Mauricio Castro Salazar
“Castrosalazar diga que todavía no habla francés, la gente entiende que lora vieja no aprende a hablar, no le dé pena”—me dijeron desde mis adentros.
Okay, okay…tengo más de cinco años de vivir en Suiza y todavía no hablo francés y para mi defensa, me las apaño un poquito más que hace 5 años…
“Cuidado pierde mae”—me refutaron desde adentro.
En fin, a lo que venía…
Desde que vine la primera vez a Suiza, allá por el 2002 me planté tratar de identificar en los parecidos entre los dos países para definir el porqué dicen que la Costa Rica es la Suiza de América, y por supuesto por qué Suiza es la Costa Rica de Europa.
Siempre me dije: pequeños en territorio, pequeños en población, no tienen ejército, algunas letras en común en el nombre (a, i y la s), ambos países rodeados de vecinos “con mecha corta”, el tema ambiental es importante para ambos países, la neutralidad la manejamos igual…de manera no tan neutra y los vecinos ven a ambos países con gente, digamos, un toque pesada…
“Castrosalazar: un toque pesada…sos demasiado suave…para autocalificarte…” —me dijeron.
En fin, hace unas semanas entendí el porqué… y se basa en algo que aprendí en la escuela primaria: cuando llegó el Acta de Independencia a Cartago, el alcalde Pablo de Alvarado y Bonilla la recibió, la abrió, la leyó –supongo que en voz alta— porque conociendo a los cartagos y a las cartagas nadie se iba a aguantar que el alcalde no dijera de qué se trataba el correo traído por el mensajero, y dice la historia –o la tradición- que ante la pregunta de la gente si éramos independientes, Alvarado dijo: “esperemos a que se aclaren los nublados del día”.
“Castrosalazar: mae no sea cansón, vaya al grano de una…” —me reclamaron.
Okay, okay… resulta que hace unas semanas, cuando el señor Trump impuso aranceles a Suiza la presidenta federal Karin Keller-Sutter ante una pregunta de un periodista sobre qué haría Suiza ante eso, dijo, palabras más palabras menos: “esperemos a que se aclaren los nublados del día”.
¡BINGO! —me dije con fuerza para “yo”. En eso es lo que nos parecemos de verdad, en “esperemos a que se aclaren los nublados del día”.
Es así como, gracias al señor Trump y sus aranceles, encontré lo que por más de 20 años había buscado.
«Tres bien» mi querido. Un abrazo.