Haití es un desastre humano y que se va a agravar
Carlos Manuel Echeverría Esquivel
He visitado Haití una vez en 1980, cuando bajo la opresiva dictadura dinástica de Duvalier el país todavía funcionaba. Me pareció interesantísimo, paupérrimo, violentado y explotado al máximo por los grupos dominantes que aceptaban la dictadura duvalierana como su eje. Ahora está peor. Pesadilla máxima para EEUU: que Cuba y Haití se desmoronen como estados al mismo tiempo.Los paises desarrollados, incluyendo los comunados en Europa, no parecen comprender que Haití es un país sui generis, al que no se le pueden aplicar principios conducentes a la democracia, como si se puede en otros.
Es un país que desde el inicio de su existencia como tal independiente, ha sido vejado desde afuera en forma durísima. Francia, dolida por la forma en que los esclavos de St. Domingue obtuvieron su independencia masacrando horriblemente a los franceses, se ensañó contra lo que hasta ese momento había sido su próspera colonia productora de azúcar, obligándola a pagar una cifra indemnizatoria que condenaba a la excolonia a la miseria so pena si no lo hacía, de destruirla con su inmenso poder en términos comparativos con el de Haití. El país, a pesar de los esfuerzos de Dessalines, L’overture, y el ilustrado emperador Christophe en los años pre revolucionarios y de independencia (1806), los tres despojados del poder en forma violenta, no pudieron consolidar un país que operara en forma convencional. Se establecieron varias familias o clanes que históricamente se turnan el poder y que han creando las “gangs”, representadas por la figura del llamado “Barbikiú”, cuya mirada aterroriza al más “pintao”. Estas familias y las “gangs”, los ton ton macoute en el tiempo de Duvalier que todavía sobreviven pero con mucho menos poder, hacen imposible el que pueda florecer una democracia de raíz. Hoy en día hasta las gangs se salieron de control; masacraron hasta en Petionville, el barrio de los ricos, donde está la ronera Barbancourt.
Todo se complica además por algo los gobiernos y la prensa internacional parecen ignorar, me refiero al papel desquiciador que el vudú y en menor grado el gagá juegan en la nación haitiana. Nación afectada además por terremotos y huracanes descarriladores de cualquier esfuerzo por mejoarr la desvalida situación, que afecta al país más pobre de América y cuya situación es motivo de vergüenza para el resto de los países del continente y los extracontinentales empezando por Francia, que no termina de resolver sus contradicciones respecto a Haití. El “black caucus” del Congreso norteamericano, que tanto dice reconocer a Haití su contribución a la emancipación esclavista en los EEUU, es poco lo que puede hacer.
Ante esta situación que a niveles impensables de carencia han dado pie a una violencia sin precedente en el país aun tomando en cuenta la cruenta rebelión independentista, el camino que están tomando “los occidentales” con la propuesta de un consejo transicional es con todo respeto insuficiente. Haití necesita acciones drásticas: es necesario “sacar de la calle” a las “gangs” desde su liderazgo para abajo y desmantelar los ejes que hacen que las familias dominantes conserven su poder. De allí con mucha paciencia, empezar a construir una nueva sociedad, productiva, con instituciones que le sirvan a la ciudadanía, con intolerancia total a la corrupción, transparencia, actitud agresiva en cuanto a educar para que la gente adquiera destrezas productivas, cívicas y menos “creyenceras” respecto al vudú y gagá, herencia africana maximizada en Haití. El país tiene una reserva intelectual importantísima en su diáspora. En Montreal, en Boston, en Paris y otras ciudades, la intelectualidad haitiana es poderosa. Por supuesto no van a regresar a un terreno donde priva la bestialidad.
Todo esto tomará tiempo, décadas posiblemente. Se requiere paciencia y perseverancia. Una fuerza de intervención primero confrontativa y luego estabilizadora que acompañe a los civiles ilustrados que asuman la reconstrucción replanteada del estado haitiano, es la única solución que veo; por más dramática que parezca, el mejor camino. Lamentablemente, en no pocas sociedades el camino hacia la democracia se vuelve extremadamente tortuoso.
Ex director general de Política Exterior en cancillería CR y ex embajador en El Salvador.