Bazar digital
Carlos Revilla Maroto
En el viaje al estado de Washington, en el sector de la península Olímpica, en ruta a Seattle pasamos la noche en la isla de Bainbridge. Para llegar a la isla salimos temprano de Port Angeles temprano. Para llegar a la isla hay que pasar dos puentes importantes, uno el puente del canal Hood, que conecta la península Olímpica con la de Kitsap, y el otro el puente del paso Agate, que es un puente en voladizo de acero estructural que atraviesa el paso y conecta la isla de Bainbridge con la península de Kitsap. El puente del canal Hood, de unos dos kilómetros, es uno de los pocos puentes flotantes que hay en el mundo. Es una obra maestra de la ingeniería, que combina funcionalidad y belleza escénica. Para más detalles de los puentes, pueden leer el anexo al final de la columna.El plan era aprovechar todo el día para conocer Bainbridge y sus alrededores, pasar la noche en el pueblo, y al día siguiente salir temprano hacia Seattle usando el transbordador Seattle-Isla Bainbridge. El viaje en el ferry es, de unos 30 minutos, es muy bonito, con unas vistas espectaculares de la ciudad de Seattle (ver la galería).
Un poco antes de llegar a la isla de Bainbridge, nos detuvimos en un pueblo muy bonito llamado Poulsbo, conocido como la “pequeña Noruega”, del cual les hablo en detalle en una Patrulla de Bares, que les recomiendo leer para que vean las imágenes que tomé del lugar, que es realmente especial.
Viendo el mapa, donde marque los lugares más importantes, se podrán orientar mejor.
En el hotel donde pasamos la noche en la isla de Bainbridge, en la mesa del cuarto, había un libro sobre la isla, con la historia, lugares de interés, y algunos artículos interesantes relacionados. Era un libro del hotel, y no un folleto o revista, de esos que hay en muchos hoteles, por lo que asumí que solo era de consulta para el huésped, y no para llevárselo; así que solo lo hojee y le tomé algunas fotos al contenido que me pareció interesante.
Del libro me llamó la atención un artículo sobre un petroglifo conocido como la Piedra Pintada, Haleets o Figurahead Rock que está en una playa de la isla, en el lugar conocido como Agate Point. Recordemos que el petroglifo es un dibujo grabado sobre piedra o roca, en especial los del período prehistórico neolítico. Por ejemplo, en Costa Rica se han encontrado en Guayabo de Turrialba y algunos lugares de la Zona Sur como Diquís. Suelen ser de carácter simbólico, artístico o comunicativo y datan de épocas prehistóricas o antiguas. Los petroglifos son una valiosa fuente de información sobre las culturas antiguas y su forma de interpretar el mundo.
El petroglifo es un notable peñasco de arenisca, de aproximadamente 1,5 metros de altura y 2 metros de longitud a unos 30 metros de la orilla, por lo que -curiosamente- queda sumergido durante la marea alta.
Las inscripciones en la roca son atribuidas (aunque realmente no hay certeza) a la tribu nativa Suquamish, que habitaba la región. Se cree que los petroglifos fueron tallados entre el año 1000 a.C. y 500 d.C. Esta estimación se basa en la representación de un labret, una especie de adorno labial que dejó de utilizarse entre los pueblos indígenas de la zona alrededor del año 500 d.C.
La función original del petroglifo sigue siendo un misterio. Algunos expertos sugieren que pudo haber servido como marcador territorial o señal para otras tribus. Además, existe la teoría de que la roca tenía una función calendárica, relacionada con la observación de eventos astronómicos.
Con el paso del tiempo, la roca ha sufrido daños debido a la acumulación de percebes (crustáceo cirrípedo de la familia Pollicipedidae que crece sobre rocas batidas por el oleaje), lo que ha dificultado la visibilidad de las tallas. A pesar de ello, sigue siendo un importante vestigio cultural y arqueológico.
Del libro que les mencioné, les transcribo el texto sobre el petroglifo:
“Haleets
La misteriosa roca con imágenes antiguas cerca de Agate Point
¿Un antiguo calendario? ¿Obra de arte de un playero aburrido?
Uno de los grandes misterios de la isla de Bainbridge es el significado de las caras grabadas en una roca cerca de Agate Point hace cientos de años. La tradición oral local no da ninguna pista.
John Rudolph, arquitecto de la isla de Bainbridge y astrónomo aficionado, cree que la roca podría haber indicado a los primeros residentes las estaciones del año.
«El panel de petroglifos de caras se grabó en esta superficie pulida en un momento indeterminado del pasado», explica Rudolph en una ponencia que presentó en una conferencia internacional de arqueoastronomía en 1999. «Los nativos que vivían en la zona en la época en que empezaron a llegar los europeos sentían temor ante esta piedra y la evitaban. Cuando se les preguntaba por el origen de las tallas, daban respuestas contradictorias, pero en general las atribuían a personas del pasado remoto.
Al parecer, los nativos americanos no relacionaban las tallas ni la posición de la piedra con el control del paso del tiempo, según Rudolph. Sin embargo, al visitar la roca al amanecer del 21 de septiembre de 1997, observó que el sol salía de la hendidura más profunda de las montañas Cascade, al este, el cañón Skykomish, exactamente al este de la roca Haleets.
Habiendo presenciado la salida del sol del equinoccio de otoño desde Haleets, parecía lógico que esta piedra con las caras asomadas en la cara este, perfectamente alineada con la salida del sol del equinoccio, pudiera ser examinada en un contexto astronómico». dijo Rudolph.
La roca, señaló, «tiene varios rasgos similares a los que se ven a simple vista en la cara de la luna llena». Hay siete caras en total y lo que se ve claramente es el sol.
Un observador que viera salir el sol durante un periodo de tiempo desde la roca podría determinar el comienzo de la primavera y el final del verano.
«Se ha pensado que las culturas agrícolas eran las únicas que necesitaban un método para determinar la época del año», señaló Rudolph. «Recientemente, se ha descubierto que las culturas cazadoras-recolectoras necesitaban saber dónde estaban tanto en el tiempo como en el lugar».
«Para las tribus del estrecho de Puget, el regreso del salmón, la disponibilidad de fuentes naturales de alimento, las citas con otras tribus y determinadas ceremonias exigían llevar un calendario. La luna podía utilizarse para anotar el paso de periodos de tiempo más cortos, pero el sol determinaba el principio y el final del año».”
En ese libro, fue la primera vez que supe sobre este interesante petroglifo. Como vimos, no se sabe con exactitud que era o para que servía. Tampoco realmente quién o cuándo lo tallaron. Todo un misterio.
No tuvimos tiempo de ir a conocerlo, supe de su existencia hasta la noche, y al día siguiente salíamos temprano hacia Seattle, así que conseguí algunas imágenes en Internet (Wiki), y la que tiene el artículo de libro que es de 1890. Les incluyo también algunas del viaje en el ferry que tiene unas vistas magníficas de la ciudad de Seattle y la famosa Aguja Espacial, de las que ya les había escrito.
Califique esta columna:
Anexo
El Puente del Canal Hood
El Puente del Canal Hood, situado en el estado de Washington, es una obra maestra de la ingeniería que combina funcionalidad y belleza escénica. Este puente flotante cruza el canal Hood, un tramo de agua de gran profundidad que forma parte del estrecho de Puget y conecta la península de Kitsap con la península Olímpica.
El puente original fue inaugurado en 1961, diseñado para soportar las difíciles condiciones marítimas del canal. Sin embargo, en 1979, una poderosa tormenta lo dañó severamente, lo que llevó a su colapso parcial. La estructura actual, reconstruida y reabierta en 1982, es un ejemplo de resiliencia e innovación.
El diseño flotante del puente es una solución única adaptada a las características geológicas del canal, cuya profundidad impide el uso de pilares convencionales. La estructura flota sobre pontones gigantes anclados al lecho marino, permitiendo una estabilidad sorprendente incluso bajo condiciones de viento y olas.
El Puente del Canal Hood tiene una longitud de más de 2 kilómetros y cuenta con una sección móvil que se eleva para permitir el paso de embarcaciones. Este mecanismo asegura que el tráfico marítimo, vital para la región, no se vea interrumpido.
Además de su funcionalidad, el puente se integra armónicamente con el entorno natural. Desde él, los viajeros pueden disfrutar de impresionantes vistas del canal y de las montañas Olímpicas, haciendo del cruce una experiencia memorable.
El puente es una arteria clave para el transporte en el noroeste del Pacífico, conectando comunidades y facilitando el comercio y el turismo. También es un símbolo de la capacidad humana para superar desafíos naturales mediante soluciones creativas e innovadoras.
El Puente del Paso Agate
Situado en el estado de Washington, es una estructura icónica que conecta la isla Bainbridge con la península Kitsap, cruzando el estrecho paso Agate. Aunque modesto en tamaño, este puente desempeña un papel crucial en la infraestructura local y es un punto de interés para residentes y visitantes por igual.
Construido en 1950, el Puente del Paso Agate fue concebido para satisfacer la creciente necesidad de una conexión directa entre Bainbridge Island y la península Kitsap. Antes de su construcción, los habitantes dependían de botes y transbordadores para cruzar el estrecho, lo que limitaba la movilidad y la eficiencia del transporte local.
El puente, diseñado como una estructura de viga de acero, combina funcionalidad y durabilidad, adaptándose al clima húmedo y a las condiciones cambiantes de la región. Su diseño también refleja la ingeniería práctica de mediados del siglo XX, enfocada en soluciones robustas y económicas.
Hoy en día, el Puente del Paso Agate es más que una conexión vial. Es una parte integral de la vida cotidiana para los residentes que lo utilizan para desplazarse entre las comunidades de Bainbridge Island y la península. Además, su entorno pintoresco, rodeado de exuberante vegetación y vistas del estrecho de Puget, lo convierte en un lugar popular para disfrutar de caminatas y fotografía.
A lo largo de los años, el puente ha sido sometido a renovaciones y mantenimientos periódicos para garantizar su seguridad y longevidad. Con el crecimiento de la población y el tráfico en la región, su conservación sigue siendo una prioridad para las autoridades locales.