Esta semana en la historia

Por Arturo Fournier

Semana del 03 al 09 de FEBRERO del 2025

El 3 de febrero ha sido designado día de San Blas, a quien se le atribuye ser el protector de la garganta, que se afecta mucho por las variaciones climatológicas, propias de la época, y se ha acuñado la frase : «Por San Blas, rosquillas comerás y el gaznate curarás.»

En el Mundo

04 de febrero de 1902 (hace 123 años) nace en Detroit el famoso ingeniero, inventor, piloto de caza y aviador, pionero de su oficio, Brigadier general: Charles Lindbergh.

Una de las proezas por las que más se le conoce y alaba, es la de haber sido la primera persona que -en 1927- cruzó el mar Atlántico piloteando un avión, viajando de oeste a este, desde Nueva York en el continente americano hasta París en Europa, en un vuelo sin escalas, con la dificultad de que viajaba solo, sin ayuda de ningún tipo, superando así a los pilotos británicos Alcock y Brown, que lograron viajar desde Terranova hasta Irlanda en 1919.

Por tal hazaña se le otorgaron numerosos premios, incluido el Pulitzer por su libro Spirit of St. Louis (nombre de su avión) que relataba los detalles del vuelo. Su fama creció inmensamente, lo invitaban a visitar todos los países, porque todo el mundo quería conocerlo, tenerlo en su suelo y homenajearlo.

Nuestro país tuvo el honor de recibirlo un 7 de enero de 1928, cuando aterrizó con su famoso avión en el aeropuerto de La Sabana.

En 1932 le secuestraron al hijo mayor, con 20 meses de edad, hecho que terminó en tragedia, porque lo encontraron hasta 2 meses después, en estado de putrefacción, crimen que nunca se resolvió; por lo que el humor tico acuñó el dicho de “más perdido que el hijo de Lindbergh”.

Murió el 26 de agosto de 1974, a los 72 años, por un linfoma.

El viaje de Lindbergh a Costa Rica en 1928

04 de febrero de 1945 (hace 80 años) se celebra una de las entonces rutinarias cumbres entre los líderes de los principales aliados contra el eje nazi-fascista, llamada la conferencia de Yalta, en el antiguo palacio imperial de los Zares, llamado Livadia, localizado en Crimea, Unión Soviética, antes de terminar la Segunda Guerra Mundial.

Transcurrió desde el 4 hasta el 11 de febrero, con la participación del anfitrión Iósif Stalin, a quien no le gustaba viajar y mucho menos salir de su país, el Primer Ministro Británico -del Reino Unido- Winston Churchill, quien era todo lo contrario, porque hasta estuvo en varios de los frentes de batalla, y el presidente estadounidense Franklin Roosevelt, muy deteriorado, en sus últimos meses de vida.

Estos líderes ya se habían reunido anteriormente en diferentes ocasiones y en diversos lugares, no siempre con la presencia de Stalin: agosto de 1942 la primera vez en el Kremlin de Moscú, enero de 1943 en Casablanca de Marruecos, noviembre de 1943 en El Cairo, Egipto, Teherán de Irán en diciembre de 1943, y posteriormente la reunión final en Postdam, Alemania, en el mismo año 1945.

Aunque se pusieron de acuerdo sobre asuntos esenciales del enfrentamiento militar final contra los nazis de Hitler, muchos le atribuyen haber sido el inicio de la Guerra Fría, porque ya se empezaron a definir las zonas o esferas de influencia de las potencias al finalizar la guerra, lo que hizo muy polémicos los acuerdos, ya que además algunos fueron bastante ambiguos.

El énfasis de Churchill en la consolidación y ampliación del Imperio Británico, la insistencia de Stalin en garantizar y defender las revoluciones en los países del este europeo; con lo cual los Estados Unidos reclamaban que no aceptaran un control internacional sobre los países liberados del yugo nazista; lo que en el fondo era su reclamo por entrar al escenario internacional como la nueva superpotencia dominante.

Entre los acuerdos se decía que al finalizar la guerra habría eventuales elecciones en los diferentes estados; celebrar una nueva conferencia en San Francisco de los Estados Unidos, para acordar la constitución de las Naciones Unidas en la cual se otorgarían escaños independientes a las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Ucrania y a la de Bielorrusia; la creación del Consejo de Seguridad; el desarme, desmilitarización y partición de Alemania en cuatro zonas de ocupación; indemnizaciones que debería pagar dicho país; el futuro de Polonia y de los otros países anexionados u ocupados por los nazis; el traslado de los alemanes de Polonia, Hungría y Checoslovaquia de vuelta a la Alemania Occidental; pero se pospuso la decisión sobre la persecución y juzgamiento de los crímenes de guerra, así como la definición de las fronteras de Italia con Yugoslavia y Bulgaria.

Mucho se ha discutido sobre la ausencia de participación de otros países aliados, que no fueron tomados en cuenta para adoptar las decisiones.

En Costa Rica

El 08 de febrero de 1814 (hace 211 años) nace en San José quien fue presidente durante 10 años, en varias ocasiones y períodos consecutivos, el libertador y prócer de la Patria don Juan Rafael Mora Porras.

Antes de dedicarse a la política fue comerciante y productor agrícola, especialmente de nuestro “grano de oro” el café.

Durante muchos años y en las escuelas se le llamó “don Juanito”, pero algunos de sus historiadores no apoyan ese término, porque consideran que así se le menosprecia; aunque a mí personalmente me gusta, porque lo siento como una forma muy cariñosa de recordarlo.

Es fundamentalmente conocido por su liderazgo en la gesta heroica a la que llamamos “la Campaña Nacional”, momento cumbre y trascendental de nuestra historia, en la cual nos vimos amenazados por la invasión militar de grupos mercenarios de filibusteros, provenientes de los estados sureños de los Estados Unidos de América, liderados por William Walker de Tennessee, que pretendían anexarnos para contar con una nueva fuente de esclavitud para sus actividades productivas.

Resalta el hecho de que siendo Presidente de la República, se pusiera al mando de nuestras tropas y fuera a combatir en primera fila, tanto en Santa Rosa, como en Rivas y en otros muchos enfrentamientos, lo que resaltó su valentía y patriotismo.

Fue un gran líder, logró unificar no sólo a la población costarricense, sino que fraguó alianzas con el resto de los hermanos centroamericanos, para enfrentar el peligro filibustero, que se había entronizado con el poder en Nicaragua, ante el llamado que le hicieron unos vendepatrias de ese país, quienes hasta lo designaron como su presidente.

Muchos libros y biografías se han escrito sobre su persona y gestión, como Historias de Don Juanito del académico Fernando Villalobos Chacón; El lado oculto del Presidente Mora del periodista y diplomático Armando Vargas Araya y otros.

De trascendental importancia son sus Proclamas y Mensajes, publicados por el Instituto del Libro del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, cuando contaba con recursos y apoyo estatal para cumplir con sus objetivos de difundir las historia y cultura patrias.

En 1859 fue derrocado por los generales Máximo Blanco y Lorenzo Salazar, quienes habían sido sus compañeros de armas en la gran gesta histórica de 1856, instigados por ciertos sectores económicos poderosos, contrincantes suyos en los negocios cafetaleros, quienes lo acusaron de tener “afán de poder”, pero en el fondo lo que más le reclamaban era el proyecto de creación del Banco Nacional de Costa Rica, que daba autonomía a los recursos propios de nuestro país.

Tuvo que exilarse en Santa Tecla de El Salvador, donde se le recuerda con inmenso cariño, porque promovió allá el cultivo del café y el desarrollo económico y social.

En 1860 regresó al país, ilusionado con la petición que se le hacía de volver a dirigir los destinos de La Nación, pero su desembarco no fue planeado como se esperaba, por lo que sus opositores aprovecharon la desorganización, para fusilarlo el 30 de setiembre en Puntarenas, frente a un árbol de jobo, junto al general José María Cañas.

Mantuvo la hidalguía hasta en sus últimas palabras: “Si tal sucede … si fuere sacrificado… Hijos míos, no procuréis vengar mi muerte, porque la venganza desasosiega antes y desespera después de hecha”.

Fue declarado por la Asamblea Legislativa Benemérito de la Patria, por Decreto Nº 81 del 25 de junio de 1850.

Abogado jubilado y exdiplomático

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