Entre valijas y camas

Volví a Suiza No. 1

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Mauricio Castro

Volvimos a Suiza. Por supuesto que nuestro viaje fue atribulado, entre el miedo a la covid por tantas horas en aviones y en aeropuertos, la incomodidad de la mascarilla que se debe usar todo el tiempo hasta que se rompan los elásticos o el mal olor no permita seguir usándola y haya que cambiarla… el alcohol que se riega de tanto en tanto, el estrés de viaje, el jet lag, agenciarse comida para ciertos vuelos en los que expresamente decían que no darían “comida especial” (y confieso que yo la empecé a necesitar a partir de cierta de edad…) y la cantidad de chunches que llevábamos, …me fui como se ve en la foto, solo que todo eso como equipaje de cabina, de mano…Esperando en cada momento que me dijeran: eso tiene que ir en la bodega del avión..

“Castrosalazar: tener comida especial es complicado para ustedes los Castro…con esa vara que les cae mal el trigo, la leche, las semillas, el ajo, la cebolla, el glutamato, las papas, los camarones, la carne…diay no hay forma de darles de comer sin que se enfermen…¿no será mental?…”—entre chota y regaño me dijo mi vocecita interna, esa que aparece en ciertas situaciones especiales.

De San José a New York, de New York a Frankfurt, de Frankfurt a Ginebra y de Ginebra a Laussane en una micro que venía cargada hasta las cachas….En cada momento pensando en cómo mover el chunchero en cada aeropuerto por la aduana y por el marco de seguridad, pero la realidad es que el Señor aprieta pero no asfixia: en New York un maletero desamparado por la falta de pasajeros estaba prácticamente sin hacer nada y fue una relación instantánea win-win.

Mina
Viajé más o menos así (con menos panza y con la camisa prensadita)

“Castrosalazar: contá el paso por el marco de seguridad en New York…no juegue a carga…”—me dijo mi vocecita interna que volvió a aparecer…

Okay, okay….puse todo, saqué todo como pude, hasta la faja…y como he perdido algo de peso, unas 20 libras, o me sostenía los pantalones o sostenía el pasaporte y el boarding pass …en fin no entiendo cómo hacen esos maes para andar con pantalones flojos sin verse en problemas…Pasé el marco de seguridad agarrándome los pantalones (pero con buena ropa interior, como decía mi abuela Luz que uno debía andar por si algo pasaba…)

“Castrosalazar: sí, sí, te felicito por el control de tu peso, pero no, eso no interesa, lo de los pantalones no interesa…lo que interesa es esto: ¿pusiste todo?

Okay, okay…en realidad se me olvidó sacar un par de IPads que cuando acomodé mal las cosas en el Santamaría después de pasar el control de seguridad (de pasó ahí mismo se me quebró el teclado externo para la compu que llevaba) eché en una de las bolsas de afuera de una maleta de mano…Ante tanta locura se me olvidaron y no los puse en la bandeja en EEUU…y por supuesto la valija fue devuelta y chequeada para todo: explosivos, armas, drogas y qué sé yo cuántas cosas más…solo que la gente pasaba y pasaba y me enjachaba (creo que por mi pinta “de europeo del norte de África”) y yo quedito y calladito, a la par de la gente de TSA que me sacaba todos los chunches, TODOS, lo que ud se puede imaginar, todos….hasta que me enseñó los IPads y ahí realicé que los llevaba ahí.

En Frankfurt –como SÍ entienden claramente lo que significa “in transit” no como en EEUU– no tuvimos que hacer nada, ni siquiera pasar por marcos de seguridad, solo tuvimos que jalar el tilichero de mano y cuando llegamos a Ginebra, como en Suiza todo es basado en la confianza no había nadie donde se recogen las valijas: ni gente que ayudará ni policías, solo una fila de carritos de carga que tenés que ponerles 2 francos para utilizarlos… movimos las valijas solos, entrando y saliendo varias veces, cuando casi terminábamos nos dimos cuenta que había un puesto “multiaerolínea” que vendía el servicio a 4,5 dólares la valija, ¿nos economizamos casi 50? (cuando uno padece de la espalda, la cervical…concluye que quizás no fue economía).

Con ansia llegamos al nuevo hogar y abrimos valijas. Empezaron las sorpresas: una estatua de madera pequeña quebrada a güevo, libros de “mesa de café” que venían todos envuelticos (y el último de Obama también) abiertos a güevo, las medicinas (tico que se precia viaja con zepol, cofal, manzanilla, salsa inglesa y por supuesto antibióticos, antiácidos y todo lo que ocupe receta)…todas abiertas y regadas. Y venía un papel de la TSA que en resumen decía: “si no le gustó quéjese, pero tenga claro que si se queja probablemente no lo dejamos entrar de nuevo a los EEUU la próxima vez…”

“Castrosalazar: no sea chanero, eso no decía, era una nota oficial…”—me reclamó mi vocecita interna.

Bueno, okay, okay, pero yo lo que entendí fue eso.

Preparando las valijas y habiendo visto experiencias de otra gente cuando llevaron muebles ticos, que a pesar de que los vendedores y fabricantes les juraban hincados ante altares que la madera estaba seca y que no tendría problemas con la calefacción en invierno, se les pandearon y rajaron y quedaron inservibles…

La tentación era mucha para llevar cosas…

De repente mi vocecita viéndonos dubitar me dijo:
“Castrosalazar: diay mae, si vos has visto la mesa de aquella doña en Francia… o la mecedora de aquel mae en Alemania o el ropero de aquella familia en Cardiff… o las cosas de la gente en New York…no jodás…no aprendés: las cosas de madera ticas tristemente se pandean y se rajan…no todas obviamente, ¿pero se la van a jugar?”

Así que no trajimos nada más que ropa y nos hemos dedicado a comprar aquí todo lo que ocupamos…y vieran

¡No tienen una puta idea de lo difícil que es comprar una cama, sí una cama, literalmente es Rocket Science!

Un mae o una mae se para todo circunspecto, te da algo para la cabeza y para los pies para que te acostés y empieza a preguntar y a medir ceremoniosamente: la cervical, la lumbar, la cadera, la rodilla, el hombro y luego que si quiere la cama con memoria, que sin memoria, que si analógica que si digital, que si de 140 o 160 o 180 cm, que si para almohada de 55 o de 65 o de 70…que si el “matela” suave, medio, duro, medio suave, medio medio, medio duro, que si duro extremo, que si con box o sin box…. que si de madera compacta o contrachapada, que mejor acuéstese, que levántese, que vuélvase a acostar, que se ponga al lado de ella, que ella es diferente, que la cama debería ser con dos “matelas”(colchones) diferentes, que si duermo de espalda, que si del lado izquierdo o del lado derecho, que si boca abajo y luego de todo eso, y uno ya un toque estresado de tanta preguntadera…digo de tanta sabiduría desplegada para una cama, y ya sabiendo el precio, el color y todo lo demás, quedaba la pregunta estrella: ¿cuánto tardan para entregarla?

Se le quedan viendo a uno con ojos de qué le pasa mae, no sabe….esto toma tiempo …sí su tiempito, las camas son para mucho tiempo, no es una cosa de juegos….tardamos…tardamos un tiempito, es algo serio y suelta la respuesta como un latigazo para uno, para ellos normal:

¡au moins huit semaines et en raison du corona peut-être un peu plus longtemps!
¡Un mínimo de OCHO semanas y por el corona puede que un poquito más!

La primera vez creímos que habíamos entendido mal, que mi francés de verdad que andaba remal (anda solamente mal) luego lo oímos en inglés y hasta en español…o sea…esperar o actuar.

Actuamos. Nos lanzamos y compramos todo, todo todo, para armarlo nosotros lo que acortaba el tiempo a 10 o 15 días y por supuesto en algunos lugares nos dijeron: si le armamos la cama, o un closet, o un sofá, o un gavetero…le cuesta un poquitín más…100 francos más el 17% del costo…y más el transporte.

Otra vez dubitamos si contratar todo…cuando de repente escuchamos: “Castrosalazar: déjate de pendejadas, esos costos son una fortuna, cómprate un taladro-desatornillador eléctrico y armás vos, ¿pa´ qué tanto estudio?¿y no es que los ingenieros saben leer planos y construyen? Buena oportunidad para demostrarlo con TUS cosas”—me dijo esa voz que de tanto en tanto te llama la atención.

De inmediato me acordé de aquel viejo refrán: con un arado y buen tractor cualquier pendejo es agricultor…

Y compramos el taladro-desatornillador eléctrico, tornillos y otras cosas para emprender la tarea…

¿Qué cómo nos ha ido?

Se los resumo: después de más de 35 años de haberme graduado de ingeniero civil he de reconocer la importancia, importancia superlativa que tienen los carpinteros y albañiles, esos maes de verdad que son indispensables…

“Castrosalazar: ¿por qué no pediste un marido de alquiler, te dio pena?”—me dijo en tono de burla mi vocecita interna, por lo que no le respondí.

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