¿Estamos construyendo los puentes para las transferencias intergeneracionales…?

A propósito del día del adulto mayor en 2025…

Caryl Alonso Jiménez

Caryl Alonso

La bondad acabará por ser nuestro placer prohibido…” repite Irene Vallejo en una de sus columnas, en la que revela el abandono de la sensibilidad y sobre todo esa grata sensación de apoyar a otros. Más allá de esa frenética carrera por destacar hoy en día, el tiempo avanza inexorablemente y ser buenos pareciera un antídoto para el adulto mayor… pero, ¿Se está entendiendo el nuevo marco global del envejecimiento acelerado y sus implicaciones?

Recuerdo hace algunos años cuando María Cristina Camilo, dominicana de 101 años una tarde de 2019 en el salón de Las Cariátides de la casa de gobierno en Santo Domingo, repetía, “Aquí no hay viejos, solo nos llegó la tarde…”

No era para menos… la fortaleza de la edad no está solo en el ánimo emprendedor de la circunstancia, decía un columnista dominical; sino, en la sabiduría de amasar instantes que construyen la eterna realización de ser lo que queríamos. Aunque ya no importa lo que se quiso ser, sino lo que resta de este otoño…

El otoño, dicen las culturas milenarias es ese lento viaje lumínico en el solsticio boreal que se aleja a los confines del firmamento, haciendo de ese viaje la sutil llegada del ocaso que marca indefectiblemente la ingrata señal de partir…

Pero apenas empezó la tarde… Es verdad que la tarde de la vida nos hace sumar solsticios y equinoccios al itinerario de este inexorable camino que tiene sus emociones más intensas, sus amores más calurosos, aunque el ánimo de repente menos dispuesto y decline por motivos más cartesianos que emocionales…por esa grata añoranza de los cafés perdidos, como dice Patrick Modiano.

Llegamos a esa etapa donde pedimos al reloj que no marque las horas, al igual que Cantoral (193o-2010)… Pero pasaron irremediablemente con la rapidez de la pirotecnia más luminosa. Fueron esos encantos de una primavera que se fue secuestrada por el tiempo, como dice Javier Santamaría, amigo entrañable, y que parecieran esperanzas fallidas… Pero no. No lo son, son la suma de destellos que iluminan esos portales temporales, que aunque no existen… siguen siendo viajes imaginarios en bilocaciones en el tiempo.

Son esos lapsus que se repiten, como aquella madrugada de los años ochenta, al final de un curso, recorriendo la rambla de Montevideo, cuando un viejo amigo, Horacio Dacosta, de la YMCA me hizo la pregunta, ¿Qué harás al llegar a viejo…? Aquella madrugada no lo había entendido bien, apenas empezaba los 23 años. Pero esa bendita pregunta de aquella madrugada, que encerraba epílogos laborales, en la que se cree que habrá tiempo para la jubilación, y agregar dignidad a la etapa final.

¿Pero cuántos en Guatemala y en el hemisferio latinoamericano en realidad tienen tiempo para pensarlo…? Más del 70% de los mayores de 65 años en Centroamérica no tienen la esperanza de una jubilación y menos de atención médica o un programa para canalizar la creatividad y nuevos escenarios de productividad. Sin embargo, son votos codiciados que se promocionan con postres emocionales.

Aunque parezca cruel, miles de hombres y mujeres de la tercera edad se consuelan en la esperanza de una tarde digna para romper la soledad que atropella diariamente a miles y miles de ancianos que se debaten en la exclusión. Algunos, los que pueden sostenerlo en las casas hogar que hacen recalar esos buques que surcaron un día los extensos parajes laborales que multiplicaron las fortunas de estos países, pero ahora están encallados en marismas del olvido.

Recuerdo a Mauricio Ramírez, dilecto amigo, analista político costarricense, una noche por el año 2021, en una conferencia sobre Bauman (1925-2017). Confrontó la modernidad liquida detallando los hilos de transformaciones y vaticinios de un siglo XXI que finalmente implantó esa desconexión de los valores humanos para desconcertar y alentar mentes consumidas por la red que a un clic alcanzaría el universo. Claro, si se tiene un móvil con contrato o prepago con la telefónica. De otra forma es la mentirilla graciosa de una realidad agrandada… que no existe…

La modernidad liquida (Bauman) barrió con el Estado de bienestar en el Siglo XXI. Los líderes políticos, y decisores ocultos en el intestino grueso de la historia latinoamericana construyeron mecanismos para apacentar la procesión de las fortunas. ¿Y los de la tercera edad…? Excepto por un bono más discutido que una gema, ¡no tienen nada!

Los nuevos enfoques de una etapa más activa en la denominada Economía Plateada (Cepal, 2025), con una creciente aceleración del envejecimiento en la región, obliga a nuevos escenarios de productividad que demanda políticas publicas creíbles y sostenibles.

¿Se postergará el debate de las transferencias intergeneracionales en Centroamérica…? Es verdad que se pueden aprovechar los nuevos escenarios para una visión de crecimiento, pero será absolutamente moral cuando se entienda que el viejo que todos llevamos encima… vendrá más temprano que tarde. Pero, ¿Estaremos a tiempo…?

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