Europa: Keynes sepultado por el ajuste fiscal y la austeridad

Carlos Garramón (*)

Keynes

A fin de año escribí un artículo para Bitácora en el cual aventuré algunas predicciones para el 2012 sobre la probable evolución de Europa, EEUU y China.

Habiendo transcurrido dos meses desde el inicio del año es útil ahora intentar un seguimiento de dichas predicciones para ajustar, corregir o enriquecer pronósticos. La realidad no esta lejos de lo que aventuramos al inicio del año en EEUU y China.

Más aún, en EEUU se corrigió al alza el crecimiento del producto del cuarto trimestre del 2011: 3%, la tasa de desempleo se amesetó y existen algunos elementos referidos al mercado de la vivienda, la producción manufacturera y el índice de confianza del consumidor que confirman que una tenue recuperación se consolida.

Considero que a medida que avance la posibilidad de reelección de Obama la recuperación se acelerará en el segundo semestre, si la crisis europea y el conflicto bélico con Irán se mantienen contenidos. China acaba de oficializar que su tasa de crecimiento del producto para el 2012 será de 7.5%, los mismos dos puntos porcentuales que predecíamos al inicio del año.

El día posterior a este anuncio (martes 6) se derrumbaron los mercados de todo el mundo, lo que nos confirma el rol de “motor” que juega China para la economía global en crisis.

En Europa la evaluación adquiere una naturaleza diferente. En estos 60 días la misma ha sido el centro de la atención mundial y los cambios se han sucedido vertiginosamente. Lo que allí acontezca es determinante para el desempeño de la economía global, al menos en el presente año. El temor a un colapso del Euro y la desintegración de la UE, ha dominado el comportamiento de inversores, analistas y líderes políticos.

Si ocurriese, el nivel de contagio tendría la fuerza de un gran tsunami cuya ola llegaría a todas las costas del planeta.

Al inicio del año, este escenario tenía una gran probabilidad de ocurrencia: la crisis de deuda de la mayoría de los países de la CEE se reflejaba en una creciente prima de riesgo para algunos países y las colocaciones de bonos soberanos emitidos por Italia y España bordeaban el peligroso umbral del 7% anual.

El pánico dominaba el mercado de capitales y se extendía a acciones y monedas. Como resultado, el “horror” comenzó a ejercer sus efectos sobre los lideres políticos europeos, fundamentalmente sobre la dirigencia alemana y francesa, países a los cuales pertenecen la mayoría de los bancos inundados de bonos soberanos italianos, españoles, portugueses, griegos e irlandeses, entre otros.

Como consecuencia, a partir de la segunda quincena de enero se desataron una serie de acontecimientos que han delineado un escenario en el cual, si bien han disminuido los riesgos de colapso, se ha consolidado la hipótesis de una severa recesión durante el 2012 para la UE y la Zona Euro.

Este cambio de escenario ha sido el resultado de un torbellino de reuniones de autoridades comunitarias y cumbres presidenciales, todas ellas con el propósito de reformular la arquitectura institucional de la UE, dotar a la UE y a la Zona Euro de mayor gobernanza, redefinir el rol del BCE y generar nuevos tratados para mantener unificada la Zona Euro y el destino de su moneda única.

Toda esta intensísima actividad ha tenido como eje una postura ideológica dominante: “la teoría Merkozy del equilibrio fiscal como precondición para el crecimiento”; además de una obsesión estructural: la crisis hizo evidente que los países que comparten el Euro no solo deben resignar su política monetaria, sino que también deben resignar su política fiscal.

Como corolario, en la cumbre del jueves 1º de marzo, la teoría Merkozy logró su formalización en un tratado que consagra la austeridad fiscal e impone a los países signatarios la obligación constitucional de mantener el equilibrio fiscal.

Un total de 25 países, de los 27 de la UE, firmaron el tratado que entrará en vigencia en la Zona Euro con la ratificación del mismo por un mínimo de 12 países. Recurriendo a la más pura teoría neoliberal, Merkel justificó el tratado declarando “Lo primero que hay que hacer es firmar el tratado para erradicar el desequilibrio fiscal, lo segundo es cómo generar crecimiento”.

Exactamente lo contrario a lo que opinaría Keynes, e incluso estructuralistas post keynesianos como Paul Krugman, lo que transforma la crisis europea en un terreno de disputa de la teoría económica: keynesianismo versus clasicismo neoliberal. O Europa entra en un círculo vicioso de más ajuste, más contracción, más déficit, o en un círculo virtuoso como asume Merkozy: menor déficit fiscal, mayor confianza de inversores y consumidores y, por ende, mayor crecimiento.

Merkel fundamenta su posición en aquellos analistas que plantean que Europa no transita una crisis de deuda, sino una crisis de confianza, y por ende lo que hay que restablecer es la confianza de los inversores y los consumidores con fiscos sólidos y presupuestos equilibrados. Obviamente, nada de esto, ni siquiera para Merkel, ocurrirá durante 2012, la confianza, si ésta fuese la tesis adecuada, es algo que se recupera en muchos años.

Los latinoamericanos conocemos de la longitud de estos ciclos. En consecuencia, la contracción de la actividad y el producto del presente año ya está asumida, incluso en Alemania, y especialmente en los países que han aplicado mayores recortes presupuestarios: Grecia, Portugal, España e Italia.

Ya el último trimestre del 2011 arrojó un crecimiento negativo de 0.3% y se espera que este guarismo se repita a niveles similares en 2012, en la versión más optimista. Tengamos en cuenta que hoy cinco economías (Grecia, Portugal, Italia, Holanda y Bélgica) han ingresado en recesión técnica (dos trimestres con crecimiento negativo).

En esta cumbre del 1º de marzo hubo un segundo hecho trascendente en el persistente salvataje del Euro. Lo constituyó la decisión de adelantar la mitad del préstamo de 130.000 millones de euros a Grecia para respaldar el canje de bonos y recapitalizar los bancos, nada para aliviar la crisis presupuestaria de la sufrida Grecia. El canje se cierra esta semana y ayer lunes el Ministro Venizelos declaró que es optimista y que la participación superará el 90%. Pero la UE sigue siendo precavida y postergó hasta el 9 de marzo el desembolso de la otra mitad.

De todas maneras, esta liberación parcial de fondos a Grecia, así como el lanzamiento del mayor canje de la historia –una quita de 53.5% de los bonos en manos de tenedores privados para borrar 107 mil millones de su deuda de 350 mil millones- generó un efecto muy positivo (si el canje tiene éxito) para la gestión de la crisis europea: Grecia dejó de ser el centro de la agenda política y económica, lo que elevó la confianza de los inversores, mortificados hace más de dos años por la incertidumbre que generaba la tragedia helénica.

Desplazada Grecia del centro de la agenda (por ahora) y armonizando la política monetaria con la fiscal en la Zona Euro, resurge con mayor nitidez la dimensión de la crisis financiera y su impacto sobre la disponibilidad de crédito para empresas y familias, y por ende sobre el consumo y, en definitiva, sobre el cada vez más lejano “lejano sueño del crecimiento”. Y es aquí donde el centro de la discusión se traslada al rol del BCE.

¿Debe el BCE intervenir en la compra directa de bonos soberanos?; ¿debe ser más agresivo en el mercado secundario?; ¿debe ser más incisivo en su rol de “cortafuegos” proveyendo más liquidez al sistema bancario?; ¿es urgente instrumentar los Eurobonos? La urgencia ya ha precipitado al BCE a una inyección de liquidez en el sistema bancario de un billón de euros. La realidad ha dado su primera respuesta: los bancos se han capitalizado pero no han trasladado nada de esa primera lluvia de liquidez al crédito a empresas o familias.

Doble preocupación: los bancos no reactivan su negocio central y por ende incrementan su fragilidad financiera, y la desconfianza junto con el nivel de riesgo que genera la incertidumbre sobre la evolución de la economía de la UE, impiden que el “descongelamiento” crediticio para lubricar y echar a andar el motor del crecimiento. Recortes presupuestarios, caída de la actividad, desempleo creciente (10.7% en la Zona Euro, con un máximo de 23.3% en España) y falta de crédito, conforman un escenario desesperanzador.

Ante esto Merkel insiste “el tratado de consolidación fiscal es un paso importante hacia una unión estable, hace posible una unión política”, nuevamente el tema crecimiento sigue ausente de su agenda, quizás porque como insinúa Christine Lagarde: “Algunos países tienen que avanzar a toda velocidad para impulsar el crecimiento”, “los que tienen margen de maniobra fiscal deben buscar cómo impulsar el crecimiento de aquellos países restringidos en su expansión por el desequilibrio”, aunque no mencionó ningún país en particular fue fácil suponer que se refería a Alemania, el motor del crecimiento europeo. Cameron, más lacónico, introdujo la nueva dimensión “Europa no solo enfrenta una crisis de deuda; es también una crisis de crecimiento”.

El otro acontecimiento que durante estos primeros 60 días del año aleja a Alemania de su ortodoxia e inflexibilidad inicial, fundamentalmente por la presión ejercida sobre Merkel por el G-20 y el FMI, fue la aceptación adoptada a fines de febrero por la UE de unificar el Fondo de Estabilidad Financiera con el nuevo mecanismo de Estabilidad Financiera (MEDE), o Fondo de Rescate, elevando su capacidad a 750 mil millones de euros, con el propósito de respaldar países en los cuales se agudiza la crisis económica y el desempleo.

En resumen, los primeros dos meses del 2012 han girado febrilmente en torno a una Europa que ha optado por una línea económica que privilegia el ajuste para lograr el equilibrio fiscal. Se ha evitado el colapso del Euro, lo que sería muy negativo para la economía global, pero dramático para el sistema financiero europeo y para Alemania en particular, cuyas exportaciones, motor de su economía, concurren en un 50% al propio mercado europeo.

Se ha evitado caer en el precipicio, pero es indudable que la salida adoptada e impuesta por Merkozy a los demás países de la Unión tiene un serio problema de sustentabilidad. Sustentabilidad política y sustentabilidad económica.

Difícil imaginar que las sociedades sometidas a tremendos sacrificios en sus niveles de vida y altas tasas de desempleo no reaccionen o se expresen electoralmente en alternativas políticas distintas a las que hoy han acordado la austeridad y la decesión. La elección presidencial en Francia en el mes de mayo es el primer desafío. ¿Qué sucederá si el candidato socialista (François Hollande) es Presidente? (ya ha expresado abiertamente su negativa al texto del tratado aprobado en la cumbre del jueves pasado)

La sustentablidad económica es también cuestionable. La pregunta que se hacen hoy varios economistas es altamente relevante: el ajuste conduce a una caída de la actividad, lo que a su vez conduce a mayor déficit fiscal, y por los tratados de equilibrio fiscal a ulteriores recortes presupuestarios y así sucesivamente a nuevas caídas de la actividad y del empleo. No hay en la visión de Merkozy un planteo de crecimiento, no esta identificado el motor, el modelo, parece ser un “tapiz tejido sin diseño”, una salida del “horror” sin hoja de ruta, sin estrategia.

El contagio en la economía global ya comienza a mostrar sus primeras señales. Como dijimos China acaba de anunciar que su crecimiento en el 2012 será de 7.5%. Y, más allá de algunos desequilibrios internos, ha relacionado la caída en la tasa de crecimiento de su producto con la caída de sus exportaciones a Europa. Este fenómeno puede ir avanzando gradualmente en el correr del año. Lo trascendente para la economía global es que la recesión europea no debilite la frágil recuperación en EEUU, cuyo vaso comunicante sería el sector financiero más que el comercio.

Las muestras del poder de fuego del BCE generan una esperanza en este sentido. Los países de America Latina sufrirán el doble efecto de la disminución de sus exportaciones a Europa con una posible caída del precio de algunos alimentos (fundamentalmente la soja) por la caída de la actividad en China.

¿Cual es nuestra reflexión?: No puede una economía estar dominada por el ajuste, no es este un fin en si mismo. Ya lo vivimos en ALC y quizás por ello aprendimos y somos en palabras de Izaguirre (Banco Mundial) un ejemplo de política macroeconómica y social. Europa debe regresar a pensar en el largo plazo, desarrollar una VISION a una década, y esa visión es la que debe unir los países de la UE. El desequilibrio fiscal es un instrumento y es razonable su aplicación en casos extremos pero lo dominante debe ser la política y la visión de largo plazo, quizás en esa visión Keynes resucite de su sepulcro y tenga un rol que jugar.

(*) Ingeniero Agrónomo de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, Master en Economía Agraria de la Universidad Católica de Chile, PHD(C) en Economía Agraria de la Universidad de California, Campus Berkeley. Funcionario y consultor en OEA, ONU, FAO, FIDA, BID y Banco Mundial. Actualmente Presidente de Promesur Consulting Group y autor del blog http://carlosgarramon-reflexiones.blogspot.com

UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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