Imágenes más influyentes de la historia

EJECUCIÓN DE LOS ROMANOV │ Desconocido, 1919

Romanov

DURANTE SIETE DÉCADAS, la muerte en julio de 1918 del zar Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cuatro hijas e hijo en la Casa Ipatiev de Ekaterimburgo dio lugar a teorías sobre la desaparición de la familia real rusa. No cabe duda de que los bolcheviques acabaron con la familia al inaugurar una era comunista en la que había poco espacio para la nobleza o la disidencia. Sin embargo, los restos de la familia se perdieron. La casa de los Urales se convirtió en Museo de la Revolución y, para enfado de los dirigentes soviéticos, atrajo también a fieles pro-Romanov, por lo que el líder soviético Boris Yeltsin ordenó su destrucción en 1977. Pero la demolición no pudo enterrar la historia. Hace poco más de una década, la Universidad de Harvard recibió como regalo documentos de la investigación sobre las muertes. Entre los papeles de la investigación del forense Nikolay Sokolov se encontraba esta imagen de la habitación donde se produjeron las muertes, con el papel pintado manchado de sangre y rasgado por las balas, la pared destrozada y el suelo cubierto de yeso, todo aparentemente intacto desde el día de la masacre. De repente había una prueba visual del regicidio que marcó el inicio de la Unión Soviética. Pasarían décadas antes de que la nación reconociera las muertes. En agosto de 2000, nueve años después de la caída de la Unión Soviética, la Iglesia Ortodoxa Rusa canonizó a los Romanov, proclamando que estas víctimas del bolchevismo eran «portadores de la pasión» por su «humildad, paciencia y mansedumbre» durante su encarcelamiento. Desde entonces, se han construido iglesias para cada uno de los miembros de la familia, y en 2003 se erigió en el emplazamiento de la Casa Ipátiev la Iglesia de la Sangre en Honor de Todos los Santos Resplandecientes de la Tierra Rusa, con su cúpula dorada, un espacio de culto adecuado para los peregrinos que acudían en masa. Cinco años después, el Tribunal Supremo ruso rehabilitó a la familia y dictaminó que su ejecución había sido un acto de represión infundado».

Basado en un especial de la revista Time

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