El mito de la bella peligrosa (Yolanda Oreamuno)

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Sólo sufre quien no está dispuesto a reconocer la necesidad de las derrotas”.

Yolanda Oreamuno

Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Escribir sobre Yolanda Oreamuno no es sencillo, por lo menos para mi. Y además no he leído mucho de su trabajo, salvo algunos cuentos cortos. Así que no la tenía, como se dice, en el radar, aunque eso sí, a través del tiempo, y las andanzas con mi “cámara andariega” por esos lugares de Dios en Costa Rica, llegué a tomar algunas fotos de sus homenajes, plasmados en sendas esculturas en la Facultad de Letras de la UCR y el Paseo de las Artistas en el Teatro Nacional.

Pues resulta que recientemente buscando otra cosa, me topé con una fotografía suya, que me deslumbró por su belleza, y pensé: tengo que escribir sobre ella. Por lo que me puse investigar para obtener información y fotografías para preparar un artículo.

Entonces inicio con algunos datos sueltos:

Fue una novelista y ensayista costarricense destacada por su vanguardismo en vida y obra. En varios de sus escritos, planteó una reivindicación de la mujer, abogando por abandonar estereotipos y clamando por una definición propia y la autoafirmación. Constituye una de las personalidades más importantes de la literatura costarricense. A diferencia de sus compañeros Fabián Dobles y Joaquín Gutiérrez, quienes siguieron la vía del realismo social, ella optó por el psicoanálisis y el monólogo interior. Su narrativa introspectiva profundiza en el análisis del interior de los personajes, y a través de sus ensayos, ridiculizó los estereotipos que impedían que los costarricenses vieran los problemas en su verdadera dimensión.

Hija única del matrimonio de Carlos Oreamuno Pacheco y Margarita Unger Salazar. Tras el fallecimiento de su padre, cuando ella aún no había cumplido el año de edad, Yolanda fue criada principalmente por su abuela materna, Eudoxia Salazar Salazar viuda de Unger.​ Cursó la educación secundaria en el Colegio Superior de Señoritas, donde se graduó como perito contable; además, hizo estudios en mecanografía y secretariado.​

Sus cortos cuarenta años de vida parecen claramente divididos en dos periodos: hasta los 20, fue una joven hermosa y de talento, que gana popularidad en sociedad; los otros 20, fueron años marcados por la tragedia, la soledad y la enfermedad. Primera escritora que expone y se rebela contra la situación de la mujer en la sociedad de Costa Rica, en la primera mitad del siglo XX.

Después de terminados sus estudios, trabajó en el edificio Correos y Telégrafos, donde estaba ubicada la antigua Secretaría de Hacienda. Su juventud la pasa en medio de amistades, en paseos, deportes y su gusto por actividades culturales muy íntimas, pero de gran nivel. Su carácter y belleza la convierten en una de las jóvenes costarricenses más admiradas durante este periodo.

Su vida personal tuvo un impacto significativo en su escritura. Nacida en San José en 1916, Oreamuno fue una novelista y ensayista costarricense que desafió las convenciones sociales de su época. A lo largo de su vida, se rebeló contra los estereotipos y abogó por la autoafirmación de las mujeres. Su literatura refleja esta lucha y su búsqueda de identidad.

Influida por autores como Marcel Proust, Thomas Mann y James Joyce, Oreamuno adoptó un enfoque introspectivo en su narrativa. Optó por el psicoanálisis y el monólogo interior en lugar del realismo social. Su novela “La ruta de su evasión” (1949) es un recorrido profundo por el espacio psicológico de los personajes, especialmente el papel de la mujer en el ámbito familiar. La liberación de la protagonista, Teresa, representa una conquista importante en su vida.

Su vida personal, rebeldía y búsqueda de autenticidad se reflejaron en su literatura, convirtiéndola en una figura destacada en la literatura costarricense.

Fue una escritora valiente y visionaria, enfrentó una sociedad que no siempre apreciaba su audacia. A pesar de su crítica mordaz a la sociedad y la literatura de su época, y su escritura sensible e inteligente, Oreamuno sufrió indiferencia y envidia. Su obra, como la novela “La ruta de su evasión”, desafiaba las convenciones y evadía los reduccionismos. A pesar de las circunstancias adversas, persistió y dejó una huella en la literatura costarricense.

En el plano ya propiamente dicho de su producción literaria, se puede decir que fue una escritora valiente y visionaria, que dejó un legado significativo en la literatura contemporánea. A pesar de la indiferencia y la envidia que enfrentó, su obra sigue resonando y marcando pautas importantes. Veamos:

Exploración de lo introspectivo: Oreamuno trazó caminos hacia una literatura distinta y anticanónica. Su novela “La ruta de su evasión” es precursora de otras obras llamadas “totales” y antecedente del realismo mágico y las escrituras feministas.

Crítica social y literaria: A través de su escritura, abordó temas como la opresión de la mujer, la desigualdad social y el exilio. Desafió las normas establecidas y practicó una escritura sensible e inteligente.

Persistencia y lucha: Escribió a pesar de las circunstancias adversas que se le presentaron. Su vida personal y sus experiencias influyeron profundamente en su literatura; destacándose la búsqueda de autenticidad.

Ella dejó un legado literario que exploró las complejidades de la condición humana y desafió las normas sociales, convirtiéndola en una figura destacada en la literatura costarricense. A lo largo del camino (1961) es una recopilación póstuma de cartas, ensayos y otros escritos

Como ejemplo, un pequeño análisis de dos de sus novelas más destacadas:

La ruta de su evasión: Esta novela es una de las más conocidas de Oreamuno. A través del monólogo interior y la introspección, explora la vida de la protagonista, Teresa, y su búsqueda de identidad y liberación. La obra desafía las convenciones sociales y aborda temas como la opresión de la mujer y la lucha por la autenticidad.

Las bodas de Canaán: Otra novela importante de Oreamuno. En ella, se cuestionan las normas sociales y se profundiza en la psicología de los personajes. La protagonista, María, enfrenta dilemas y desafíos en su vida matrimonial.

Ambas obras reflejan la valentía y originalidad como escritora, y como su legado sigue inspirando a quienes exploran su literatura.

Se puede decir que desde joven, mostró un talento excepcional para la escritura, y a lo largo de su vida, produjo una variedad de obras que reflejaban su aguda percepción de la sociedad y sus desafíos. Sus relatos cortos, en particular, exploraron temas como la opresión de la mujer, la injusticia social y las complejidades de las relaciones humanas.

A los 20 años de edad, en 1936, publicó su primer cuento La lagartija de la panza blanca, y también Para Revenar, no para Max Jiménez.

En la embajada de Chile, donde trabajaba, conoció al diplomático Jorge Molina Wood, con quien se casó y se fue a vivir al país de este. En Chile escribe los relatos La mareas vuelven de noche y Don Junvencio, que quedarían en manos de Hernán Max y que no serían publicadas hasta 1971.

Pero a fines de 1936 regresa a Costa Rica: su marido, víctima de una enfermedad incurable, se había suicidado.

Al año siguiente contrajo matrimonio con Óscar Barahona Streber, abogado simpatizante del Partido Comunista Costarricense: entró en contacto con las ideas marxistas y participó en actividades antifranquistas y de defensa de la República española.

Literariamente, fue aquel uno de sus años más prolíficos: sus obras aparecen en Repertorio Americano, revista que publica Joaquín García Monge, quien se convertirá en su maestro, editor y amigo. Entre los cuentos que vieron la luz entonces figura 40º sobre cero, 18 de setiembre, Misa de ocho, Vela urbana, El espíritu de mi tierra, Insomnio y El negro y sentido de la alegría.

El 21 de septiembre de 1942 nace su único hijo, Sergio Simeón Barahona Oreamuno, y ese mismo año comienza a deteriorarse la relación con su marido, que terminaría en divorcio.

Murió el 9 de julio de 1956 en la ciudad de México después de una larga convalecencia, acompañada de su mejor amiga, la también escritora costarricense Eunice Odio, quien la atendió en los últimos días de su vida, en su apartamento de la Calle Río Neva. Fue enterrada en un panteón en San Joaquín, D. F. en el mojón 7 363, pero en 1961, sus restos mortales fueron trasladados a San José,​ donde yacen el Cementerio General en la fosa número 729 del cuadro Dolores.​ Su tumba permaneció 50 años sin siquiera una inscripción y sólo en el 55 aniversario de su muerte, el 8 de julio de 2011, llegó a buen término la iniciativa del literato y bloguero costarricense J. P. Morales de colocarle una placa conmemorativa.

En el año 2021 la Asamblea Legislativa la declaró benemérita de la patria.

La fugitiva (2011), novela del nicaragüense Sergio Ramírez, está inspirada en Yolanda Oreamuno.​ En esta obra, se nos presenta la vida de Amanda Solano (Yolanda) a través de los recuerdos de tres amigas, personajes estos que tienen también como prototipos a mujeres reales; así, el último relato es el de una cantante, Manuela Torres, que correspondería a Chavela Vargas; los otros dos, Gloria Tinoco y Marina Carmona, están inspirados en Vera Tinoco Rodríguez, casada con un hijo del presidente de Costa Rica Rafael Iglesias Castro y la pedagoga y escritora Lilia Ramos Valverde (1903-1985), respectivamente.

Hace algún tiempo digitalicé el libro de la serie “¿Quién fue y qué hizo?” sobre Yolanda Oreamuno, publicado por el Ministerio de Cultura y Juventud, que en su presentación dice: “Este libro es un claro empeño de acercamiento y reivindicación acerca de la vida y la obra de Yolanda Oreamuno. Sin desmedidas pretensiones, la autora de este ensayo se aproxima con sensibilidad y apreciable rigor expositivo a una obra intensa y apasionada, precursora en muchos aspectos de los modernos procedimientos narrativos latinoamericanos.

También, recientemente terminé de digitalizar la novela cumbre de Oreamuno “La ruta de su evasión”, del que les transcribo la contraportada: “Sin duda, esta novela de Yolanda Oreamuno es un hito en las letras costarricenses. Publicada en 1948, se trata de una obra de vanguardia por el empleo de elementos formales y estéticos. Su arquitectura fragmentaria y polifónica se define por el contraste de puntos de vista, de planos espacio-temporales, de voces. El tema de la incomunicación, la exclusión y la violencia intrafamiliar y social como crítica al sistema patriarcal también se adelanta a su época. Se trata, en fin, de un texto excepcional de una autora siempre polémica y actual.

La ruta de su evasión

Fue retratada en vida por diversos artistas, entre los que destacan Margarita Bertheau, Manuel de la Cruz González Luján, Teodorico Quirós o Francisco Amighetti, y que la mayoría se pueden ver en la galería. El 2 de diciembre de 1997 una escultura suya, obra de Marisel Jiménez, fue inaugurada en el Paseo de los Artistas del jardín del Teatro Nacional, en San José, junto al busto de su amiga y poetisa Eunice Odio.

Como señala la Editorial Costa Rica en la página dedicada a la autora, Yolanda Oreamuno es “personalidad clave en la novelística femenina costarricense, la primera escritora que expone y se rebela contra la situación de la mujer en la sociedad de nuestro país, en la primera mitad del siglo XX”.

Seguramente se me escapan muchas cosas y detalles, por eso prefiero adjuntar un anexo muy interesante titulado “La intelectualización de Yolanda Oreamuno” del historiador Iván Molina Jiménez, y les recomiendo la lectura de “El mito de la bella peligrosa”, de donde tomé el título para mi columna, que es parte del ensayo “Tres mujeres apasionadas” de la Revista herencia de la UCR, programa de rescate y revitalización del patrimonio cultural.

La galería la trabajé bastante, mejorando digitalmente muchas de las imágenes, y poniéndole color a algunas. Preparar la galería fue una tarea que disfrute bastante.

Califique esta columna:

Con la ayuda de la Wkipedia y otras fuentes menores.

Anexo

“Tal vez sólo a la muerte se llega demasiado temprano”

Vela Urbana

La intelectualización de Yolanda Oreamuno

Iván Molina Jiménez

Yolanda Oreamuno (1916-1956) nació en una familia que, aunque emparentada con las elites costarricenses, era de recursos modestos. Esto explica que, en vez de graduarse de bachiller en Ciencias y Letras en el Colegio Superior de Señoritas, se titulara de contadora mercantil en 1933, una especialización que le permitía una más rápida incorporación a la fuerza laboral.

En los estudios existentes, por lo general se omite indicar que Oreamuno empezó a convertirse en una figura pública en una etapa muy temprana de su vida. En 1932, a los 16 años, fue coronada como reina de las Exposiciones de Artes Plásticas, y en 1933 quedó entre las cinco finalistas del concurso Señorita Costa Rica. Su participación fue apoyada por el periódico La Hora, que promovió a Oreamuno como una representante genuina de la raza costarricense.

Si su intención fue valerse del concurso para lograr una ventajosa inserción en el mercado matrimonial de las elites, tal estrategia no fue exitosa, ya que, una vez finalizado el certamen de belleza (el cual no ganó), debió empezar a trabajar.

Poco se conoce de los empleos que tuvo Oreamuno entre 1934 y 1935, pero en 1936 laboraba en la representación diplomática de Chile en San José. Allí conoció a Jorge Molina Wood, que se desempeñaba como Encargado de Negocios, con quien se casó en mayo de ese año; posteriormente, la pareja se estableció en Chile. La relación, sin embargo, terminó trágicamente: hacia enero de 1937, Oreamuno ya estaba de vuelta en Costa Rica y en marzo siguiente su esposo se suicidó en Santiago.

Intelectual

Desde antes de quedar viuda, Oreamuno parece haber tomado consciencia de que si su matrimonio fracasaba y tenía que separarse o divorciarse, eso la dejaría en condiciones muy desfavorables para encontrar una nueva pareja.

Fue en tales circunstancias que empezó a desarrollar su faceta intelectual. Ciertamente entre 1931 y 1935 ella manifestó diversas inquietudes literarias y se integró en círculos de artistas y escritores, predominantemente masculinos; pero su única publicación fue un texto de 1932, en el cual se manifestó en contra del voto femenino.

Para finales de 1936, Oreamuno empezó a reinsertarse en la esfera pública costarricense a partir ya no de la promoción de su belleza sino de su producción intelectual. Gracias al apoyo de Joaquín García Monge, en diciembre del año indicado publicó un artículo y un cuento en el célebre Repertorio Americano, una de las más importantes revistas culturales de América Latina.

A partir de 1937 Oreamuno empezó a trabajar en Tributación Directa y mantuvo una relación cercana con Óscar Barahona Streber, un estudiante de Derecho de muy limitados recursos económicos, con el que finalmente se casó en julio de 1939. Según Barahona, ambos habían sido novios en 1931, cuando tenían quince años, y reanudaron el contacto luego de que ella regresó de Chile.

Producción

De diciembre de 1936 a finales de 1940, Oreamuno publicó 16 textos en el Repertorio Americano. Al analizar sus escritos, se constata –como lo indicó la investigadora Ruth Cubillo– un desplazamiento de enfoques racistas y clasistas a otros en los que se manifiesta un interés por los problemas sociales y por los sectores populares.

Su maduración intelectual fue resultado de un proceso complejo y poco conocido. Según Barahona, él y Oreamuno se integraron a la Liga Antifascista, que apoyaba a los republicanos durante la guerra civil en España (1936-1939), y empezaron a frecuentar la casa de Carmen Lyra; pero sin militar en el Partido Comunista de Costa Rica (PCCR).

En contraste, en un informe diplomático estadounidense de junio de 1942 se identificó a Oreamuno como una de las líderes del PCCR y se indicó que ella “es una mujer joven muy hermosa”, quien “frecuentemente ha tomado parte en demostraciones a favor de Rusia y contra el Eje y los estados falangistas… Su marido es generalmente considerado como otro de los simpatizantes silentes del Partido”.

De hecho, como lo ha mostrado Alexander Sánchez, en noviembre de 1937 Oreamuno fue despedida de su puesto en Tributación Directa por participar en una protesta anti-falangista, liderada por el PCCR.

Taller

Así, en cuestión de unos pocos años, Oreamuno pasó de ser candidata a reina de belleza y de oponerse al voto femenino a convertirse en una intelectual controversial, crítica de la democracia costarricense y vinculada con los comunistas.

Una transformación de ese tipo fue posible porque Oreamuno, al igual que Carlos Luis Fallas, se sumó al informal taller literario que el PCCR, desde su fundación en 1931, mantuvo en funcionamiento bajo la dirección de Carmen Lyra.

Fue bajo la influencia de Lyra y de otras personas que militaban en el PCCR o simpatizaban con él –como Emilia Prieto, Lilia Ramos y el propio Barahona Streber– que Oreamuno empezó a sensibilizarse sobre los problemas sociales, a considerar críticamente la sociedad y la política costarricense, a desarrollar su capacidad analítica y a perfeccionar sus recursos narrativos.

Pese a que provenían de mundos muy distintos, Fallas y Oreamuno compartían una característica común: el potencial que tenían para intelectualizarse, solo se desplegó una vez que se integraron en el taller referido, cuyo propósito principal era promover la producción de narrativas proletarias basadas en las experiencias de vida y laborales de los trabajadores.

Fallas sí respondió directamente a esa iniciativa, al escribir en 1940 Mamita Yunai a partir de sus vivencias como trabajador bananero. Oreamuno, que carecía de experiencia obrera, hizo una adaptación creativa: a finales de 1939, empezó a elaborar Por tierra firme, novela en la que consideró, desde un punto de vista psicológico, las dificultades y problemas de la mujer moderna en Costa Rica y Chile.

De esta forma, Fallas utilizó sus experiencias para elaborar una novela realista de denuncia social, mientras que Oreamuno usó las suyas para producir una obra introspectiva que, en vez de centrar su atención en las diferencias de clase, priorizaba la condición femenina. Ambos textos introdujeron innovaciones fundamentales en la literatura centroamericana de esa época.

Ruptura

Oreamuno y Fallas compitieron en el concurso continental convocado en 1940 por la editorial estadounidense Farrar & Rinehart para escoger la mejor novela latinoamericana. Los jurados nacionales debían seleccionar solo un manuscrito ganador, pero el de Costa Rica, en el que figuraba García Monge, seleccionó tres obras, una de las cuales fue Por tierra firme.

Enterada del resultado, Oreamuno, quien por entonces vivía en San Juan de Tibás, protestó fuertemente contra esa falta de decisión y retiró su novela del concurso. Su proceder la enfrentó públicamente con el jurado (en particular con Roberto Brenes Mesén) y se prestó para que algunos periodistas se burlaran de ella.

Lo peor, sin embargo, estaba por venir. Además de no escoger a un solo ganador, el jurado descalificó a Mamita Yunai, lo que provocó que los comunistas emprendieran una defensa implacable de esta novela, aun a costa de la de Oreamuno. Emilia Prieto, quien había leído ambas obras, declaró que la de Fallas “no vale menos” que Por tierra firme.

Este conflicto tuvo un alto costo para Oreamuno, quien pasó más de dos años sin publicar en el Repertorio Americano y rompió con el círculo en el cual había madurado intelectualmente. Dicha ruptura probablemente repercutió en su matrimonio (que terminó en divorcio pocos años después) y afectó la relación de Barahona con el PCCR.

Poco sorprende entonces que, luego de lo sucedido, Oreamuno se convirtiera en fuerte crítica del tipo de narrativa que promovía el PCCR y se convenciera de que ella no tenía un futuro literario en Costa Rica.

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