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Carlos Revilla M.
Leo en las noticias que la Sala III le jaló el aire al Fiscal General Jorge Chavarría por la petición para desestimar la causa contra el diputado del PAC Henry Mora, por el caso de la aprobación del presupuesto nacional pasado, cuando, siendo él, presidente de la Asamblea Legislativa dio por aprobado, a pesar de haber sido votado negativamente. La acusación contra Mora es por prevaricato, es decir, por dictar una resolución contraria a la ley. En este incidente, dar por aprobado el presupuesto, sin estarlo.
Está también el tema de hace unos días de la viceministra Carmen Muñoz quien recibió un giro erróneo de 11 millones de colones y que después de varios meses, decide devolverlo en tractos mensuales, por lo que el PAC —su partido— la exoneró de cualquier implicación ética. Y así hay muchos otros acontecimientos, como el de la presidenta del Partido Acción Ciudadana (PAC) a la que le dieron una plaza en la Asamblea Legislativa de una forma totalmente irregular, por decir lo menos.
Pero en realidad no es de esto de lo que quiero hablarles, pero si me ayuda para ilustrar el tema que quiero tocar y que está relacionado con el PAC, y sus militantes y simpatizantes, pero especialmente los primeros, quienes en alguna oportunidad se denominaron como «el pueblo que decidió cambiar».
Antes de ostentar el poder y ser gobierno el PAC llamaba a todo esto «corrupción». Si la «aprobación» del presupuesto se hubiera dado en un Gobierno de Liberación, y siendo el presidente de la Asamblea del PLN, hubieran despotricado contra el PLN a más no poder y el fiscal general Chavarría sería el corrupto más grande que nos pudiéramos imaginar. De hecho antes de ser el PAC gobierno, descalificaban al fiscal por ser liberacionista, y todo lo que hacía era para favorecer a sus compinches del PLN.
Pero, que casualidad, ahora que el fiscal favorece a uno de los suyos, en una muy cuestionable resolución y por la cual la Sala III le enmienda la plana, la respuesta del «pueblo que decidió cambiar» es un silencio cómplice.
Los liberacionistas pasaron ocho años (gobiernos de Arias y Chinchilla) dejando estoicamente que les «volaron tiza» a diestra y siniestra, de parte de los militantes del PAC. Para ellos, casi todos en Liberación eran unos corruptos y de los gobiernos de entonces, eran pocos los que se salvaban de la santa inquisición, encarnada en esta oportunidad por el PAC.
Incluso, personalmente fui vituperado y vilipendiado en múltiples ocasiones; un día si y otro también recibía los comentarios inquisidores de los militantes del PAC, en las «redes sociales» de aquel entonces, que eran los foros, quienes con su dedo acusador, denunciaban la corrupción del PLN, sus gobiernos, y de paso la emprendían conmigo. En el aspecto ideológico ni se diga, pasaban como la lora del anuncio de Casa Blanca diciéndome a mi y al PLN «neoliberal, neoliberal…» Lo curioso es que ahora, que suceden cosas parecidas o peores, sorpresa, de nuevo el silencio ¿por qué será?
Vieran como extraño las fuertes condenas de los militante del PAC y su —a veces— justificada indignación por actos de corrupción como estos que les relaté. Extraño no verlos clamando al cielo por recuperar la decencia de este país. Cuanto me hace falta el verbo vibrante de esos militantes ante situaciones como la del diputado Henry Mora y el espurio nombramiento de Kattia Martin en la Asamblea Legislativa. Pero no, la única reacción es el silencio sepulcral.
!Ahhh…¡ cuanto extraño también los comentarios de la gente del Frente Amplio, quienes ante actos de poca monta y ni cercanos a los que he expuesto del actual Gobierno, escupían sapos y culebras contra el PLN. Y también extraño esos artículos mordaces y agudos, escritos con gran pasión, y que seguramente les quitaba horas de sueño el escribirlos, sobre la corrupción de Liberación y sus militantes. Los extraño de verdad, en este gobierno del PAC, el adalid de la ética y la moral.
A mí me tiene muy sorprendido la falta de reacción de la «gente que decidió cambiar». Esto porque tal vez, ingenuamente creí, que la preocupación de ellos por la ética era algo legítimo. Pero que gran desilusión, pareciera que no es así, pues ante casos iguales o peores a los que antes denunciaban con gran estridencia, su reacción actual es callar.
En fin, tantas cosas que decir, que no me alcanza el tiempo. Y no, no me hago ilusiones, seguramente la respuesta a este comentario será también el silencio, pero esto ya no me sorprendería. Como efectivamente dijo el señor presidente «no es lo mismo verla venir que bailar con ella», lo doloroso es que en este caso se trata de la ética.
Absolutamente acertado. Cuando los toros se ven desde la barrera, lo que hace el torero no es lo que se quisiera. Lo lamentable es que quienes criticaron, evidencian hoy la falta de conocimiento en sus (populistas) críticas.
En el fondo y lo más trascendente es que en su afán de poder, destruyeron la esperanza, la autoestima y la confianza de Costa Rica. Acabaron con el sueño, sin ofrecer (y menos dar), nada a cambio.