Luis Paulino Vargas Solís
Rodrigo Chaves y Pilar Cisneros son figuras públicas muy populares. Como si dijéramos, las “taylor-swift” del mundo de la política costarricense. Las luminarias, las superestrellas. Creo que sería un error explicarlo aduciendo que eso es fruto de que la gente es tonta e ignorante. Y no me refiero a esos fanáticos, agresivos y groseros, que pululan en redes, sino más bien a la gente común y corriente.Sí hay en esto una dosis considerable de falta de información, ya que una persona bien informada, y dotada de un mínimo sentido crítico, no podría tener una buena opinión de estos dos personajes. Pero ese no es el aspecto clave. La cuestión es que Cisneros y Chaves beben del malestar y la indignación acumulada a lo largo de muchos años. Un malestar y una indignación –necesario es reconocerlo– totalmente justificadas. Como también hay que reconocer que a Chaves y Cisneros les sobra talento para aprovechar esa cólera que la gente carga.
Sabiendo que existe ese enojo, ella y él se empeñan en poner gesto de colerón, jacha de berro bulldog. Y hablan fuerte y dicen cosas violentas y se muestran furiosos y montan escenografías que simulan una pelea de lucha libre. Y como que eso funciona. O sea, parece que a la gente enojada le gusta verse representada por personas enojadísimas, furibundas, con un chichón de los once mil.
En realidad, nada, absolutamente nada en el desempeño de estas dos personas justifica objetivamente su alto nivel de popularidad. En cuanto que presidente, Rodrigo Chaves encabeza el gobierno más inepto, ineficaz, desorientado y corrupto que es posible recordar. Y en cuanto que diputada, Cisneros no se le queda atrás. Siendo la diputada más improductiva y menos propositiva, muchas veces ha sido puesta en ridículo, por las tonterías que dice y, sobre todo, por el montón de mentiras torpes en que se ha sido pillada.
Pero la cosa es que, aunque hagan todo mal, mucha gente sigue considerando que hacen todo bien ¿Dónde está el problema?
En parte puede deberse a que a “los otros” –la gente del PLN, PUSC o PAC– nadie les cree. Y con sobrada razón. Se lo ganaron. Y, entonces, aunque demuestren, con pruebas fehacientes y sólidos argumentos, que las cosas caminan “manga por hombro”, el común de la gente ni se entera. Sigue admirando lo “bravo” que es Chaves y lo “firme” que es Cisneros.
La cuestión amerita atención, porque es peligrosísima. Por esta vía vamos directo al acantilado.