Por María G. Zornoza* – Público.es
La era de los cordones democráticos está llegando a su fin en un momento en el que los populares europeos blanquean las alianzas con las fuerzas ultras
Juan García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León y dirigente de Vox, ha participado esta semana en el programa Masterchef de TVE. Los neonazis de Demócratas Suecos se han consolidado como la segunda fuerza más votada del país. Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo, ha asegurado en una entrevista con el diario El País que «Salvini y Meloni no son extrema derecha». De fondo, los populares europeos abrazan la plausible coalición de ultraderecha en Italia. Las fuerzas de extrema derecha están ascendiendo en los momentos actuales de policrisis. Y su presencia en los espacios públicos y políticos está cada vez más tolerada y blanqueada.
Esta semana, el Parlamento Europeo concluía en una resolución no resolutiva que Hungría ya no puede considerarse una democracia plena. Poco después, la Comisión Europea ha dado un paso sin precedentes proponiendo la suspensión de 7.500 millones de euros, el equivalente al 65%, de los fondos de cohesión destinados a Hungría. La deriva autoritaria del país de Víktor Orbán y la de su aliado iliberal en Polonia es la gran amenaza interna para el futuro del proyecto europeo. Las afrentas a la independencia judicial, las leyes contra mendigos, homosexuales o migrantes, los obstáculos a la oposición o a los medios de comunicación independientes o los continuos desmanes al Estado de Derecho son la tónica dominante en las políticas de Orbán y de los de Kaczynksi.
Ambos líderes podrían ampliar su influencia en la UE si se consolidan los dos juegos de sillas previsibles en Estocolmo y Roma. La extrema derecha de Demócratas Suecos se erigió en las elecciones generales de la semana pasada como el segundo partido más votado, adelantando a las fuerzas de centro y poniendo fin a ocho años de Gobierno liderado por la izquierda. Suecia da portazo al cordón democrático que ha impuesto históricamente a los ultras. La formación antiinmigración, que tiene raíces neonazis, podría por primera vez formar parte del Ejecutivo.
La campaña electoral sueca ha estado monopolizada por el debate en torno a la seguridad y la inmigración. Incluso el partido socialdemócrata, durante sus dos mandatos en el poder, endureció mucho el tono y las políticas contra las personas migrantes. Ahora, el ultranacionalista Jimmie Akesson, líder de Demócratas Suecos, ha centrado su programa en «hacer Suecia segura otra vez» prometiendo penas de cárcel más duras y restringiendo la entrada de refugiados.
Los suecos comparten familia política en la Eurocámara con Hermanos de Italia, el partido ultra que se posiciona, según todos los sondeos, como la primera fuerza en las próximas elecciones transalpinas del 25 de septiembre. La fuerza que dirige Giorgia Meloni se proyecta como la gran triunfante de la próxima semana. El escenario que más fuerza toma es el de una coalición junto a la también ultraderecha de La Liga de Matteo Salvini y Fuerza Italia, el partido conservador que capitanea Silvio Belusconi.
No sería la primera vez que un país fundador de la UE estuviese gobernado por fuerzas populistas y euroescépticas. Ya en 2018, el experimento comenzó con el Ejecutivo de La Liga y el Movimiento 5 Estrellas. Pero, en este caso, los populares europeos se muestran mucho más cómodos y receptivos con este escenario. La era de los cordones democráticos a la extrema derecha en Europa está llegando a su fin y su participación en la vida política y las alianzas con estas fuerzas son vistas con más y más normalidad. En España todavía no ha ocurrido a nivel nacional, pero el partido ultraderechista Vox ya forma parte de Gobiernos autonómicos, como ocurre en Castilla y León.
Así, las alianzas de los populares con la extrema derecha ya no plantean el dilema moral de hace años. El propio Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo, ha bendecido la campaña de Forza Italia, cuya potencial alianza con el tándem Meloni-Salvini pone en tela de juicio su coherencia con los valores y principios europeos. La estrategia de los conservadores pasa por asegurar que el programa de las fuerzas ultras es compatible con los sus principios de estabilidad y seguridad.
Tajani: «Salvini y Meloni no son extrema derecha»
El propio Tajani, antiguo presidente de la Eurocámara y cara visible de Forza Italia, ha reconocido abiertamente este blanqueo: «Salvini y Meloni no son extrema derecha», aseguraba esta semana en una entrevista con el diario El País. La normalización de estas fuerzas y su entrada en los gobiernos llega además cuando Europa atraviesa uno de sus momentos más complicados. La guerra en Ucrania va camino del séptimo mes y sus consecuencias en suelo comunitario están siendo muy punzantes: los precios de los alimentos, de la energía y de los combustibles alcanzan cifras récord. El invierno se anticipa frío y difícil. Y una recesión económica o un racionamiento energético ya no son escenarios descartables.
Un sillón para los de Meloni en la mesa del Consejo Europeo tendría implicaciones directas: será un revulsivo para gobiernos como el de Orbán, podrá crear un efecto dominó en futuras victorias de fuerzas euroescépticas y sentaría un precedente para establecer como algo normal pactar con la ultraderecha. El propio Manfred Weber es un político alemán del grupo conservador que hasta hace no mucho lideró Angela Merkel, para la que el aislamiento de la extrema derecha Alternativa para Alemania fue un principio sagrado.
En términos sociopolíticos, figuras como Salvini o la propia Marine Le Pen no ocultan su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin. Con el aterrizaje del nuevo gobierno en Italia, las nuevas medidas europeas contra el Kremlin en el marco de la guerra en Ucrania pueden complicarse. Y leyes como la prohibición de hablar sobre homosexualidad en los colegios húngaros pueden dejar de ser una excepción, representando un retroceso en las libertades e igualdades que proclama la bandera de las doce estrellas.
* María García Zornoza, periodista de Público.es y de Aquí Europa, donde ha ganado el premio Lorenzo Natali de la Comisión Europea por su reportaje “De la guerra en Siria a trabajar con 13 años en Turquía”. La periodista ha sido premiada en la categoría amateur de Europa y es una de los doce periodistas que han recibido el galardón durante los Días Europeos del Desarrollo.
Vía: other-news.info