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Carlos Revilla M.
Me leí el buen artículo de Mauricio Castro “Antes todo el mundo era corrupto ahora no”, de su columna “Desde La Mina 2.0” que se publica aquí en Cambio Político, donde nos comenta sobre el cambio de la «gente PAC» que antes eran críticos furibundos de los gobiernos de liberación, y ahora del suyo propio, el del PAC, no dicen esta boca es mía para denunciar algo, solo para defenderlo; esto a pesar que sabemos que hay muchas cosas que se pueden criticar.Cosas por las que antes esa «gente PAC» se rasgaba las vestiduras, ahora son simples errores, que es cierto que lo son, como los sobresueldos; pero como dice Mauricio, si eso hubiera ocurrido en un gobierno del PLN, los hubieran despellejado como lo más corrupto en esta tierra. Grupos del PAC sacan hasta comunicados, para defender el actuar impoluto del gobierno, y no ven, como decía, absolutamente nada criticable en su actuar.
Lo que pasa es que en la oposición esa «gente PAC» era implacable, como se dice popularmente “no aguantaban nada”, y ahora que gobiernan lo aguantan todo. Entonces, ¿cómo es la cosa?. Personalmente he sufrido en carne propia el ataque de esa «gente PAC» no directamente sobre mi persona, pero si para espetarme todos los sapos y culebras del PLN cuando gobernaba.
Es más, cosas como las de “es un asunto personal” que nos recuerda Mauricio, con respecto al ahora exministro de transportes; que nos menciona, tiene razón cuando nos dice que no hay nada personal, cuando se es un funcionario del gobierno o de partido. Sino que lo diga su hermano René, cuando tuvo el incidente de un pequeño choque siendo secretario general del PLN.
Tengo que decir que estoy totalmente de acuerdo con lo escrito por mi buen amigo Mauricio.
Pero, y ese es el gran pero, hay que reconocer que en el PLN siempre se ha hecho lo mismo, que ahora Mauricio le critica a la «gente PAC». Es decir, en gobiernos donde el PLN ha sido oposición, la mayoría de los actos de los personeros de turno son malos o corruptos, y los de uno del PLN no, siempre hay también, alguna justificación o defensa. Aquí se cumple lo del borrachito del chiste aquel que decía «lo mismito del año pasado».
No hago este comentario como crítica, sino para evidenciar que al final de cuentas todo es como se dice en gringolandia “politics as usual”. Mauricio no descubrió el agua tibia, es el comportamiento normal de la política partidaria.
Esto en liberación no se ve bien, porque tiene que ver con la credibilidad del partido, que está por los suelos. Aquí tal vez la moraleja o lección de esto, es que el PLN como partido, además de las críticas justificadas a esos errores gruesos, del actual gobierno del PAC, debería concentrarse más bien en motivar a la gente a que vote por una propuesta novedosa y llegadora, olvidándose de la politiquería, que más bien a la gente ya no le gusta.
El PLN tiene un gran reto por delante, cual es motivar de nuevo a la gente a que vote por ellos. Y esto no lo logrará con ataques, al estilo de la vieja política. Además que el PAC en gobierno, parece estar blindado contra esas cosas. Ya la gente está cansada de tantos dimes y diretes. Y la verdad ya nadie come cuento y lo ven como politiquería.
Eso sí, en el PAC se ve extraño y muy mal, porque criticar es lo que hicieron siempre, y ahora que son gobierno, parece que todo lo hacen bien, algo que por supuesto no es cierto, hay errores gruesos y hasta posible corrupción.
El problema serio es que, para disimular esos errores de bulto están usando una táctica poco honorable. Quieren justificarlos viendo hacia atrás, de alguna forma diciendo que otros lo hicieron también, y por supuesto con esos otros se refieren al PLN. Esto en relación a los sobresueldos de algunos funcionarios del gobierno, que son ilegales por no cumplir con los requisitos.
Recuerdo al inicio de este gobierno, en su informe de los 100 días, cuando el presidente Solís pintó un cuadro tétrico sobre corrupción estatal. En esa oportunidad habló de impunidad, desorden, despilfarro y alcahuetería, entre muchas fuertes palabras que usó el mandatario para resumir cómo recibió las instituciones al tomar el poder. Ahí mismo habló de la interposición de 14 denuncias en diversas entidades públicas, aunque señaló que estas eran apenas «anécdotas» frente a la situación en general. Por supuesto, todo esto apuntando a la anterior administración del PLN.
Lo terrible de esto, es que un año después ninguna de las denuncias, que con tanta pompa, hizo el señor presidente, terminó en acusación penal. Ni las investigaciones del OIJ, ni la información brindada por la DIS arrojaron elementos de prueba, que acreditaran la existencia de un delito penal cometido por algún funcionario público. En otras palabras, humo de paja, cuentos chinos o para decirlo como debe ser: nada era cierto.
Que irresponsabilidad más grande. Ya hasta parece una cacería de brujas, y peor aún lo que conforma es un modus operandi. No está bien querer zafarse de errores y posible corrupción, poniendo el ventilador a funcionar. Esto se ve como una sacada de clavo y nada más. Bueno, hasta la Contraloría le jaló las orejas al gobierno, criticando la falta de pruebas en el informe de presidencial sobre los pagos a exjerarcas.
Al gobierno le va bien, ha recuperado simpatías y popularidad, incluido el presidente de la República. Pero ¡que mal!, no es así como se hacen las cosas, no a costa de manchar honras ajenas. La forma de hacerlo es asumiendo con gallardía los errores, y no tratando de poner cortinas de humo, como hasta ahora.
Todo esta actuación de mala fe y mentiras del gobierno, me recordaron un cuento muy bonito y aleccionador, que paso a contarles a continuación:
La almohada del señor cura
Había una vez una mujer que se disgustaba con las cosas que le decía un viejo cura muy respetuoso Hijo de Dios. Un día, las palabras de aquel anciano, aunque eran verdad, le resultaron inaguantables. Ella se enfadó tanto que fue por todas partes contando mentiras y chismes maliciosos sobre él. Pero cuanto más hablaba, más se entristecía. Al final se sintió tremendamente desdichada y empezó a arrepentirse de todas las mentiras que había dicho. Por fin, con lágrimas en los ojos, acudió a la casa del cura para pedirle que la perdonara.
— He dicho muchísimas mentiras sobre usted, le dijo.
— Le ruego que me perdone.
El viejo padre tardó un buen rato en responder. Parecía estar profundamente sumido en sus pensamientos y orando. Al fin dijo:
— Sí, te voy a perdonar; pero antes tendrás que hacer algo por mí.
— ¿Qué quiere que haga?, dijo un poco sorprendida.
— Sube conmigo al campanario y te lo explicaré, le respondió, mirándole fijamente a los ojos.
— Pero antes, iré a buscar una cosa a mi habitación.
Cuando el cura volvió de su cuarto traía bajo el brazo una gran almohada de plumas. La pobre mujer apenas podía ocultar su asombro y su creciente curiosidad.
La mujer, nerviosísima, casi no podía contenerse de preguntar para qué era la almohada y para qué subían al campanario. No obstante, guardó silencio; y algo jadeantes los dos llegaron por fin al campanario de la iglesia.
El viento soplaba suavemente por las ventanas abiertas del campanario. Desde la torre se divisaba una gran extensión de campo, hasta más allá del pueblo.
De pronto el cura, sin decir palabra, rasgó la almohada y tiró todas las plumas por la ventana. El viento y las brisas se llevaron las plumas dejándolas caer por todas partes: en los tejados, en las calles, debajo de los autos, en las copas de los árboles, en los patios donde jugaban los niños, aun en la carretera y más allá, hasta perderse en la distancia.
El cura y la mujer se quedaron un rato viendo revolotearlas plumas. Por fin el anciano cura se volvió hacia la mujer y le dijo:
— Ahora quiero que vayas y me recojas todas esas plumas.
— ¿Recoger todas esas plumas?, dijo con voz entre cortada.
— ¡Pero eso es imposible!
— Sí, lo sé, dijo el cura.
— Esas plumas son como las mentiras que dijiste de mí. Lo que has empezado, ya no lo puedes parar, por mucho que te arrepientas. Tal vez logres decirles a algunas personas que lo que les contaste de mí era mentira, pero los vientos de las habladurías han desparramado tus mentiras por todas partes. Es fácil apagar un fósforo pero imposible extinguir el gran incendio forestal que puede ocasionar ese mismo fósforo.