Monólogos con Pelé *
Lina Barrantes Castegnaro
En 1995, el último acto de Jean Bertrand Aristide, como Presidente de Haití, fue dejar sin presupuesto a las Fuerzas Armadas de su país.
El ejército había sido desmovilizado de hecho meses después de que Oscar Arias, ex presidente de Costa Rica, visitara el país diciendo que “el mejor regalo que le puede traer un costarricense a un haitiano, es la idea de abolir el ejército”.
Años después, en 2010, visitaba yo las ruinas de Sans Soucis, y la Citadelle, recordando en medio de la soledad y el silencio profundo –cosa poco común en Haití- las descripciones en la novela de Alejo Carpentier “El Reino de este mundo”, sobre la construcción de estas dos edificaciones, cuando de pronto, sonó un timbre en el edificio del cuartel al pie de la colina y cientos de niños ruidosos y alborotados salieron corriendo y gritando al patio de su colegio. El cuartel era ahora una escuela. Costa Rica había dado ese regalo a Haití.
Los costarricenses debemos a la visión de Figueres y la Segunda República, mucho de nuestro desarrollo. Invertimos en educación y en cultura el dinero que nuestros vecinos invirtieron en mantener ejércitos regulares. La abolición del ejército, marca un punto de quiebre en nuestro desarrollo como nación. Fue por eso, que la frase de Oscar Arias, sobre el mejor regalo que un costarricense puede dar a un haitiano, llevó a la inmediata reflexión a un hombre inteligente y culto como el Presidente Aristide.
Durante un año, el Premio Nobel 1987, Oscar Arias viajó con la Fundación Arias para la Paz, casi todos los meses a la Española. Invitó a diputados y senadores haitianos a conocer el modelo costarricense. Les mostró la frontera más segura de América Latina: la de Costa Rica y Panamá, por que habiendo abolido ambos países el ejército, no hay ni un solo militar en ninguno de los bordes. Fue el orador principal en la primera graduación de la Policía Nacional Civil Haitiana.
La historia de Haití es una historia de pobreza y opresión. Los haitianos construyeron en la cima de sus montañas fortalezas para cuya construcción ofrendaron sus vidas. Esas fortalezas los protegerían de invasiones. El país, pequeño, pobre, miserable, nunca pudo oponer resistencia a ninguna invasión de una potencia. Fue invadido por los Estados Unidos, y por Francia. Lo hubiese sido por cualquiera que tuviera la determinación de hacerlo. De la misma forma, durante años mantuvo un ejército que sirvió para reprimir al pueblo. El ejército de los Tonton Macoutes, sirvió para torturar, para asesinar. Para dar golpes de estado y obstaculizar el desarrollo del país.
Hoy 22 años después, el actual gobierno de Haití, decide resucitar su ejército. El argumento: dar empleo a jóvenes que terminan el colegio y no encuentran trabajo.
¡Qué triste y lamentable decisión!
Que profundo pesar ha de embargar a Toussaint-Louverture, libertador en contra de la esclavitud en ese país, cuando hoy, el gobierno haitiano se propone condenar a su pueblo a seguir en la esclavitud de la miseria invirtiendo sus escasísimos recursos en un ejército para reprimirlo.
* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.