El legado de Alberto Cañas Escalante

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñiga

Ha fallecido don Alberto Cañas Escalante (1920-2014), abogado, narrador, historiador, periodista, dramaturgo, político; prolífico escritor de múltiples libros en los temas de novelas, cuentos, política, historia, e incansable labor literaria, por los cuales ha obtenido muchos premios y reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo Cultural Joaquín García Monge (1964), el Premio Nacional de cultura Magón (1976), tres veces le otorgaron el Premio Aquileo J. Echeverría (1962, 1977, 1980); dos veces en la rama de cuento (1965, 1980), Doctorado Honoris Causa de la Universidad Estatal a Distancia, y una serie de reconocimientos por sus obras teatrales y de comedia a nivel nacional e internacional. Ejerció durante muchos años como profesor de la Universidad de Costa Rica, director de la Escuela de Periodismo y la Escuela de Artes Dramáticas; fue decano de la Facultad de Bellas Artes.

Se pensionó y lo declararon profesor emérito; y siguió dando clases de periodismo y comunicación en universidades privadas. Fungió como presidente de la Academia Costarricense de la Lengua, miembro y presidente de la Editorial Costa Rica. Sus obras: La Segua, Uvieta, Tarantela, Crisantema y otras fueron llevadas al cine, teatro y varias divulgadas en Estados Unidos, Iberoamérica, Radio y Televisión Española. En el campo político ejerció como secretario de la Junta Fundadora de la Segunda República (1948-1949), embajador ante las Naciones Unidas (1948 a 1949), director de varias instituciones públicas (la CCSS), dos veces diputado (1962-1966) y Presidente de la Asamblea Legislativa (1994-1995), viceministro de Relaciones Exteriores (1955-1956), primer Ministro de Cultura, Juventud y Deportes (Administración Figueres Ferrer 1970-1974).

A nivel privado y profesional fundo el Bufete Facio y Cañas (que siempre ha mantenido su apellido), aunque hace muchos años dejó de ejercer la abogacía. Miembro de la primera junta directiva del periódico La Nación, director de los periódicos Diario de Costa Rica, La República, editor de Excelsior y columnista permanente con sus “Chisporroteos” (la mayoría publicadas en la República); escribía en el Semanario Universidad. Actualmente tenía un programa radial “Así es la cosa” que tertuliaba todos los días a las 3pm junto a su primo Álvaro Fernández Escalante y el ex -rector de la UCR, Fernando Durán. Cofundador hace 14 años del Partido Acción Ciudadana, se convirtió en una especie de líder espiritual de esta agrupación; y antes de morir lo vio llegar por primera vez al poder político, al ganar las elecciones presidenciales en el 2014.

La realidad es que la mayor parte de su vida política la realizó dentro del Partido Liberación Nacional, y su aporte a través de los años es innegable; señala que tuvo que renunciar al PLN porque “este se fue de él”, alegando que el partido se había alejado de sus principios y objetivos originales. En una democracia de partidos políticos, de libertad de pensamiento y expresión, esto es válido, por lo que no puede considerarse un traidor al PLN (porque se fue y no regresó); diferente a otros políticos que por interés individual renuncian a un partido político, se van despotricando insultos, y luego retornan como si nada, y se les recibe con los brazos abiertos y hasta con amplio poder político; esto si sería muy grave y constituye doble moral.

Don Alberto “Beto” Cañas, como cariñosamente le decían sus amigos (as), fue siempre un hombre polémico, acostumbrado a decir su verdad, sin miramientos, le guste o no a sus detractores; y esto en una democracia es muy positivo, ya que sobre la base del debate, la crítica y autocrítica, se construye, se evoluciona, los temas se vuelven transparentes (a nivel de políticas públicas, no debe existir el “secretismo”, las negociaciones de bajo de la mesa y la mezcla de los negocios particulares con los intereses y fondos públicos). Don Beto se cansó de la corrupción, de la mediocridad, de la gente viciada que él la llamó la “gradería de sol” (que habían tomado varios estamentos del poder político). Algunos para bajarle perfil a sus verdades lo etiquetaban de “viejo cascarrabias”, o que solamente decía “disparates”.

Todo lo contrario, don Beto fue un hombre tranparente, acostumbrado a criticar con la verdad, sin cobardía o miedos tontos, sin cálculo político, etc. Como hombre de letras, se le puede considerar como renacentista; de lo que podríamos llamar la época “del siglo de oro costarricense”, a la par de personajes ilustres de estirpe intelectual entre ellos: Abelardo Bonilla, José Marín Cañas, Omar Dengo, Moisés Vincenzi, Mario Sancho, León Pacheco, Aquileo J. Echeverría, Carlos Monge Alfaro, Rodrigo Facio, Eugenio Rodríguez, Rafael Obregón, Luis Barahona Jiménez, Carlos Luis Sáenz, Rafael Cardona, Carlos Meléndez, Miguel Obregón, Carlos Luis Fallas, Carmen Lyra, Arturo Agüero, Joaquín García Monge, Roberto Brenes Mesén, Fabián Dobles, Yolanda Oreamuno, Joaquín Gutiérrez, Julieta Pinto, Eunice Odio, Isaac Felipe Azofeifa, Arturo Echeverría, Jorge Debravo, Francisco Amighetti, Carmen Naranjo, y otros insignes escritores de las diferentes modalidades de la literatura costarricense.

Seguidamente voy a referirme a la parte política e histórica de su legado intelectual, con dos de sus libros fundamentales: 1- “Los Ocho Años”, considerada la versión autorizada del Movimiento de Liberación Nacional sobre la Guerra Civil de 1948 y 2- “80 años no es nada”, referente a su pasaje histórico de su vida pública y privada, con interesantes declaraciones sobre acontecimientos importantes de las distintas décadas vividas y narradas por el autor. Sus novelas, cuentos, su narrativa y capacidad de relatar la historia costarricense lo convierten en un referente de primer orden, para las presentes y futuras generaciones. Se debe apoyar de inmediato el merecido reconocimiento de Benemérito de la Patria en el campo de las letras.

En su libro: “Los Ocho Años”, narra los difíciles acontecimientos históricos de la Guerra Civil de 1948, el porqué de la revolución liderada por el Caudillo José Figueres Ferrer; cómo la democracia costarricense había sido violentada y las agresiones indiscriminadas contra los opositores al gobierno en el poder. Este libro es una crónica escrita por un testigo directo, protagonista que vivió los lamentables pasajes de una época aventurada, violenta y gloriosa. Narra los hechos desde la calle, vividos por un joven estudioso y preocupado; miembro del Centro para el Estudio de Problemas Nacionales (conformado por jóvenes estudiantes y profesionales, intelectuales que analizaban la realidad nacional y exponían sus propuestas).

Los Ocho Años, está considerado por muchos la interpretación o versión más cercana a la realidad sucedida, siendo la misma el relato de los vencedores del Movimiento de Liberación Nacional (antecedente directo a la fundación del Partido Liberación Nacional), de la cual el autor es fundador junto a Figueres y otros dirigentes. Don Beto es un insigne defensor de don Pepe Figueres y su familia, en particular ha defendido siempre al hijo del Caudillo, el ex Presidente de la República José María Figueres Olsen (1994-1998); a quién le puso la banda presidencial en 1994 como presidente de la Asamblea Legislativa. Los detractores, en su mayoría herederos de los perdedores de la Guerra Civil han sido muy duros con la familia Figueres.

El otro libro considerado sus memorias es “80 años no es nada”, que es de lectura obligatoria para entender la historia costarricense, relata época con época, desde su infancia en los barrios del San José de antaño, sus vivencias; sus ancestros familiares, sus amigos; su etapa de estudiante en el Liceo de Costa Rica, su carrera de Derecho en la UCR, su participación política en los grupos intelectuales, la Guerra Civil de 1948, su participación en los 3 gobiernos de José Figueres Ferrer; la creación del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, la creación de la Orquesta Sinfónica Juvenil y otras acciones trascendentales para el desarrollo de la cultura en el país.

Finalmente ha partido a la eternidad, este insigne personaje de la cultura, las letras, la historia y la política costarricense; dejando un enorme legado al país, y a las futuras generaciones; su huella es extraordinaria; la democracia va a resentir su ausencia, su crítica constructiva, su interpretación de la verdad, su polémica, su visión, su franca y transparente manera de decir las cosas como son. Don Beto va a hacer muchísima falta en el debate constante de la vida pública, en la opinión diaria de la realidad del país; la Patria agradecida eternamente con su enorme legado.

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