Conversaciones con mis nietos
“>¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son…”
–Pedro Calderón de la Barca.
Arsenio Rodríguez
Las peripecias de Trump en los Estados Unidos, de Bolsonaro en Brasil, el retorno del emperador en la China, (Xi Jin Ping), y del zar Ivan el Terrible en Rusia, (Putin), el nuevo fascismo italiano. La prevalencia de demagogos y manipulados en tantos países. Fl regreso de las aristocracias vestidas de corporaciones, el Conde Elon Musk, el Duque Jeff Bezos, la aun mayor desigualdad entre ricos y los pobres. Las conspiraciones en la internet, desinformación, la cacería de brujas, la inquisición. La crisis de la democracia y el multilateralismo. El sálvese quien pueda y el consumismo desenfrenado. La historia personal de cada uno y la de todos, la vida, las creencias.Esta aparición momentánea, estas preguntas interminables, y las contradictorias respuestas, los consensos de opinión, los prejuicios, la credulidad, la fe, el amor. Este interminable desfile de la humanidad, enmarcado en la asombrosa maravilla del universo, de un mar continuo de energía, de formas aparentes temporales, que surgen y se disuelven en percepciones fugaces que dan lugar a un cuento, a una ilusión inexplicable, sobre la cual todos opinamos.
No sé por qué, las noticias cotidianas y los libros del templo de la historia, cada vez me son mas ajenos. Hoy me suspendí a mi mismo, aterrorizado de decir tantas cosas baladís. Pero decidí borbotar aún mas palabras, de ésas que andan dispersas por los pisos de mis aposentos mentales, y amarrarlas con cintas multicolores para llamar la atención, y lanzarlas a los amigos. Estos sonríen esquívamente, y dicen con asombro y compasión “ah este tipo tan simpático, ahora esta perdiendo la cabeza, mira y que negar la historia y las ideologías y andar desparramado por ahí, como si él no fuera. ¿Será que no entiende de causalidades?, ¿Que no sabe de los culpables? ¿O acaso desconoce las corrientes dialécticas de los movimientos sociales y los veredictos certeros del materialismo positivista?”
Y yo no les puedo contestar, porque no sé qué mosca me ha picado en estos últimos años de mi vida. Entiendo plenamente su desconcierto. Un vendaval de cosas pequeñas, de ésas que se encuentran debajo de los momentos mas insignificantes, se concentra, como el polvo en las esquinas de los cuartos sin aseo. Las observo, como el que mira el pasar de las hormigas en la tierra, con un asombro pasmado, totalmente indiferente al detalle y al análisis.
Es sólo un mirar, como una secuela de ser; ojos, luz, y objetos rebotando entre sí, un acto pasivo de percepción. Mi corazón late como siempre; ignorado, y el cuerpo yace, totalmente integrado en su identidad de ser yo. Pero los pensamientos se pasean lentos y vaporosos, indecisos de quedarse, cansados de ser deseo, como amigos en funeral. Y pondero, ¿adónde me lleva este sabor nuevo en la boca, este aroma lejano de carnavales antiguos, esta arena entre los dedos? Mis pisadas son densas como bosques y armarios en desuso. Trato de lograr algo inédito. Busco, pero sin ánimo, sueño, pero en blanco y negro. Sin embargo, siento que suenan cascabeles por doquier y que hoy fue mejor que ayer. Y de mañana, no puedo decir ni “quien sabe”, porque sí sé, mañana sera otra vez. Si, las campanas tocan gloria y los pájaros aun cantan adentro, cada vez que me arremolino, como ahora, con mis recuerdos.
A veces de momento, sueño con abrazos, en lugares remotos, antiguos. Me reconecto con nostalgias largas, de un no sé qué invisible, imperceptible, que me acompaña desde niño. La vida siempre fue una búsqueda, aun sin buscar, un pasar sin enraizar, una sensación de no pertenecer a ningún lugar.
Hoy, estoy en una extraña interfase, de ni perdido ni encontrado. Viendo horizontes detrás de mis ojos, aforando un mundo de abrazos profundos, sin saberlo. Por compañía tengo; aleteos de pensamiento, intenciones, sentimientos y recuerdos. E] diario ahora se escribe en historia de memoria, como una estela sideral de sublime y sutil esencia. Las especies ya no sazonan el sabor, las fragancias no emiten aromas, las caricias no resbalan sentidas, la música no tiene oído ni forma. Los ojos no juegan ya, alumbrando las imágenes de la belleza. Todo es ahora interno, sagrado, lejano y cercano, esplendoroso.
Pero me hace falta la torpeza de los cuerpos, el embeleso de los besos, el agua bendita de las caricias, y los abrazos de brazos y pecho. En este concierto exuberante de música celestial y fascinante, hace falta la sal, el sudor, el pudor y el baile de antes. Los parpados se enroscan alrededor del cansancio, hay una sensación de corazón vacío. Me hacen falta aquellas calles nocturnas, de pueblos remotos, donde alguna vez se cruzaron nuestros caminos. Aquel presagio del devenir del destino, aquella incesante lucha de no saber a ciencia cierta, y el suspenso de la sospecha, la duda, el suponer o el creer.
Hoy, sentí de nuevo la tristeza, larga y acurrucada. Tercamente aferrada a mis entrañas. Los tiempos, pasando como las montañas, que veía de niño desde la ventana del auto, verdes, majestuosas, como todas las cosas, que rodeaban mi inocencia, marinadas en una nostalgia subconsciente.
Este vivir mirando cosas lejanas. Hoy, todo se derrama como lagrimas y se aglomeran los pasados. Quisiera cerrar mis ojos fatigados, para abrirlos luego en otro sitio. Seguir camino hacia lo incierto, reposar un rato, de estar muerto entre tanta vida, y vagar sin rumbo hasta perderme en la orilla del mar, olvidando hasta el olvido.
Solo, siendo testigo momentáneo de la vida, de la alergia y del amar. Pasando sólo por pasar. Sentir, que todas esas palabras tan importantes, pronunciadas en secuencia, esas definiciones rimbombantes, esos momentos de fotografía, no son mas que burbujas de viento, naciendo desde el miedo, en lo que uno encuentra el Silencio del Amor.
Acá estoy, no estando, caminando sin ir a ningún lado. Viendo los pensamientos pasar como bandadas de pájaros hacia el mar. Serenamente inquieto, me deslizo como nave sin tripulación, por un océano pintado a mano, sin olas, ni espumas, ni vientos. Lejanos, se narran los cuentos del presente, y se anticipan los futuros, mientras las memorias del pasado gotean sobre el techo, como lluvias perennes, rebotando y drenando en el mar atardecido
Estoy detenido, en estas orillas de siempre, que se desvanecen tranquilas, permanentes. Todos los sonidos del universo; la música, las campanadas, los zumbidos, las voces de mañanas derretidas, estén suspendidas en un silencio de vida.
¡Ay alma mía! ¡que de maravillas han florecido en los espejismos de tu jardín! Cuantas aventuras, pasiones, quehaceres, deberes, sinsabores y amores han transcurrido en este largo metraje de instantes sin tiempo.
Hoy, me remonto a ningún sitio, desde este ningún lado, donde nunca nada ha pasado, ni nunca nada pasara. Presente en este matiné eterno de esta cinematografía sin fin, en este abrir y cerrar de ojos.