El Jardín

Conversaciones con mis nietos

Caminé caminos caminados, como transeúnte invisible entre la multitud. Con un alud de recuerdos derramados en mi mente y una sensación de presencia evanescente. Allí estaba de nuevo, rememorando instantes vividos, imaginados, soñados, en aquel suelo de antes. El que fuese mi punto de partida, mi abecedario, el inicio de mis amores y calendarios, las primeras canciones los primeros paisajes, las primeras sonrisas. Donde sentí, aquella brisa matutina que me llevaba de la mano, aquellas esquinas citadinas donde convergían voces y aromas, que cautivaban mi alma de niño. Tanto cariño, tanto susto, tanto gusto. Volví de nuevo, invisible, a recorrer aquel mundo: Volví después de muerto. Y aunque nadie me vio, yo sí los vi.

Arsenio Rodríguez

Cuando salí a caminar me puse a pensar. Y se me derramó el universo por dentro. No sé si todo, pero por lo menos una gran parte. Me refiero a las cosas de afuera, arboles, carros pasando, nubes, cielo azul, pájaros cantando, gente caminando igual que yo, y el calor del sol y su luz. Todo estaba alumbrado y hacía un poco de calor y al arrimarse a mí, junto con mi propio cuerpo se cayó todo adentro.

Bueno, pensé que me estaba volviendo loco. En eso me fijé en una ardilla, como un metro frente a mí. Me miraba intensamente. Yo también la miré, y me la derramé adentro, pero antes de hacerlo, me fijé en sus ojitos pequeños. Me miraban muy alertas y brillaban con la luz del sol. Sus patas delanteras estaban sosteniendo algo, una nuez quizás, algo que se estaba comiendo, y me miraba intensamente.

Y me salió el biólogo para afuera, me vinieron las preguntas y las cosas aprendidas. Pensé en la maravilla que es eso de mirar, de percibir. De cómo la luz, tanto en los receptores de los ojitos de la ardilla, como en los míos, es percibida al rebotar de las cosas de alrededor, y dependiendo de la frecuencia de ésta, se observa un mundo en color, o en blanco y negro (yo no sé qué ven las ardillas). Seguí pensando en la luz. Nos inunda desde el Sol, el cual está a millones de kilómetros. Dicen que a veces es una partícula llamada fotón, y que otras veces es una onda, como una ola de luz en un mar de espacio, que acaricia la superficie de la Tierra y alimenta todas las hojas de todos los árboles, y de las algas que viven en la superficie del océano, y convierten la luz, de una manera fascinante en compuestos de carbón, ¡que son la base de la vida!

¡Qué historia tan linda! Me lo contaron cuando fui a la escuela y a la universidad. Yo sé que no todo el mundo ve las cosas así, porque no todo el mundo estudia biología, hay otra gente que estudia historia y ven tropas, países formándose, movimientos políticos y el desarrollo de la civilización, o la economía, o el arte, en fin de todo lo que hablamos los humanos. Y hay otros que no estudian teorías, ni causas en abstracto, pero aprenden con la vida. Hay muchas cosas que yo no sé, pero que también forman parte de todo ese universo, derramándose adentro de cada uno.

Y cada cosa y todo está relacionado, íntimamente relacionado, como los átomos. Todo está hecho de átomos y estos son bien chiquitos. Nadie nunca en realidad los ha visto, pero a través de una serie de experimentos los detectan y los manipulan, y por supuesto han creado bombas atómicas, porque en el universo las cosas explotan. De hecho, ya han usado estas bombas para matar otras personas, en dos ciudades de Japón, para probar a ver cuan mortíferas eran. Parte de la ciencia y del comportamiento humano.

Los seres humanos somos maravillosos. Estamos todos hechos de átomos como las ardillas, los árboles, el Sol, las estrellas y el aire. ¿Y los átomos de que están hechos? -me pregunté. Me acordé de mis clases de física, donde me contaron que estaban hechos de energía. Bueno, de unas partículas más pequeñas, que a su vez estaban hechas de otras partículas más pequeñas, pero que en realidad eran más bien, como puntos de energía, que a veces sí y a veces no, y que nunca se sabe dónde exactamente están, porque cuando se observan se perturban, y entonces no se sabe si están allí, porque sí, o estaban allí porque se habían perturbado. Entonces se habla de probabilidades.

Sí, ese infinitesimal universo de átomos, que todos compartimos, afuera se hace grande y se multiplica, en galaxias tan inmensas, que no se pueden describir, y que están tan lejos que cuando su luz nos llega, ya no existen. Pero en la noche aun llega su luz, la ven los enamorados en el cielo, y los hace pensar en su amor y en Dios, como una maravilla, un milagro de la creación. Los astrónomos y los físicos, y la gente que está totalmente subyugada, por el conocimiento a través de la razón y del materialismo científico, lo ven como una cosa inexplicable, que surge de una gran explosión, que nace de nadie sabe de dónde, ni cuando ni por qué. A esto le llaman la pregunta difícil.

Me confundí en esa primera cuadra que caminé, con todo ese derrame de las cosas de afuera adentro de mí. Entonces sin querer, como estaba mirando hacia adentro, observando esas cascadas de afuera cayendo en mí, y repasando todos los conceptos, definiciones, y palabras que describían ese universo percibido y derramado, me di cuenta de que adentro había otro universo. Hecho de pensamientos, de situaciones que habían transcurrido en mi vida, de miles de miles de personas, con que había tropezado en 80 años de caminar. Mis seres queridos y amigos, los ya idos y los que quedan todavía por ahí, los desconocidos que me pasaron por el lado, y yo no sabía sí tenían adentro lo mismo que yo tenía, palabras, conceptos, pensamientos aprendidos de la historia de afuera, deseos frustrados o satisfechos, los pecados, las virtudes, y amores, las cosas que uno ha hecho, y sentido que nadie sabe.

Yo no sé si los demás, también tienen cosas así en su mundo de adentro, en donde uno imagina, en donde uno se asusta, sufre o se deleita, con los universos de adentro, o con los derramados de afuera y con su baile continuo.

A veces, tenemos pequeños momentos de revelación, y sentimos que los universos de dentro y de fuera, giran alrededor de algo muy íntimo, que vive en uno mismo, una consciencia, que late percibe y siente, ese derrame de adentro/afuera. Consciencia, que no parece ser parte del derrame, sino testigo de éste, y que a veces, en los momentos más profundos de revelación, se siente como la que imagina los derrames, como un sueño, como una hermosa imaginación, y que experimenta al hacerlo, la posibilidad de realizar una unicidad, un amor inexplicable, que está más allá de las cosas, las palabras, y el pensamiento. Una plenitud más allá de la plenitud, porque en realidad siempre ha sido plena.

Y termino pensando, ya al final de mi caminar. ¿Y a donde va a parar todo esto? ¿De dónde sale todo esto? Porque a fin de cuentas el caminar se acaba. En fin y ¿para qué es todo este caminar por aquí, quien realmente es el que camina y por qué? Y tantas teorías, filosofías, religiones, cuentos, fricciones, ambiciones, avaricias y tanta cosa. Los pecados, la virtudes, la sonrisas, los odios, el miedo, los deseos, las frustraciones. ¿De dónde sale todo esto, de las vibraciones de esas pequeñas particulitas en los átomos?

Ay ardillita y tú tan tranquila comiéndote esa semilla, mirándome con susto o curiosidad, sin saber cuál es mi intención, porque en estas cosas del universo, nos comemos los unos a los otros. Y bueno, eso en la naturaleza es por instinto, para sobrevivir. Pero en el mundo de los seres humanos, con toda su inteligencia natural y artificial, son la única de las especies de la naturaleza, que además de matar a las otras formas, para comérselas y sobrevivir, las mata por diversión, o las denigra, o las demoniza, y las destruye no por instinto, sino por avaricia, por ideologías.

Pero es también, en este jardín de humanidad, donde aparecen unos, que han encontrado momentos de sentir esa consciencia, que se aparece de momento adentro, y se les sale ese amor para afuera, porque están viendo que todo lo que está afuera y adentro es lo mismo, y proyectan una compasión y una sabiduría, que quizás nos salve a todos, de seguir en este derrame sin entender nada y conocer el origen de todo este caminar adentro y afuera.

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