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Cuaderno de Vida
Gustavo Elizondo Fallas
Cuando se conocieron los resultados de la primera ronda electoral de febrero de 2018, la zozobra por la composición de la Asamblea Legislativa, con la proyección de 14 curules en manos de fundamentalistas religiosos, en su mayoría pastores que dejarían sus cultos por 4 años para asistir al Congreso, llenó de temor a la gran mayoría de costarricenses sensatos, que siempre hemos pensado, al igual que el Papa Francisco, que la religión y la política deben estar claramente separados, lo que ya Jesús había advertido cuando dijo “dad a Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar”.
No obstante, a pesar de ello, se logró contar con una mayoría integrada por legisladores del PLN, PUSC y PAC, quienes liderados básicamente por la fracción liberacionista que a pesar de ser oposición y su estrepitosa derrota en la papeleta presidencial, donde ocupó un tercer lugar en la preferencia del voto, asumió una oposición responsable, dando una lección de civismo a partidos que se han caracterizado por convertirse en el pasado en obstructores, entre ellos el mismo PAC y ni se diga de Otto Guevara, a pesar de funcionar como fracción unipersonal, uso el obsoleto reglamento legislativo que dicho sea de paso, esta Asamblea logró reformar, para bloquear cualquier iniciativa que no fuera de su agrado.
En la primera legislatura, la diputada Carolina Hidalgo, a pesar de su juventud e inexperiencia política, logró sacar adelante un año difícil, donde en medio de la aprobación del Plan Fiscal se requería que cada decisión de la presidencia fuese correcta, en medio de la presión de los opositores a esta fundamental reforma, que esperaban la mínima falla para tratar de traerse abajo este esfuerzo. En la segunda legislatura, el diputado Carlos Ricardo Benavidez, a quien en el pasado recriminamos por su posición virulenta, ha llevado con firmeza la presidencia y no se ha dejado influenciar por la presión de sindicalistas y hasta por diputadas populistas de su misma fracción. Los diputados oficialistas han sido consecuentes con la línea del Poder Ejecutivo, aunque la diputada Paola Vega asume una posición demasiado extremista y entra en conflicto por temas que en estos momentos no resuelven la problemática que está golpeando más a los costarricenses: la urgencia de la reactivación económica y disponibilidad de puestos de trabajo.
Se han distinguido por posiciones obstruccionistas y por aportar poco o nada al funcionamiento de la Asamblea algunos diputados de fracciones minoritarias como Dolanescu y Walter Muñoz, que en alguna ocasión consideramos un político correcto y ya como diputado resultó bastante desteñido. Por otro lado, se destacan posiciones valientes como la diputada Zoila Rosa Volio, a quien ni siquiera los ataques cobardes realizados en su oficina le han hecho claudicar en su lucha.
En cuanto a los pentecostales, hoy divididos en Fabricistas y Avendañistas, cuando se presentó su elección en febrero 2018, pensamos como consuelo que su llegada a la Asamblea llevaría esos principios cristianos de solidaridad, amor al prójimo, perdón y transparencia, pero resulta que en los representantes de estos grupos hemos tenido los peores ejemplos de convivencia, con ofensas y acusaciones entre sus miembros, con manejos poco claros de fondos de la deuda política, con actitudes agresivas contra miembros de otros poderes público, con difusión de fake news a diestra y siniestra; cada vez que un diputado de esta línea hace una declaración o usa su espacio de control político en el plenario, destilan resentimiento, revanchismo y ataques personales.
En síntesis, no todo ha sido perfecto en esta Asamblea, pero si es claro que ha tomado decisiones valientes que la hacen distinta a otras administraciones e incluso hubiese sido aún mejor si estas 14 curules y otras más que salieron “güeras” como decía don Pepe, las hubiesen ocupado candidatos de estos partidos que han actuado con responsabilidad, pero es esto parte del costo de mantener el obsoleto sistema de elección de listas cerradas.
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