Empleo en Costa Rica: mitos y mentirijillas

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

El empleo, o, mejor dicho, la falta de empleos, es un tema recurrente en el debate público de Costa Rica desde hace 15 años. A veces adquiere mayor intensidad, a ratos baja de perfil, pero no deja de estar presente.

A lo largo de estos años, los sucesivos gobiernos recurrieron a un abordaje de la cuestión que tenía básicamente dos facetas.

1) La faceta negacionista.

En gobiernos anteriores, hasta el de Carlos Alvarado, eso se expresaba mediante la culpabilización de las personas afectadas por el problema. “Si no tienen empleo –nos decían– es porque no cumplen los requisitos que piden las transnacionales de zona franca”. O sea: la víctima del problema era la culpable del problema.
En el gobierno de Chaves el negacionismo persiste, pero adquiere un matiz diferenciado: simplemente se afirma que el problema se esfumó, desapareció, y que hoy los empleos brotan por todo lado y sobran hasta para tirarlos para arriba o lanzarlos al caño.

Ambas formas de negacionismo son igualmente falaces.

En el primer caso, porque, aunque las personas hubiesen cumplido con las calificaciones que las transnacionales solicitan, habría sido imposible que estas les proveyeran de empleos a esos centenares de miles de personas.

En el segundo caso, la mentira es monda y lironda. Basta un somero examen de las estadísticas para comprobarlo: hoy tenemos menos empleos de lo que había a inicios de 2020, antes de la pandemia, o sea, hace más de cinco años y medio.

2) Segunda faceta: falsas soluciones

Estas se han repetido, gobierno a gobierno, y se siguen repitiendo hasta el día de hoy, a pesar de que la evidencia claramente demuestra que son incorrectas.

Primera falsa solución: atraer inversión extranjera que se instale en zonas francas. En esos menesteres venimos desde 1997, cuando llegó Intel, y por cierto, es algo en lo hemos tenido gran éxito. Pero después de 28 años una cosa es obvia: la abundante inversión extranjera que llega solo le da empleo a una pequeña porción de nuestra fuerza de trabajo. En su aspecto general, el problema persiste y, con el tiempo, se agrava.

Segunda falsa solución: el “emprendedurismo”. Y, sin duda, hay gente que le pone muchas ganas y esfuerzo. Algunos, muy poquitos, tienen éxito. La enorme mayoría no, y no por falta de empeño, sino porque enfrentan condiciones adversas que nadie quiere abordar con seriedad.

En realidad, los problemas del empleo son persistente porque surgen de falencias profundas del modelo económico vigente.

Las políticas aplicadas, sobre todo el énfasis que estas políticas adquirieron desde finales del decenio de 1990, han creado condiciones que hacen que ese modelo económico adquiera un sesgo destructor de empleos.

Economista jubilado

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