Y usted… ¿qué opina?
Fernando Berrocal
Según el informe del CIEP-UCR, que es la encuesta más creíble por su rigor científico y objetividad, el 78% de los costarricenses no creen en los partidos políticos y dudan profundamente de los políticos y la política. Cuando se alcanza en estadística el 80% de una opinión, eso equivale a un absoluto.CONCLUSION: Costa Rica atraviesa a estas alturas del 2023 por una auténtica y profunda CRISIS POLITICA, porque es por medio y a través de los partidos políticos que, en democracia, se vota y se escoge a los gobernantes en el Poder Ejecutivo, la Asamblea Legislativa, las Alcaldías y los Consejos Municipales.
A la vez, el Tribunal Supremo de Elecciones ha informado que, a nivel nacional, provincial y cantonal, se encuentran registrados 162 partidos políticos, de todos los gustos y sabores imaginables, aunque solo pocos puntean y poquito.
El que más simpatía registra en esa encuesta es el PLN con un 7%. Alrededor del presidente Chaves un 5% y todos los demás, incluyendo a los que tienen ACTUALMENTE representación parlamentaria, juntos alcanzan apenas un 10%. Total: 22% de costarricenses con algún grado de militancia política y, en contraposición, el mayoritario y enorme partido político de Costa Rica con un 78% de ciudadanos independientes y desilusionados de los partidos políticos.
¿Por qué? Porque la gente quiere SOLUCIONES y no promesas desde la política.
En los fundamental, hay tres crisis que están despedazando a Costa Rica: 1) La situación social y económica del 40% de la población en pobreza. 2) La rampante inseguridad ciudadana, el impacto de la criminalidad organizada y la penetración del narcotráfico en la sociedad costarricense. 3) La crisis en el Sistema Educativo. Agreguémosle esta CRISIS POLITICA que lo envuelve todo y que tiene que ver, esencialmente, con nuestra vida en libertad y democracia.
Los partidos políticos, especialmente los que dicen representar a las grandes tendencias ideológicas (social democracia, social cristianismo, liberalismo, izquierda marxista y derecha conservadora), están obligados a reinventarse y actualizarse en sus ideas y propuestas, generar profundos cambios y nuevos liderazgos y, sobre todo, aceptar que el futuro, hoy por hoy, está en ese 78% de costarricenses y no en sus gastados y excluyentes aparatos partidarios.
Aunque ese cuadro político no sea alentador, NO hay que aflojar en POLITICA (con mayúscula) ni caer en el pesimismo. A pesar de lo que dicen las encuestas y los indicadores objetivos, Costa Rica tiene reservas éticas y gente visionaria, honorable, trabajadora y emprendedora, así como conquistas indiscutibles que nos transformaron en un país ejemplar, singular y diferente en América Latina. Nuestro Estado Social de Derecho y esas grandes fortalezas estratégicas son las que estamos obligados a potenciar hacia el futuro en el medio de las Américas.
Todos los indicadores económicos y sociales en retroceso y esta encuesta CIEP-UCR, en el fondo y en lo profundo de Costa Rica, lo que podrían estar diciéndonos es que el país se está moviendo hacia un reagrupamiento de fuerzas políticas entre los sectores progresistas y desarrollistas y los sectores conservadores y neo liberales. Esas son las dos tendencias ideológicas más grandes en la disputa real y político electoral sobre la AGENDA NACIONAL.
A mí, sinceramente, ese movimiento profundo en las entrañas de nuestra sociedad, no me preocupa. Confrontación y polémica en un sistema democrático siempre habrá y de eso se trata. Lo que SÍ me preocupa y es inaceptable, es la falta de DIALOGO NACIONAL y la incapacidad de algunos “políticos con poder” actualmente, para sentarse a dialogar y pensar primero en Costa Rica. Esa ausencia de diálogo del presente es la negación de la vía costarricense hacia el desarrollo integral y sostenible de nuestra sociedad y de lo que hemos sido hasta en los momentos más complejos y difíciles de nuestra historia, cuando excepcionales patriotas y líderes visionarios de diferentes posiciones ideológicas y políticas, tuvieron la grandeza de darnos las Garantías Sociales y evitar, años después, en el Alto de Ochomogo, la batalla de San José y miles de muertos por la Guerra Civil. Esos si fueron líderes de Costa Rica.
Pero esta polarización y esta división de ahora, a la que nos quieren llevar, es un absurdo y un sinsentido, en el tiempo que vivimos y frente a los enormes retos nacionales que tenemos que superar. El siglo XXI nos obliga a pensar y actuar de otra forma. Este es un país que tiene todas las de ganar en el mundo del presente. No podemos darnos el lujo de estar perdiendo el tiempo en broncas semanales y cerrándole las puertas al diálogo constructivo y patriótico para encontrar las SOLUCIONES que existen y ponerlas en práctica, para así superar el punto muerto en política al que hemos llegado en Costa Rica.
Ese es el reto más grande que tiene nuestra sociedad. Un reto que se puede enfrentar desde la POLITICA con mayúscula o desde la política con minúscula y esa es, la decisión fundamental, que debemos tomar los costarricenses.
Esta encuesta del CIEP-UCR pone de manifiesto, a la vez, que los aparatos partidarios y los cacicazgos cantonales que dominan esas estructuras de poder partidario, prefieren ser cabeza de ratón y asegurarse su diputación o su regiduría municipal que hacer el esfuerzo de pensar en grande y proponer SOLUCIONES a los enormes y complejos problemas nacionales y al debate sobre la realidad internacional y su enorme influencia en el desarrollo de Costa Rica. Eso es lo que están diciendo y reclamando a gritos ese 78% de costarricenses desilusionados de los partidos políticos. Eso es un: ¡BASTA!
A ello, por supuesto, contribuye objetivamente el electorerismo en el que hemos caído en Costa Rica, desde que se separaron las elecciones municipales de las elecciones nacionales y formalizamos un sistema de elecciones cada dos años. Ese electorerismo hace que los partidos políticos no pasen de ser simples aparatos y maquinarias electorales Y además… venidas a bastante a menos o a nada. ¿Cómo imaginar, en esta pequeña Costa Rica, 162 partidos políticos?
También influye determinantemente en la crisis de los partidos políticos y de la política en general del país, la firme y anti democrática decisión del presidente Rodrigo Chaves por “dinamitar los puentes” de diálogo y llevar prácticamente a cero el debate y el diálogo entre el Poder Ejecutivo y la Asamblea Legislativa e incluso con la sociedad civil organizada en sindicatos, cámaras patronales y grupos de causas específicas y en su constante y permanente ataque a los medios de prensa independientes. ¿Qué clase de vida en democracia es esa? ¡Costa Rica necesita ACUERDOS NACIONALES!
Por toda esta insensatez, lo que está en marcha y eso SI es lo más grave de la encuesta de CIEP-UCR, cuando se interpreta correctamente, es una pérdida de confianza social en la democracia y en la capacidad del sistema de libertad y “pesos y contrapesos” dentro de un Estado Social de Derecho, para resolver los problemas reales de la gente, en un momento de la historia en que todo, absolutamente toda la información disponible cabe en un teléfono celular. Esa pérdida de confianza en nuestro sistema de libertad y democracia, es el más grande y poderoso desafío POLITICO que tenemos hoy por hoy y, solo se resuelve, recuperando la vía costarricense hacia el desarrollo integral en un país de oportunidades y por medio del DIALOGO POLITICO CONSTRUCTIVO.
Lo repito: No es solo que el “mundo cambio”. Es que la revolución tecnológica y científica de nuestro tiempo cambio la realidad de las personas, a todos los niveles económicos y sociales, así como las relaciones entre los pueblos y entre los países. La información está ahora en un teléfono celular y en las redes sociales y al acceso de todos los seres humanos. Ese es el punto de fondo. Esa es la gran revolución que se aceleró a partir de los años 80 del siglo pasado.
Ese es el factor fundamental a tomar en cuenta en la POLITICA del presente. Lo demás y me disculpan los que siguen viendo la realidad y la política desde los estereotipos del siglo XX, es un debate viejo, gastado y añejo. Ahora es otra cosa y las redes sociales y la información que generan, a todos los niveles, han modificado la realidad y las aspiraciones legítimas y justas de los pueblos.
En este nuevo escenario, los partidos políticos tienen que reinventarse y adecuarse a esa realidad objetiva si quieren sobrevivir en el mundo y en la política real del 2023 y hacia adelante. O seguirán disminuyendo en influencia y poder y serán superados por aquellos liderazgos personales y fuerzas políticas nuevas que, nos gusten o no nos gusten, se ajusten o no a nuestra forma de pensar y ver las cosas, en los hechos políticos y electorales concretos, entienden y accionan mucho mejor políticamente sobre el tiempo que vivimos que, aquellos partidos políticos amarrados solo al recuerdo de formidables hechos históricos y liderazgos imponentes y visionarios que, hoy por hoy, son el pasado. El tiempo es ahora. El futuro solo se construye en el presente.
En esa nueva visión de la política y en los grandes retos NACIONALES, deberían estar pensando las cúpulas de los partidos políticos y no solo en las elecciones municipales del 2024 o en duelos de espadachines a nivel de la Asamblea Legislativa, por más significativos e importantes que esos debates resulten, pero que no responden a las expectativas reales de ese 78% de ciudadanos que quiere RESULTADOS y SOLUCIONES a su situación económica y social, para reconstruir desde la educación el país de oportunidades que dejamos de ser.
Costa Rica, la II República de los últimos 75 años, antes que nada, necesita una profunda REFORMA POLITICA, pero no solo para establecer la carrera parlamentaria y que los Diputados se puedan reelegir por dos períodos seguidos, ocho años, como han planteado en la Asamblea Legislativa (lo que de entrada genera todas las imaginables antipatías nacionales), sino para modificar y democratizar el SISTEMA DE ELECCION DE LOS DIPUTADOS y establecer listas nacionales y listas por Distritos Electorales, ampliar entonces SÍ los períodos de elección popular y, sobre todo, evolucionar de un sistema superado y estrictamente presidencialista a un sistema más democrático y moderno, semi parlamentario, en que los Ministros de Estado que sean censurados por una mayoría calificada y por hechos investigados y probados, por ejemplo, tengan que renunciar a sus cargos, como debe ser en el siglo XXI.
Es hora de poner en perspectiva y construir los cimientos de una III República.