Desde mi perspectiva
José Francisco Bolaños Arquín
El pasado 1 de abril, Costa Rica con la democracia más antigua y consolidada de América Latina, tomó la decisión de darle la responsabilidad a Carlos Alvarado Quesada como nuestro nuevo Presidente; quién guiará los destinos de nuestra patria por los próximos cuatro años de 2018 – 2022, a partir del próximo 8 de mayo. Le deseo al futuro presidente los mejores deseos y la sabiduría para guiar a nuestra patria a un mejor desarrollo económico, político y social.
Las discusiones estériles, sin sentido y de odio que se dieron en las redes sociales durante el proceso no deben continuar y más bien deben de enfocarse en apoyar al nuevo gobierno, con el fin de que se tomen las decisiones más adecuadas para así resolver los grandes y graves problemas que atraviesa nuestro país tales como: el creciente déficit fiscal y endeudamiento, la evasión de impuestos, el contrabando, las pensiones de lujo, la inseguridad ciudadana, la corrupción, el desempleo, la pobreza, la infraestructura rezagada por años, la puesta en operación de un tren eléctrico, urbano y moderno vía concesión de obra pública, el aumento y diversificación de la producción y la necesaria modernización de Estado.
Las instituciones públicas, se han convertido en organizaciones lentas y entrabadas que dificultan la mejora de servicios. La toma de decisiones y ejecución de proyectos requeridos con urgencia, son elementos vitales para un mayor crecimiento de nuestra economía. En muchos casos ha quedado evidenciado la incapacidad gerencial y administrativa de algunas de ellas, al no cumplir con sus compromisos y obligaciones.
Así las cosas, tenemos que aceptar que nos hemos convertido en un país con poco margen de maniobra, que a su vez no permite un mayor desarrollo.
Ante esta problemática, nuestras futuras máximas autoridades deben ser conscientes de que el tiempo se nos agota, que deben dejarse las tendencias partidistas de lado y buscar entre todos un acuerdo nacional efectivo, un gobierno de concertación nacional, donde la próxima Asamblea Legislativa, tenga un papel preponderante y una enorme responsabilidad de legislar como está establecido a favor del pueblo, mediante leyes que fomenten el desarrollo y el verdadero bienestar de los costarricenses. Esto se puede lograr ejerciendo una oposición responsable y seria por parte de las distintas fracciones.
Las negociaciones en el Congreso deberán ser honestas y transparentes con presentación de buenos y prioritarios proyectos que busquen el bienestar, la equidad y el crecimiento de nuestra querida Costa Rica, que impliquen un compromiso patriótico por parte de los diputados.
Los cuales deben mantener una actitud vigilante y se denuncie los excesos y abusos que se generen en el aparato estatal. La integración de diputados por fracciones políticas en la nueva Asamblea Legislativa, quedó distribuida de la siguiente manera: Partido Liberación Nacional 17, Restauración Nacional 14, Partido Acción Ciudadana 10, Partido Unidad Social Cristiana 9, el Partido Integración Nacional 4, el Partido Repúblicano Cristiano 2 y el Frente Amplio 1.
El éxito de las negociaciones entre las fracciones, dependerá mucho de una muy buena y transparente relación entre el Poder Ejecutivo y Legislativo, pero sobre todo de la escogencia de un excelente ministro de la presidencia, con gran personalidad, preparado, con capacidad de diálogo, innato negociador, capaz de generar consensos y preferiblemente con experiencia legislativa, en el manejo de este poder de la República.
En este nuevo período, tanto el Poder Ejecutivo como el Poder Legislativo y todos los ciudadanos, tenemos la responsabilidad histórica de dirigir los destinos de nuestra patria a buen puerto y así lograr un país próspero y desarrollado como el que todos anhelamos. Costa Rica puede lograrlo, pero debemos fijarnos esa meta de aprovechar las ventajas internas con las que contamos y lo que el mundo nos ofrece.
“No podemos perder el tiempo hay que trabajar unidos ya, porque luego será tarde.”
– Lic. Administración de Negocios