Camilo Rodríguez Chaverri
Zooave fue reconocido hace unos días como el mejor albergue de rescate de animales del mundo.
Escuché esta historia de Zooave, que me parece poética.
Una lora pasa años encerrada en una jaula de mierda, en cualquier casa. Por ejemplo, cuando decidí escribir este texto, fue porque en medio de un embotellamiento vi a una lora en el patio de una casa. Está en una jaula que no mide ni un metro cuadrado. Tiene al frente una zona verde enorme. Eso es como amarrar a una persona con mucha hambre frente a platos de abundante comida. Y tenerla así por mucho tiempo. Y darle apenas cucharaditas para que no muera de hambre.
Cuando rescatan a una lora así en Zooave, lo primero que hacen es meterla a una jaula grande junto a otras loras que vivieron algo similar. Aquello parece la Torre de Babel. Cada lora habla y habla y habla como loca. Aunque hablan entre ellas, realmente están hablando solas. Son muchos monólogos. Una recita, otra canta el himno nacional, otra dice hijueputa y otras palabrotas, otra dice venga o papi, es decir, todo lo que aprendieron con seres humanos.
Después de esa etapa, en la que sueltan un poco su locura, a cada lora la encierran en una nueva jaula junto a los loros. Cara lora y cada loro tienen una única pareja en su vida.
En ese momento, la lora y el loro se encuentran. Se escogen como pareja. Es entonces, cuando ya están en pareja, que sueltan a los loros y a las loras a la vida.
El amor los protegerá.
El amor los liberará.