Elecciones municipales y reforma politica…

Y usted… ¿qué opina?

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

En los primeros días de octubre se deben inscribir las candidaturas para alcaldes, regidores y síndicos en los 84 cantones de Costa Rica.

Han sido procesos intensos y llenos de broncas, conflictos, divisiones y uniones, con mayor o menor participación de las bases ciudadanas, para escoger a los candidatos. En algunos casos, esos procesos han sido dramáticos y han sido noticia en la prensa, por los cuestionamientos públicos de actos de corrupción o malas gestiones municipales a algunos de los candidatos y las decisiones adoptadas a favor o en contra por las cúpulas y los aparatos de los partidos políticos, pero en general no han sido procesos que hayan entusiasmado a las grandes mayorías. Han sido procesos más de cúpula y de aparatos partidarios que de amplia participación ciudadana. Hay una crisis en los partidos políticos.

Sin duda alguna, el municipalismo ha fortalecido nuestro sistema democrático y constituye, hoy por hoy, un sistema positivo de participación ciudadana y necesaria desconcentración y descentralización de las decisiones políticas y el desarrollo integral de Costa Rica. En este sentido, me declaro municipalista, en lo más esencial y beneficioso de esa tesis política social democrática.

A la vez, afirmo que el exceso de electorerismo de medio período ha destruido a los partidos políticos y a la política nacional, en un país pequeño y en desarrollo como es Costa Rica. Los hechos hablan por sí solos. Lo digo claramente: tener elecciones cada dos años es un error que paga el país, los 84 cantones y la sociedad costarricense como un todo. El país no puede vivir en esta bronca y fraccionamiento político permanente y en elecciones constantes. Los países en desarrollo necesitan planificación y estabilidad, dejar madurar las decisiones, evaluarlas seriamente y trabajar estratégicamente por su desarrollo integral, a nivel nacional, regional y cantonal.

En esta tesitura, propongo un amplio y serio debate nacional sobre algunas REFORMAS POLITICAS indispensables a estas alturas del siglo XXI y con el objetivo de mejorar y profundizar nuestra vida en libertad y democracia:

PROPUESTA No. 1: Reconsiderar el sistema actual de elecciones cada 2 años y regresar al sistema anterior de elecciones conjuntas a nivel nacional para integrar el Poder Ejecutivo, la Asamblea Legislativa y los Consejos Municipales.

PROPUESTA No. 2: Ampliar los períodos electorales a 5 años en Costa Rica, a sus tres niveles: Poder Ejecutivo, Asamblea Legislativa y Municipalidades.

PROPUESTA No. 3: Elegir los Diputados por medio de Listas Nacionales y Listas Distritales por número de habitantes y circunscripciones territoriales, dividiendo el país en 20 Distritos Electorales que escogerían, cada uno tres Diputados para un total de 60 Diputados y así darle posibilidad de elección a todas las opciones ideológicas y políticas del país. Por Listas Nacionales se escogerían 10 Diputados. De esta forma se ampliaría el número de Representantes Populares en la Asamblea Legislativa de 58 a 70 que es un número equilibrado y racional para un país de más de 5 millones de habitantes. Los aspectos presupuestarios se resolverían racionalizando y disminuyendo el número de Asesores Parlamentarios por Fracción y por cada Diputado y estableciendo reglas estrictas contra toda clase de nepotismo y favoritismo.

PROPUESTA No. 4: Encargar al Tribunal Supremo de Elecciones la elaboración de un proyecto de ley para discutir y aprobar en esta legislatura, después de las elecciones municipales de febrero del año 2024.

El electorerismo permanente ha causado estragos en los partidos políticos y solo beneficia a los eternos cacicazgos cantonales. Impide la renovación de liderazgos y la necesaria “visión país” de mediano y largo alcance en el tiempo que es, digan lo que digan los defensores del sistema actual y de este municipalismo chiquitico y de corto plazo, la única forma de desarrollarse en forma integral para un país pequeño y en desarrollo como es el caso de Costa Rica. Esta atomización no es viable en términos del desarrollo nacional y de una visión moderna y ajustada a los paradigmas y grandes retos del siglo XXI.

Tampoco lo es desde el punto de vista de unos partidos políticos permanentes, ideológicos y con visión nacional, como fueron en algún momento y dejaron de ser, en que se piensa, se discute y analizan ideas, se forma y capacita a sus liderazgos y estructuras y no solo se está detrás de las “chambas” municipales y en el enorme aparato del Estado Costarricense, como botín electoral. Esto último es la degeneración de la POLÍTICA y a eso hemos llegado a estas alturas del año 2023, en vísperas de las elecciones municipales. El CAMBIO se impone.

Desde que se modificaron por ley los tiempos electorales en Costa Rica y se aprobaron estas elecciones de medio período, entramos en este electorerismo permanente cada dos años y en esta crisis de la POLITICA y, como resultado, los partidos políticos se han desideologizado, dejado de pensar y capacitarse y solo viven en función de sus elecciones distritales y cantonales, en una destructiva guerra política interna que los ha debilitado y hasta los ha desaparecido o, por el contrario, ha hecho nacer decenas de mini partidos políticos cantonales como hongos en un oscuro bosque que no deja ver los graves problemas nacionales y sus SOLUCIONES. O, peor aún, en partidos taxis con candidatos improvisados con un profundo desconocimiento de la realidad nacional y cuya efectividad electoral, nada más, se fundamenta en las redes sociales y en una comunicación política vacía y demagógica a base de muchos billetes y de promesas irrealizables. Pero nada de contenido sustantivo.

Al menos y como reacción a la CORRUPCION MUNICIPAL, en esta legislatura se prohibió la reelección de unos señores con más de 8, 12, 16… y hasta más de 25 años de ser alcaldes como grandes señores feudales, rodeados de auténticos “achichincles” partidarios y socios de negocios legales y por debajo de la mesa en no pocos Consejos Municipales. Esto es muy duro de decirlo, pero es la más absoluta verdad, como también lo es la penetración del narcotráfico y la CORRUPCION en algunos de los 84 cantones de la República.

El resultado de las elecciones separadas NO ha sido el fortalecimiento de la democracia y la participación ciudadana desde sus bases, como fue la idea original de los municipalistas que impulsaron aquella reforma, sino el debilitamiento y la atomización de la POLITICA con mayúscula y la crisis del sistema fundado en partidos políticos responsables e instrumentos del pueblo y de las bases ciudadanas, para alcanzar mayores niveles de desarrollo y una visión país que nos favorezca a todos por igual, en la amplitud del territorio nacional y sus 84 cantones. Tenemos que regresar a la POLITICA y superar esta anárquica política con minúscula que nos tiene entrampados, a nivel municipal e igualmente a nivel de la elección de nuestros Diputados y el Poder Ejecutivo.

Las listas nacionales levantarán el nivel de la Asamblea Legislativa. A la vez, a esa lista se unirán Diputados de alto nivel intelectual y trayectoria reconocidas, elegidos en las principales circunscripciones que serán las cabeceras de provincia y los cantones principales y más fuertes del país con alta densidad de habitantes, conjuntamente con la elección de Diputados del resto de las circunscripciones Distritales con sentido territorial, para que nadie quede excluido. La elección de tres Diputados por Distrito Electoral, asimismo, asegurará una amplia elección democrática y la participación de más sectores, a todos los niveles de la sociedad costarricense y en sus distintas manifestaciones políticas e ideológicas. De esta forma, la Asamblea Legislativa será, realmente, una expresión auténtica de la realidad nacional y del ser costarricense, como debe ser. De esa forma, entraremos por fin a enfrentar los nuevos retos del siglo XXI.

Actualmente, en las elecciones municipales, solo vota una pequeña cantidad de electores, en comparación con las nacionales en que el abstencionismo es muchísimo menor y la ciudadanía se vuelca con entusiasmo y mucho mayor participación, transformando las elecciones, como debe ser, en una auténtica FIESTA DE LA DEMOCRACIA. En el cantón central de San José, por ejemplo, no vota más del 10% del electorado registrado y en el resto del país hasta menos.

De esta forma, nuestra democracia ha ido languideciendo y los partidos políticos, que son el instrumento por excelencia de la vida en libertad y democracia, han ido debilitándose y traspasando sus liderazgos nacionales a sus aparatos y estructuras cantonales, dejando de ser instituciones llenas de vida, ideas y debate interno. Tenemos que regresar a la capacitación y educación política y cívica permanente, a los Congresos Nacionales en los partidos políticos y al mundo de las ideas, las propuestas y las SOLUCIONES a los grandes problemas nacionales, con una visión del desarrollo integral en que los cantones y los territorios juegan un papel fundamental y estratégico. Eso obliga a un gran REFORMA POLITICA en Costa Rica o seguiremos en lo mismo y camino hacia el despeñadero. La ampliación a 5 años de los procesos electorales en una urgencia nacional vinculada a la planificación y la POLITICA.

Tengo un argumento adicional: el costo de las elecciones municipales. Las de febrero del 2024 le costarán al país, por medio del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), la bicoca de más de 7.000 millones de colones que pagaremos todos los costarricenses con nuestros impuestos. Aunque esto sea lo de menos, porque opino que la democracia hay que financiarla con recursos públicos, para que el sistema no caiga en las manos de financistas privados y sus intereses egoístas, particulares y distorsionados. Pero es un dato de valor.

Los fondos anticipados de la “deuda política” estatal deberían distribuirse con énfasis en los programas de capacitación y formación política y cívica en los partidos políticos que obtengan más de un 5% de la votación y no en gastos innecesarios electorales, en una etapa del desarrollo de la humanidad en la que, para decirlo con claridad, las campañas políticas al estilo tradicional de antes (gastos en banderas, camisetas, almuerzos, trasporte, grandes concentraciones masivas, movilizaciones y manifestaciones, publicidad electoral y salarios de funcionarios en todo el territorio nacional) no tienen sentido en el mundo real del presente, porque las redes sociales han terminado por transformarse en el más formidable medio de información y comunicación política de la historia. Las campañas hoy cuestan mucho menos.

Si hacemos esta reforma, como parte de la gran REFORMA POLITICA que necesita nuestro país, volveremos entonces a tener muchas escuelas de formación política como CEDAL en La Catalina, en las montañas de Heredia, en donde los grandes líderes del Partido Liberación Nacional como don Pepe, Daniel Oduber y Luis Alberto Monge, nos enseñaron a las generaciones de los años 60, 70 y 80 a soñar que una “revolución democrática” era posible y que la razón de ser de la POLITICA era la lucha por las grandes transformaciones económicas, sociales e institucionales de Costa Rica y su sistema democrático con libertad, justicia y equidad social. Levantar el nivel de la POLITICA es una obligación en todos los partidos políticos, para engrandecer y fortalecer la POLITICA nacional y llenarla de ideas y opciones ideológicas y programáticas.

Si dedicamos, prioritariamente, los fondos de la deuda política a la capacitación y formación en los partidos políticos, unificando las elecciones presidenciales, de diputados, alcaldes y regidores, tendríamos cada cinco años una verdadera y auténtica fiesta democrática y votaciones muchísimo más serias y responsables, con un sistema político reformado en el que funcionarían mucho mejor los pesos y contrapesos, facilitando a la vez una mejor planificación del desarrollo nacional y que el Estado, los partidos políticos y los sectores privados organizados, resuelvan sus diferencias y logren necesarias coincidencias en función de un desarrollo integral y sostenido como el que necesita con urgencia Costa Rica en pleno siglo XXI para alcanzar y lograr el “beneficio del mayor número de sus habitantes” en todo el territorio nacional.

Esta REFORMA es la forma de comenzar a avanzar hacia la futura III República.

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