Gustav Henningsen y el abogado de las brujas
Roldán Jimeno Aranguren, Universidad Pública de Navarra
La Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha sido la institución depositaria de los fondos documentales del mayor experto en el estudio mundial de la brujería y la Inquisición, el danés Gustav Henningsen, y de su esposa y traductora de su obra, Marisa-Rey Henningsen. Esto incluye los documentos y libros de los proyectos de investigación de Henningsen, especialmente de aquellos relacionados con el estudio de la brujería y la Inquisición españolas.
El abogado de las brujas
Una de sus mayores aportaciones se centra en la historia relativa a los brujos y brujas de Zugarramurdi, Urdax y otras localidades baztanesas, condenados por pertenecer a la malvada secta de adoradores de Satanás en el célebre auto de fe de Logroño de 1610, y el papel que tuvo, posteriormente, Alonso de Salazar Frías. Se trata de un trascendental episodio histórico que sobrepasa el interés científico del ámbito local para adquirir una dimensión internacional.
En el proceso inquisitorial logroñés fueron quemados once brujos, seis en persona y cinco en efigie, y durante dos años se arrestó a docenas de personas sospechosas de ser miembros de la secta secreta. Acabado el proceso, la Suprema encomendó al licenciado Alonso de Salazar Frías, “el abogado de las brujas” –según acertada denominación de Gustav Henningsen–, uno de los inquisidores que había participado en el proceso, la realización de una visita a las zonas de los acusados.
Hasta el momento era frecuente que se persiguiera la brujería de forma casi obsesiva, como lo hizo el año precedente en Labourd el jurista Pierre de Lancre, miembro del Consejo de Estado de la corte de Enrique IV y responsable de la instrucción de los procesos de brujería.
Salazar observó entre mayo de 1611 y enero de 1612 el fenómeno de la brujería vasco-navarra, llevando con él un edicto de gracia que prometía la absolución de todos aquellos que de manera voluntaria se acusaran a sí mismos y a sus cómplices. La mayor parte de los acusados eran gente analfabeta y de baja condición social.
Tras ocho meses de pesquisas, Salazar regresó a Logroño escéptico y elaboró unos memoriales de más de 11 000 páginas manuscritas en las que defendía la inocencia de las supuestas brujas y realizaba propuestas para terminar con esta cuestión. Estos informes suscitaron arduos debates entre los miembros del propio Consejo de Inquisición, pero este, finalmente, acabó dictando unas Nuevas Instrucciones, en agosto de 1614, sobre el delito de brujería, diferenciando las cuestiones que tenían que ver con la superstición de los hechos probados.
El Santo Oficio acabó admitiendo los errores cometidos y dictó el Edicto de Silencio en 1620. En este trascendental texto, la Inquisición hizo suyas las opiniones de Salazar, admitió los errores cometidos en el proceso contra la secta de brujas y prohibió las confesiones y acusaciones públicas de brujería. Como afirmara el propio Salazar, el mejor remedio para acabar con la brujería era ignorarla. A partir de entonces, se dejó de perseguir a las brujas en el mundo occidental.
Los memoriales de Alonso de Salazar y el conjunto de la documentación archivística que precipitó el cambio de percepción en torno a la brujería fueron minuciosamente estudiados por Gustav Henningsen, convertido, a partir de entonces, en una referencia indiscutible en todo estudio sobre el final de la brujería en el mundo occidental.
El legado Henningsen
Director de Investigación del Danish Folklore Archives entre 1965 y 2002, Henningsen es Magister artium en Folklorística Nórdica por la Universidad de Copenhague y doctor en Filosofía por la misma Universidad, con la tesis doctoral titulada The Witches’ Advocate, de la que surgió el libro El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición española, publicado en inglés en 1980 y en castellano en 1983.
La segunda parte de esta tesis doctoral acaba de publicarse en el libro En busca de la verdad sobre la brujería. Los memoriales del inquisidor Salazar y otros documentos relevantes sobre el auto de fe de 1610, editado por la UPNA. Su aparición ha coincidido con la edición de dos volúmenes monográficos de la revista Príncipe de Viana dedicados a los Henningsen-Rey, donde se recogen trabajos inéditos, diferentes textos biográficos y autobiográficos, y artículos dedicados en su honor.
Otra de sus mayores contribuciones fue el desarrollo, a partir de los años 70, de una metodología para el tratamiento de los datos de los documentos históricos y su posterior inclusión en bases de datos y programas informáticos, destacando entre ellos los proyectos Codex Moldenhawerianus, Spanish Inquisition y Relaciones de causas.
Además, para sus investigaciones no solo usó documentos textuales, sino también sonoros y fotográficos. Su exhaustiva labor investigadora ha generado un conjunto de miles de reproducciones de documentos sobre la brujería y la Inquisición anotados y organizados minuciosamente por él, centenares de fichas y bibliografía especializada, correspondencia con otros investigadores, exposiciones, reseñas, etc.
Una pequeña parte del legado, relativa fundamentalmente a fotografías de Galicia, está custodiada en el Museo do Pobo Galego, situado en Santiago de Compostela, y otra parte, fundamentalmente con documentación de archivos audiovisuales, en la Biblioteca Nacional.
La integración del archivo y biblioteca en la Universidad Pública de Navarra preserva su inmensa labor investigadora. Además, se incluye en el fondo parte de su archivo privado personal, que ayuda a comprender y a contextualizar dichas investigaciones. La UPNA también custodia los materiales de investigación y el archivo personal de su esposa, la investigadora gallega Marisa Rey-Henningsen. Ambos fueron reconocidos especialistas a nivel internacional en los ámbitos de la historia, el folclore, la etnografía y la antropología.
La identificación, clasificación y descripción de sus investigaciones, para su posterior consulta en el Archivo General, tiene como objetivo contribuir y dar continuidad a la investigación de Henningsen por futuros investigadores.
Roldán Jimeno Aranguren, Profesor de Historia del Derecho, Universidad Pública de Navarra
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.