Hollywood espera por doña Ana Katharina

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

Podríamos referirnos a los conocimientos sobre educación de la señora Müller, y, asimismo, a sus propuestas para resolver los problemas de la educación costarricense.

En una primera y superficial impresión, podría creerse que, suponiendo que ella sepa algo, muy guardadito se lo tiene. Incluso, no falta quienes indiquen que, cuando la señora ha querido hacer alguna disertación sobre temas educativos, lo que dice y cómo lo dice, provoca algo que oscila entre la carcajada y la incredulidad

Lo cual mueve a que otras personas, excesivamente melindres y quisquillosas, se pregunten: ¿cómo alguien puede decir tales incoherencias y, al mismo tiempo, ser ministra de Educación?

Creo que en todo lo anterior hay un malentendido. A decir verdad, la cuestión va por otro lado: no es que ella no sepa, es que es muy humilde, modesta y reservada. Lo cual la hace esforzarse por dejar la impresión que no sabe ni papa de educación.

Lo mismo vale acerca de sus propuestas en relación con los graves problemas que aquejan a la educación. No dudo que ella posee las mejores ideas y los más idóneos proyectos, pero su humildad le impide darlos a conocer.

Aunque en este segundo caso, cabe admitir que ella ha sido un toquecito más extrovertida y explícita, al punto que nos ha hablado de una “ruta de la educación”. Cierto, todavía nadie tiene ni la mínima idea de cómo se guisa ni cómo se come ese arroz. Pero sí sabemos, porque así lo dijo doña Katha, que es un “proceso vivo”.

Tampoco nadie parece entender qué es esto último. Pero, insisto, eso no es problema que debamos achacar a la señora ministra. He aquí “el quid de la cuestión”: doña Ana Katharina simplemente nos formula una amable invitación para que usemos nuestra imaginación. Y que cada quien imagine lo que desee.

Espolear la imaginación, ponerla a trabajar ¿no es acaso esa una fórmula realmente fascinante, y supremamente innovadora, para levantar el nivel de la educación en Costa Rica?

Según fuentes confidenciales, del círculo íntimo de doña Katharina, una de sus tesis súper originales es la siguiente: “entre más se recorten los recursos a la educación, mejor será la educación”. Y, como podemos constatar, puesto que eso nos dicen los datos, doña Katharina ha sido coherente con tan despampanante propuesta. De ahí que los presupuestos educativos sean cada vez más y más esmirriados.

El jefe Chaves y su ministro Nogui aplican la guillotina. Y doña Katharina grita hurras con cada guillotinazo.

Aquí tenemos otra propuesta muy original, sumamente poderosa si de mejorar la educación se trata. Porque eso de esa forma se incentivará la creatividad de educadores y estudiantes.

¿Que no hay computadoras en las escuelas? Tan fácil como dibujar en cartón la pantalla y el teclado.

¿Que el edificio escolar se cae en pedazos? Recordemos a San Francisco de Así y, como él, gratifiquemos el alma haciendo votos de pobreza.

¿Que los chiquillos no tienen gimnasio? Por Alá, pero qué ganas de hacer una tormenta en un vaso de agua, si es tan simple como improvisar una cancha de futbol 5 en un lodazal.

¿Que los pupitres están rencos y en mal estado? Recordemos que sentarse en el piso es una forma de cultivar un espíritu de sacrificio y estoicismo en la juventud.

Y así sucesivamente.

Pero admitamos que ella también posee un gran talento histriónico. Es una sensacional actriz, camaleónica y excepcionalmente versátil.

Así, frente a las universidades públicas, su rol favorito es el de la Miranda Priestly de Meryl Streep en “El Diablo Viste a la Moda”. Al punto que logra lo que parecía humanamente imposible: superar a Streep.

Pero ante estudiantes bulliciosos y rebeldes se transfigura en Sara García, abuelita indefensa, lacrimosa y compungida.

No hay duda que Ana Katharina Müller tiene un brillante futuro en Hollywood.

Economista, investigador independiente jubilado.

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