El tamaño sí importa

Crónicas interculturales

Por Remy Leroux Monet

Remy Leroux

Hace ya buen tiempo, mi sobrina adoptada – es así como bauticé mi familia costarricense – me lanzó: “Tío, ¿no tendría una cuchara más pequeña? ¡No puedo comer con esta pala!”.

Después de escarbar buen rato en la gaveta del mueble de la cocina familiar, descubrí varias cucharas de un tamaño diferente a las que traje de París que gozan de un tamaño uniforme. Desde hace como treinta años que vivo en Costa Rica, nunca me había fijado en esta dislexia utensilaria tropical. Lo confieso.

Empecé a partir de ese momento una cadena de observaciones técnico-sociológicas de las más profundas.

Y concluí que ¡el problema del tamaño de la cuchara se puede extender en Costa Rica a los tenedores! Sí, señor.

Cuando se pone un utensilio digamos francés a la par de un tico, en efecto, se nota una buena diferencia de tamaño. Parecen hijos nacidos de dos padres diferentes, como que uno fue un pigmeo y el otro un holandés (los holandeses serían los seres humanos más altos del mundo).

Ni hablar de la confrontación que experimento a menudo poniendo un tenedor contra un cuchillo. Los cuchillos ticos suelen ser delgados y desarrollados (¿será por machismo?) mientras que el tenedor parece retoño de un enano que no pudo crecer. Los reparten así hasta en restaurantes más o menos finos, no sólo en las soditas familiares del Mercado Central de San José… Fíjense que ¡no se fija nadie en el tamaño de las cucharas ni de los tenedores! ¡Qué relajo!

En realidad, si se considera el aspecto profesional del “arte de la mesa”, los cubiertos más pequeños deberían ser utilizados para comer las “entradas” (que es el primer plato) como sopa liviana (potage, crème), embutidos, cosas crudas como lechuga, tomates, etc.

El tenedor y el cuchillo grandes son para cualquier plato principal que no sea pescado, el cual tiene sus cubiertos propios.

La cuchara sopera grande es para una sopa consistente que se come (que no se toma…).

Pero el protocolo de la mesa parece que no interesa mucho a los costarricenses. Empero creo que un viento de cambio ya empezó a soplar con las nuevas generaciones que se gradúan en Gastronomía. De eso hablaremos en una próxima Crónica intercultural.

La fase 2 de mi investigación sociocientífica será intentar relacionar el tamaño de los cubiertos con el aprecio extraordinario de los ticos por los picadillos. ¿Será que con las cucharas pequeñas saben mejor los picadillos?

Mientras tanto, seguiré midiendo los cubiertos en cada restaurante o soda. Si por casualidad me observan un día practicando mi experimento, por favor, no llamen al Chapuí. Todavía no he terminado mi tarea…

Remy Leroux Monet, ciudadano francés, visitó por primera vez Costa Rica en 1978, y desde entonces no se ha separado nunca de nuestro país. En 1993 migró definitivamente. Siendo un atento observador de su entorno, tiene por afición resaltar diferencias entre sus dos países, el de nacimiento y el de adopción.

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