Centros de datos quedan atrapados en la escalada tecnológica entre China y Estados Unidos
Los centros de datos se convirtieron en activos estratégicos en medio de la intensificación de la competencia tecnológica global. A medida que las disputas entre Estados Unidos y China escalan hacia una nueva «Guerra Fría digital», las infraestructuras digitales, antes consideradas elementos técnicos de respaldo, se transforman en puntos focales de seguridad nacional y rivalidad geopolítica.
Desde 2022, Washington impuso controles a la exportación de semiconductores hacia China. Estas medidas alcanzaron un nuevo nivel a mediados de 2025, cuando se prohibieron incluso los chips de inteligencia artificial diseñados para cumplir con las regulaciones anteriores. Con ello, Estados Unidos cerró el acceso de China al hardware más avanzado del sector, con el objetivo de mantener su supremacía tecnológica.
Frente a estas restricciones, China ha buscado desarrollar proveedores alternativos y profundizar sus alianzas estratégicas, incluyendo su Ruta de la Seda Digital. Al mismo tiempo, países aliados de Estados Unidos, como Japón, Taiwán y Corea del Sur, establecieron lazos de cooperación más estrechos a través de iniciativas como la alianza «Chip 4». Esta división tecnológica puso presión sobre naciones intermedias, que deben decidir entre alinear sus cadenas de suministro con uno u otro bloque comercial.
Los flujos internacionales de datos también se convirtieron en foco de regulación. Bajo el concepto de «soberanía digital», gobiernos como los de la Unión Europea y China comenzaron a restringir el procesamiento de datos fuera de sus fronteras. Esta fragmentación convirtió la nube global en un mosaico de jurisdicciones nacionales, donde el almacenamiento y procesamiento de información se vincula directamente con la seguridad y la autonomía estratégica.
Actualmente, más del 95% del tráfico mundial de internet pasa por centros de datos, y Estados Unidos concentra aproximadamente el 51% de estas infraestructuras. Esta concentración incentivó a otras regiones a acelerar el desarrollo de sus propias granjas de servidores. En Asia, por ejemplo, se desató una expansión intensa con apoyo de incentivos fiscales y permisos acelerados.
Además del impacto económico, el control local de los centros de datos representa un factor de resiliencia digital. Estos nodos pueden atraer sectores clave como servicios en la nube o investigación en inteligencia artificial, mientras reducen la exposición a interrupciones transfronterizas. Sin embargo, esta nueva relevancia conlleva vulnerabilidades, debido a la dependencia de componentes críticos como chips avanzados o fibra óptica, cuya disponibilidad está sujeta a tensiones comerciales.
La politización de los datos y la infraestructura digital plantea el dilema de si el futuro será de cooperación o fragmentación. A pesar del aumento de restricciones y tensiones, cumbres recientes sobre inteligencia artificial han mostrado un interés por establecer normas compartidas que eviten un conflicto abierto. El desafío radica en lograr ese equilibrio en un entorno marcado por la desconfianza.
De acuerdo al World Economic Forum (WEF), las decisiones que tomen ahora los gobiernos y líderes tecnológicos determinarán si los centros de datos se consolidan como instrumentos de desarrollo global o se transforman en escenarios de confrontación. También concluyó, el rumbo de la inteligencia artificial y su integración segura en la economía dependerá del equilibrio entre rivalidad y colaboración en esta nueva era digital.
NotiPress