Y los sofismas de Villalobos
Luis Paulino Vargas Solís
Ella queda entonces obligada a darle la oportunidad de un descargo a quienes fueron ofendidos. Pero, al hacerlo, se agravará el error: la comisión queda completamente desnaturalizada porque se aleja radicalmente de aquello para lo que fue creada. Y para lo que fue creada era sencillamente discernir si el expediente presentado tiene la solidez suficiente como para darle viabilidad y hacer razonable la posibilidad de un juicio, el cual, de llevarse a cabo, se desarrollaría donde corresponde: en un tribunal de justicia.
A esa comisión no le corresponde decidir si Chaves es culpable o inocente. Ni le corresponde ni tiene potestad para decidir sobre eso. Pero ese principio quedó completamente desvirtuado al permitirse que Chaves y Villalobos montaran su patético espectáculo de vodevil.
Álvarez metió la pata, pecó de pusilánime, se dejó intimidar por el presidente y su abogado y convirtió la comisión en lo que estos querían que se convirtiese: un show circense.
Escuché la disertación de Villalobos. Una disertación a dos voces, en vista de las intervenciones que, con alguna frecuencia, hizo Chaves.
Desconozco cómo acostumbran debatir los abogados penalistas cuando se ve un caso frente a un tribunal y si el estilo sofístico de Villalobos es el que usualmente se aplica.
Pero –y ahí perdonen la inmodestia– lo que sí tengo es muchísimo entrenamiento, y al más alto nivel, en lo que se refiere, no solo a examinar la lógica de un argumento, sino también su solidez en términos de su sustento empírico. Por favor, tengamos clara una cosa: un argumento puede ser lógicamente impecable y no tener ninguna relevancia empírica. Quienes, como yo, hemos estudiado la teoría económica neoclásica a fondo y con mirada crítica, lo sabemos muy bien.
Pues bien, lo que yo vi y escuche fue a un abogado, Villalobos, soltando una larga lista de argumentos que son lógicos, con arreglo a las premisas que el mismo Villalobos implícitamente manejaba, pero que dejarían de ser lógicos tan solo con que modifiquemos las premisas. Pero, además, esos argumentos “lógicos” podrían tener sustento empírico o no tenerlo. Esto último es lo que realmente debe interesarnos.
Por ejemplo: el argumento de que el contrato le fue adjudicado a Bulgarelli en octubre y el pago para la compra de la casa de Choreco se hizo en febrero. “¿Cómo pudo haber habido presiones del presidente para condicionar el contrato –arguye el abogado– si este fue aprobado antes del pago?”. Y agrega: “no es lógico”.
Claro, no es lógico, si establecemos la premisa –como implícitamente lo hace Villalobos– de que una cosa debe necesariamente anteceder cronológicamente a la otra. Pero nada obliga a que, en la realidad, las cosas deban ser así.
Puede haber muchos escenarios fácticos en que la mencionada situación adquiera sentido.
Por ejemplo: Choreco se demoró en la decisión sobre cuál casa deseaba adquirir, o los trámites respectivos para su adquisición se demoraron, o Choreco tenía una decisión y luego la cambió, etc. Todo lo cual demoró el pago.
No digo que eso haya ocurrido. No tengo como saber si ocurrió o no. Pero, más allá de la lógica simplona de Villalobos, cualesquiera de esas cosas pudieron efectivamente haber ocurrido.
Otra posibilidad empíricamente factible: Chaves le comunicó el condicionamiento del contrato a Bulgarelli desde el inicio, pero una vez que este tuvo el contrato en sus manos, quiso hacerse el desentendido y no hacer el pago, lo que forzó a Chaves a multiplicar e incrementar sus presiones sobre Bulgarelli hasta lograr que girara el dinero.
Reitero: obviamente me es imposible saber si eso ocurrió. Solo estoy diciendo que es una situación empíricamente factible.
Toda la esperpéntica disertación de Villalobos, está llena de este tipo de cosas: en la mayoría de los casos son: 1) argumentos “lógicos” cuya validez “lógica” depende de las premisas que el mismo Villalobos eligió a conveniencia y que él mantiene ocultas; 2) argumentos “lógicos” cuya validez empírica debe demostrarse.
Por eso reitero aquí lo que dije al inicio: si la diputada Álvarez, presidenta de la comisión, le dio luz verde a esta bufonada, debería permitir que, en términos equitativos, se escuche la voz de quienes fueron, no simplemente aludidos, sino abiertamente insultados, por Chaves y por Villalobos.
– Economista jubilado