pública sobre los candidatos presidenciales y las organizaciones políticas que representan.

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