Gaza y el curso de la Historia

Peter Beinart

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De cuando en cuando, hay quien dice: «¿por qué le prestamos tanta atención a lo que está sucediendo en Gaza? Al fin y al cabo, hay cosas muy, pero que muy terribles que ocurren en todo el mundo y a las que no se les presta mucha atención». Y hay ciertas respuestas convencionales para esto. Una respuesta para los norteamericanos es que los Estados Unidos son profundamente cómplices de la matanza de Gaza de una manera que no es el caso en muchos otros lugares en los que la gente sufre mucho. Otra respuesta más general es que la gente tiende a prestarle más atención a lo que ocurre en Israel-Palestina, dado que se trata de una cuestión central para judíos, musulmanes y cristianos. Pero yo quiero sugerir otra respuesta. Y tiene que ver con la forma en que lo que Israel está haciendo, y tal vez intentando hacer, en Gaza, y cómo reacciona el mundo, supone una suerte de referéndum de la noción misma de progreso histórico. La cuestión es si estamos hoy fundamentalmente en un mundo diferente y mejor que en siglos anteriores.

Me van a permitir que trate de explicar lo que quiero decir.

Tal y como yo entiendo lo que Israel está llevando a cabo en Gaza, así es como yo lo veo: existe un consenso bastante abrumador hoy en Israel, entre los judíos israelíes – existía incluso antes del 7 de octubre, pero es aún más fuerte desde esa fecha —, de acuerdo con el cual Israel no puede otorgar a los palestinos un Estado propio, desde luego no en un futuro previsible, y desde luego que Israel no va a concederles a los palestinos la ciudadanía en el país en el que viven, en Israel, cierto, ni en estos territorios que Israel controla. Por lo tanto, Israel va a controlar de diversas maneras a todas estas personas, a millones de personas en Cisjordania y Gaza y Jerusalén Este, privadas de derechos básicos, del derecho básico de ciudadanía.

Y creo que, hasta el 7 de octubre, los dirigentes israelíes pensaban que estaban gestionando bastante bien ese sistema.

Las cosas andaban bastante tranquilas en Cisjordania. La Autoridad Palestina colaboraba Israel. Hasta Hamás daba la impresión de que, de una manera extraña, estaba trabajando con Israel para mantener las cosas relativamente tranquilas. Israel mantenía políticas de palo y zanahoria. Permitía que hubiera más trabajadores palestinos que entraran en Israel desde los Territorios Ocupados, pensando que eso le ofrecería a la gente un incentivo para mantener las cosas relativamente tranquilas, pues no querrían perder eso. Por supuesto, estaba la amenaza siempre presente de la violencia israelí, violencia mayor si los palestinos agitaban las aguas. E Israel estaba pasando a cosas más grandes y mejores en su opinión, ya lo sabemos: la normalización con Arabia Saudita o establecer relaciones con todo género de países relevantes en todo el mundo.

Creo que ahí es donde estaban los líderes políticos de Israel el 6 de octubre. El 7 de octubre demostró que este proceso de gestión se ha venido abajo, pues, en realidad, resulta muy difícil la gestión durante un largo periodo de tiempo de personas a las que niegas derechos básicos, porque esas personas se van a resistir. Y, por supuesto, la forma en que resistieron el 7 de octubre a mí me resultó horrible, ¿verdad? Prefiero las muchas otras formas en que los palestinos han resistido, que son mucho más éticas. Pero la cuestión es que lo probable es que la gente se resista a los sistemas de opresión. No podemos pretender que se queden de brazos cruzados durante mucho tiempo.

La administración Biden quiere recrear, me parece, una especie de sistema de gestión de esta situación. A saber, hablan de dos Estados. Pero creo que lo que realmente quieren hacer, básicamente, es tratar de recomponer los pedazos del jarrón roto, poner a alguien al mando en Gaza que mantenga las cosas en calma, remodelar si acaso un poco la Autoridad Palestina, y básicamente seguir adelante para poder hablar de otras cosas. Pero creo que eso va a ser extraordinariamente difícil de poner en práctica. La verdad es que Gaza era ya inhabitable antes del 7 de octubre. Según la ONU, era inhabitable en 2017. Ahora es catastróficamente inhabitable, ¿verdad? La mayoría de los hospitales están destruidos. La mayoría de las viviendas están destruidas. Casi todo el mundo, desplazado. Las universidades, destrozadas. Me resulta extremadamente difícil ver cómo se va a reconstruir Gaza. Israel ya ha dicho que quiere aumentar las zonas tapón, lo que significa que en Gaza habrá menos espacio para la gente del que hay ahora. Y es ya uno de los lugares más superpoblados del planeta. Es probable que el bloqueo sea más estricto que antes porque Israel va a decir que no podemos permitir que Hamás consiga los medios para rearmarse ni que los consiga nadie más.

Por tanto, no me parece ni remotamente plausible que Gaza vaya a poder realmente reconstruirse. Y creo que hay diferencias de opinión dentro del gobierno israelí, pero me parece que las personas del gobierno israelí que tienen la visión más coherente de lo que quieren hacer, más allá de lo que es simplemente salir del paso, son aquellas personas de la derecha del gobierno israelí que quieren crear en Gaza unas condiciones que generen una presión tal que, tarde o temprano, Egipto abra su frontera y se produzca un éxodo masivo de Gaza -porque, digámoslo una vez más, Gaza es inhabitable- y no se les permita entonces regresar a esas personas.

Egipto ha adoptado una línea muy dura contraria a esto. Pero Egipto es un país bastante vulnerable. Creo que tiene una deuda de 28.000 millones de dólares. Está muy endeudado con los países del Golfo. Ha habido informes de que Egipto ya ha estado construyendo un muro dentro de Egipto, esencialmente destinado a contener a la gente que imagina que podría cruzar desde Gaza, sobre todo desde Rafah, que es donde esta población palestina se encuentra tan concentrada ahora, pues Israel se ha movido a lo largo del resto de la Franja de Gaza.

Por lo tanto, creo que la gente -que no son todos en el gobierno israelí, no son todos en la política israelí- pero la gente con la visión más clara, que está en la derecha, tiene la visión de la expulsión. Y algunos de ellos lo tienen muy claro desde hace mucho tiempo. Sobre esto he escrito ya. En 2017, Bezalel Smotrich afirmó esencialmente que, si los palestinos no aceptan su falta de ciudadanía y se levantan, van a tener que marcharse. Y toda una serie de personas más del gobierno israelí, de Tzachi Hengbi, asesor de Seguridad Nacional, a Avi Dichter, ministro de Agricultura, pasando por Yoav Gallant, ministro de Defensa, ha ido haciendo declaraciones a lo largo de los años sobre la posible necesidad de la expulsión. Y se trata de una postura muy popular en Israel.

Entonces, ¿qué tiene esto que ver con el curso de la Historia? Me parece que una de las razones por las que a la gente le cuesta imaginarse esto como posibilidad es que no parece sencillamente la clase de cosas en la que un país puede salirse con la suya en esta época de la historia. Si retrocedemos y pensamos un poco en ello, somos muy conscientes de que muchos países llevaron a cabo esto mismo en el pasado. De hecho, en el caso de los Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, fue así como se crearon esos países, cierto, con actos de destrucción masiva de la población nativa, que despejaron el camino para un nuevo país, una especie de nueva sociedad. El mismo Israel no se podría haber creado como Estado judío sin ese acto de expulsión masiva en la fundación de Israel, puesto que sencillamente no había allí suficientes judíos, ni siquiera en el territorio designado como Estado judío por la ONU, como para crear una gran mayoría judía, necesaria para un Estado judío. Ese sucio secretillo, del que la gente no suele hablar al tratar del plan de partición de la ONU es que, hasta en el Estado judío asignado, había sólo una escasa mayoría judía en ese territorio. Dicho una vez más, sólo un tercio de la población de toda la Palestina del Mandato era en ese momento judía.

Así pues, Israel mismo nació mediante esta clase de acto de expulsión masiva. Pero creo que la inclinación a creer que la Historia tiene una trayectoria dirigida al progreso hace que la gente piense que este es el tipo de cosas que se podían hacer en el siglo XIX. Tal vez era incluso el tipo de cosa que se podía realizar a mediados del siglo XX -y hubo grandes expulsiones de población a mediados del siglo XX- pero que no se puede llevar a cabo hoy en día. Tras la Segunda Guerra Mundial, creamos un sistema de normas e instituciones internacionales, una especie de ética superior que rige el comportamiento de los países, y eso ya no se puede hacer. Así que me parece que una de las cosas que realmente están en juego en esta expulsión masiva de Gaza es la cuestión de si eso es cierto: si estamos en una era diferente de la historia, si ha habido algún tipo de progreso fundamental que significa que los países no pueden hacer lo que podían hacer en el pasado. Lo que significaría que Israel no puede resolver el problema palestino de la misma manera que los Estados Unidos resolvieron su problema con los nativos americanos en el siglo XIX, que fue, básicamente, reduciendo la población de tal manera que ya no fuera una amenaza.

Y creo que hay pruebas, horripilantes, de que estas ideas de progreso que tenía la gente puede que no sean realmente exactas. Es interesante. Una de las cosas que Barack Obama…ya saben, Barack Obama era una especie de progresista por excelencia en el sentido de que a menudo citaba a Martin Luther King diciendo, ya saben, «el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia». Y él y John Kerry le decían a menudo a Benjamin Netanyahu en aquel entonces: «Sabes, no puedes salirte con la tuya controlando a todos esos palestinos que carecen de derechos básicos. El mundo ya no funciona así. Ya no estamos en una era colonial». Y Netanyahu, que es hijo de un historiador, creo que, a su manera, estaba diciendo: «¿Por qué estáis tan seguros de que la Historia se mueve en esa dirección en particular?

Me temo que, de hecho, los acontecimientos le están dando la razón a Netanyahu. Hemos tenido un acontecimiento de expulsión masiva, que no ha tenido en el mundo ni de lejos, me parece, la atención que debería haber tenido, el pasado septiembre, cuando 100.000 armenios fueron expulsados de Nagorno-Karabaj. Tenemos la invasión de Vladimir Putin de Ucrania, la cual, según parece hoy muy probable, no retrocederá en el sentido de que, que Rusia nunca se verá obligada a replegarse ni recuperará Ucrania el control total sobre su soberanía, ya sabes, lo que empezó con la invasión en 2014 por parte de Rusia y continuó en 2020. Tenemos un gobierno en la India que está pasando de ser un Estado laico a un Estado supremacista hindú muy, muy agresivo, y que está haciendo retroceder de forma dramática y muy violenta los derechos que los musulmanes tenían en la India. Tenemos, por supuesto, a China como una suerte de potencia mundial en ascenso. Y en los Estados Unidos, tenemos la posibilidad de una presidencia de Trump y la posibilidad de figuras similares a Trump en diversos lugares de Europa.

Así que, en esas condiciones, me parece que nos enfrentamos a la perspectiva real, de hecho, de que estemos adoptando un giro histórico en el que las normas, muy frágiles, de las que disponíamos en relación al comportamiento del Estado, se están realmente erosionando, y que el tipo de expulsiones masivas que hemos visto en períodos anteriores de la Historia esté hoy regresando de nuevo y se hace pensable una vez más. Y creo que, si Israel logra realizar lo que quieren llevar a cabo en Gaza muchos de los miembros del gobierno israelí, creo que eso le abrirá la puerta a Modi y a otros en todo el mundo, viéndolo como una posibilidad en lo que respecta a sus poblaciones minoritarias difíciles de controlar y a las que no quieren conceder derechos plenos. Me parece que eso es lo que está sobre la mesa en términos de lo que está sucediendo en Gaza. Y una forma de responder a la pregunta de por qué importa tanto, es porque importa tanto, no sólo por el destino de esas personas individuales en Gaza, y por lo que dice de los Estados Unidos sobre la forma en que se comporta en todo el mundo, y por lo que dice de Israel, sino por lo que dice del curso de la Historia. Creo que eso es lo que está en juego en este momento.

Peter Beinart es un periodista colaborador de The New York Times, The New York Review of Books, The Daily Beast, Haaretz o CNN, fue director de la revista The New Republic. Profesor de la Escuela de Periodismo Craig Newmark de la City University de Nueva York y director de la revista digital Jewish Currents, ha pasado de comentarista liberal judío a manifestarse como agudo crítico de Israel y el credo sionista.

Fuente: The Beinart Notebook
Traducción: Lucas Antón para sinpermiso.info

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