El río Torres

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Recientemente hice el recorrido por el primer tramo —y único hasta el momento— de lo que se conoce como Rutas Naturbanas, entre barrio Amón y Tournón, que discurre por la rivera norte del río Torres. La belleza del lugar y los recuerdos que me vinieron a la mente, me motivaron a escribir un poco sobre el río y su historia.

Siempre me ha llamado la atención el Torres. Viví mucho tiempo cerca de su cauce en el barrio Otoya, y fue parte de mi niñez y juventud. De hecho, a pesar que ya estaba con cierto grado de contaminación, el grupo de amigos del barrio lo recorríamos, en la época seca, desde la parte alta en lo que llamábamos el bajillo, hoy el polideportivo del distrito Carmen en Aranjuez cerca de la línea del tren, hasta el puente viejo en barrio Amón, pasando por todo el sector del parque Bolívar.

Lo primero es conocer de dónde viene ese nombre tan particular de río Torres. Investigando encontré que el nombre se debe a un español llamado Salvador de Torres, uno de los primeros pobladores españoles de lo que llegaría a ser San José. Pueden leer una pequeña biografía suya en el anexo.

La naciente del río Torres es un poco controversial. Algunas fuentes hablan que nace por el lado de los cerros de la carpintera, pero la más probable es que nazca de la unión de las quebradas Terrazas y Pizote en el distrito de San Rafael del cantón de Montes de Oca, cerca de Rancho Redondo; de hecho un cartel informativo en el parque Bolívar así lo indica. La cuenca-vertiente del Torres se compone del propio río y sus afluentes las quebradas Los Negritos, Saprissa, Cangrejos y Lantisco.

Con el tiempo he logrado seguirle un poco la pista, desde la parte alta por el Parque del Este, hasta la parte baja en la planta Electriona, cerca de la confluencia con el Tiribí, parte de la cuenca del Virilla. Muchas personas —me incluyo—, creíamos que el Torres era afluente del Virilla, pero resulta que es del Tiribí, eso si, ya muy cerca de la confluencia de ese río con el Virilla en el sector de la planta Electriona, en la que era la finca la Caja.

Uno de los lugares especiales a lo largo del recorrido del Torres que he visitado es el Parque del Este, donde hice el recorrido del sendero llamado precisamente del río Torres, con espectaculares vistas del cauce y sus alrededores, incluido el sector de Salitral. Esto pueden conocerlo en detalle en el artículo que escribí sobre mi visita al parque. Ese sector del Torres es parte del Corredor Biológico Interurbano Río Torres/Reserva de la Biosfera.

El sector del río de Barrio Amón-Tournón es precioso. Es un bosque secundario que ha logrado regenerarse y conservarse por la existencia del parque Bolívar en la margen sur, y debido a que en la margen norte la pendiente es muy elevada, lo que es una barrera natural contra las construcciones, al contrario de lo que ha sucedido en el cauce de otros ríos en San José y sus alrededores. El recorrido del cauce desde la línea del tren —cerca del polideportivo— hasta inicios del barrio Amón, es un medio cañón. La flora en el sector es exuberante, y la fauna —cosa increíble— es muy variada, donde se han avistado zorros pelones, perezosos de dos dedos, iguanas verdes, basiliscos Jesucristo, mapaches y otros. También mariposas y otra gran cantidad de insectos. Personalmente avisté un perezoso en el lado de Tournón cuando hacía el recorrido del sendero de Rutas Naturbanas. El recorrido por el cauce del río es muy interesante, con los restos de lo que fue una pequeña represa para producir electricidad. El lugar, junto al parque Bolívar, comprende lo que se conoce como una microcuenca urbana.

El otro lugar interesante es el que se conoce como el Parque México, en los alrededores del Museo de los Niños. En ese sector se localiza el anfiteatro natural del museo, que tiene como fondo el cauce del río.

El río Torres, junto al María Aguilar, fueron claves para el desarrollo de San José. Cerca del año de 1750 ya el Torres abastecía de agua a sus primeros pobladores de lo que sería San José. El cauce del río fue el primero en mover las turbinas que dotarían de electricidad al pequeño poblado y en sus orillas, las lavanderas se unían a la fuerza laboral aportando lo suyo al desarrollo del país.

Como el río atraviesa el área metropolitana de este a oeste en su parte norte, los puentes son un punto interesante; donde hay incluso algunos que han sido declarados patrimonio.

Uno es el de Amón-Tournón, que une al cantón central de San José con Goicoechea, de los más antiguos de la infraestructura vial del país. Fue construido en la década de 1880 y formó parte de la carretera a Carrillo, una ruta indispensable para la exportación del grano de café hacia Europa. Fue declarado patrimonio histórico-arquitectónico, bajo la categoría de Monumento mediante el Decreto ejecutivo 43685-C del 25 de octubre del 2022.

Otro es el ubicado entre los barrios Iglesias Flores, La Uruca y Barrio México que fue construido en la segunda administración de don Cleto González Víquez. Este puente constituyó durante varias décadas una de las principales vías de acceso a la ciudad de San José. Fue construido en 1929 por la United States Steel Company, quien edificó la mayoría de los puentes de importancia de esa época. Consta de tres cuerpos, dos de concreto y uno central metálico, constituyendo una muestra de las edificaciones elaboradas en las vías de comunicación en las primeras décadas del siglo XX. Fue declarado de interés histórico-arquitectónico mediante el decreto ejecutivo Nº 23715-C del 25 de octubre de 1994.

También se destacan el de Paso Hondo entre Guadalupe y Sabanilla, construido en la primera administración de Cleto González Víquez (1906-1910), al que lastimosamente le robaron la placa. El que da acceso al actual Museo de los Niños, antigua penitenciaria y el de la Traube en la calle central, que comunica con Cinco Esquinas de Tibás. El puente de Los Incurables entre San José y Guadalupe es una belleza que ha soportado el embate del tiempo, y que debería ser también patrimonio. Y por último, uno casi desconocido, el del tren en la ruta que va a Heredia, muy especial por su tipo de construcción que lo hace como un túnel. Todos estos puentes son de principios del siglo XX.

 
Los primeros pobladores de la capital se ubicaron a orillas del Torres para abastecerse del líquido, pero se alejaron cuando se fundó el centro. Aún así la ciudad se expandió siguiendo la lógica del cauce en dirección este a oeste, pero dándole la espalda. Ya no era necesario acercarse al río para obtener agua porque se construyeron pozos y luego vinieron las tuberías.

El gran problema del Torres fue y sigue siendo su contaminación. Lastimosamente la construcción, a inicios del siglo XX, de la red de alcantarillado fue insuficiente para evitarla. San José y sus habitantes no valoraron el recurso hídrico, y poco a poco se fueron olvidando del río. Es decir, se dejó de ver como un espacio cotidiano y eso implicó que la gente se fuera alejando y por ende perdiendo el interés. Los años pasaron y el Torres se fue contaminado aún más. Esperamos que con la nueva planta de tratamiento de las aguas negras de San José del AyA, la situación del río mejore bastante.

Al día de hoy día existen grupos que han salido al rescate del río, para hacer un alto a la contaminación y concientizar a la gente para volver a cuidarlo. Destacan Río Urbano, que hace excursiones en el río, y la Asociación Amigos del Río Torres con su labor de recuperación de la cuenca. Si quieren ayudar, en todos los Automercados y Vindi venden unas bonitas bolsas alusivas al río Torres, y del costo un porcentaje se va directo a programas de concientización y recuperación del río, especialmente la limpieza de su cauce.

 
No quiero terminar sin referirme el sendero de Rutas Naturbanas. Consta de una ruta de 400 m, con 250 m frente al río, así como 200 m adicionales de senderos peatonales. Para lograrlo, se contó con la participación de BN Fondos, que incorporó la ruta de uso compartido como parte del diseño del nuevo edificio del Banco Central ubicado en barrio Tournón. Rutas Naturbanas es un proyecto iniciado en 2016 con el fin de recuperar los principales ríos de la capital, mediante la creación de 25 km de vías de uso compartido para que las personas puedan caminar, correr, pedalear y patinar. Este es un moderno sendero que cuenta con parqueo para bicicletas, bancas de descanso y contemplación; con vistas al río Torres poco conocida por la gente. La ruta permanece abierta al público en general. En la galería pueden recorrer la ruta completa.

Los dejo con esta frase que está en un rótulo a la vera del camino en Rancho Redondo, que me parece un final muy apropiado: “Solamente cuando el último árbol esté muerto, el último río esté envenenado, y el último pez esté atrapado; entenderemos que no se puede comer dinero”.

Preparé una bonita galería de Facebook, con imágenes del sendero Rutas Naturbanas, y algunas otras de todo lo descrito.

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Un agradecimiento a Río Urbano por algunas imágenes del río y los puentes, y a Amigos del Río Torres por algunos datos con los que preparé el artículo.

Anexo

Biografía Salvador de Torres

Torres, Salvador de. Puerto de Santa María (Cádiz), c. 1576 – Cartago (Costa Rica), 1646. Corregidor, encomendero, estanciero y comerciante.

Hijo del doctor (profesor de Medicina) Antonio de Torres y de Elvira Sancho de Gramal. Casado en primeras nupcias con Inés Farfán (1580-1630), hija del conquistador y encomendero Alonso Pérez Farfán, muerta su primera esposa, casó en segundas nupcias con Isabel de Medina Cueto. Tuvo una numerosa descendencia; Juan de Torres, Alonso Pérez Farfán, Elvira Pérez Farfán, Antonio de Torres, Francisco de Torres, Esteban de Torres, María de Torres, Andrés de Pérez, Francisca de Torres, Agustín de Torres y Ana María de Torres. En su testamento, fechado el 18 de marzo de 1632, señala que se halla “pobre y adeudado”.

Corregidor del partido de Chirripó, en los límites con la región indígena no conquistada de Talamanca. Quiso establecerse en la ciudad de Santiago de Talamanca y fue dueño de una fragata en ese lugar, y es sabido que viajaba frecuentemente a Cartagena de Indias. Sin embargo, ante la destrucción de la ciudad en 1610, provocada por una rebelión indígena, abandonó ese sitio, se fue a Nicaragua por un tiempo y después se estableció nuevamente en Cartago, hasta su muerte.

También fue encomendero, sin la confirmación Real, de la parcialidad del pueblo de indios llamado Cot. A mediados del siglo xvii tenía en su parcialidad vientitrés indios de encomienda. En esta encomienda le sucedió su hijo mayor, Juan de Torres. En 1646 Salvador de Torres era un encomendero “venido a menos” y en su codicillo fechado en 1646, refería que dejaba una milpa maltratada. Debido a la escasez de mano de obra indígena, Salvador de Torres participó en 1613 en una petición levantada por los vecinos españoles de Cartago, para que se volviera a la utilización de los “indios alquilones” (indios de repartimiento).

Como estanciero tuvo un sitio en la Mata Redonda y su apellido da origen al río Torres que recorre el valle central de Costa Rica. A mediados del siglo XVII este sitio tenía 150 o 160 reces y 25 yeguas, con un gravamen en 100 pesos a la Cofradía de la Concepción. Tuvo compañía con Hernando Luna para el cobro de los diezmos de Cartago en 1623.

Bibl.: Archivo Nacional de Costa Rica, Índice de los protocolos de Cartago, 1607-1700, San José, Tipografía Nacional, 1909; M. Jiménez, “Salvador de Torres”, en Los conquistadores, San José, 1940, págs. 231-233, 235-237; E. Prado. “Los fundadores españoles de Costa Rica”, en Revista de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, 22 (1965-1966), pág. 35; C. Meléndez. Conquistadores y pobladores. Orígenes histórico-sociales de los costarricenses, San José, EUNED, 1982, pág. 250.

Elizet Payne Iglesias, Real Academia de la Historia

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