Pizarrón
Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com
Ayer 14 de febrero celebramos el día de los enamorados, también llamado Día de la Amistad, día que se ha convertido en mucho en un día muy comercial, aunque para esta ocasión no lo he sentido así. Los dos años de la pandemia pudieron haber influido para que esta parte comercial, que gira con la fecha, se redujera. Aun así, siempre el amor y la amistad, como sentimientos y prácticas sociales, se realizan como expresión de intensos afectos de las personas y como expresión de intensas atracciones emocionales y también sexuales. Y también se practican y realizan sin necesidad de que haya un día específico para recordarnos estos sentimientos. Pero, recordarlos no está mal.
Desde las antiguas culturas se celebra y rinde culto a este sentimiento y pasión. Son también relaciones afectivas de confianza, de respeto, de lealtad, de sinceridad, de solidaridad, de compromiso y de entrega sin implicar necesariamente impactos o encuentros románticos. El amor y la amistad no solo es sexual, es también de intensa y segura compañía.
El amor y la amistad son igualmente manifestaciones muy importantes de hacernos sentir empáticamente parte de grupos familiares, de amigos, de trabajadores, con quienes compartimos muchas cosas en común.
Tradicionalmente se le ha llamado al 14 de febrero, que celebra esta fecha, Día del Amor. Sin embargo, desde hace años se le llama Día de la Amistad, que procura un manto cobertor más amplio, fomenta la solidaridad, las relaciones sociales con amigos, compañeros de trabajo o estudio, con familiares también. Expresa estos sentimientos con la pareja y los seres queridos.
La fecha sirve para exaltar sentimientos de afecto, amistad, intercambiar mensajes y obsequios y manifestar cariño.
Los griegos fundamentaban el origen de la creación del mundo como resultado de un acto de amor. Hesíodo, poeta griego, del siglo VIII A.C., consideraba que el mundo se había creado de la formación, primero, del espíritu del amor, de Eros o Cupido y la Tierra, Gea. Luego, de la unión de Erebo, la oscuridad, y de Nix, la noche, surgieron Eter, el cielo claro y Hémera, el día. Gea, por su propio poder, produjo a Urano, el firmamento que la cubría, al igual que a las montañas y al mar.
Eros, considerado el más joven de los dioses comenzó a agitar el mundo y todo lo que en él había juntando todas las cosas en parejas. De estas primeras parejas, Urano y Gea, cielo y tierra, surgieron los seres que poblarían el mundo, titanes, gigantes, cíclopes, como el resto de los seres. Así, los griegos concibieron la creación del amor desde el caos de los elementos, que opuestos, se preparaban para recibir la humanidad.
Eros representaba para ellos el deseo de amar. Como figura masculina acompaña siempre a Afrodita o Venus; es el que inspira la atracción afectiva entre los distintos seres, es el que mezcla, une y varía las distintas especies.
Afrodita o Venus, considerada la diosa del amor en el sentido más amplio de la palabra, se le asocia también a lo que es bello, noble y sublime. Como poder del amor se pensaba que unía la tierra, el cielo y el mar y preside sobre el amor humano. Se le hacía acompañar de Eros, las Gracias, las Horas, Himeros, que es el dios del deseo del amor; de Potos, el dios de las ansiedades del amor y de Peito o Suadela, el del suave discurso del amor.
Afrodita presidía la vida del matrimonio y sus ceremonias. En Roma, en su honor, cada año se celebraba un festival llamado Veneralia, de danzas y placeres llenos de pasión.
También, en Roma, realizaban cada año una fiesta dedicada a la fertilidad o lupercalia, que se celebraba en honor al Dios Lupercus, cada 15 de febrero.
Desde el siglo IV A.C. los romanos rendían culto a este Dios. Acostumbraban, como rito de iniciación, introducir en una caja nombres de jóvenes mujeres para que los muchachos, al azar, sacando sus nombres, las tuviesen durante todo el año, hasta la siguiente celebración.
Durante más de 700 años practicaron esta costumbre en Roma, hasta que bajo el gobierno del emperador Claudio II, en el 270 D.C., con motivo de las guerras y la necesidad de la movilización de jóvenes y hombres para las mismas, se dispuso, por edicto, prohibir matrimonios de gente joven o en edad de incorporarse al ejército. Así se tendrían varones disponibles para las guerras. Además, consideraba que los soldados casados no se desempeñaban como los solteros, ya que el separarlos de sus familias los afectaba.
Por tal motivo, en defensa del amor, de la pareja y del matrimonio, el Obispo Valentín de Interamma invitó, retando al emperador, a las jóvenes parejas de novios, o de enamorados, que le visitaran en secreto para casarlos y unirlos en el sacramento del matrimonio.
El Obispo consideraba los decretos imperiales indignos. Estimaba el acto de amor como una cualidad de la libertad del hombre, tanto para amar a Cristo como para realizarse en matrimonio.
Cuando el emperador se enteró, primero trató de persuadirle de que se le aliara y sirviese a los dioses romanos, pero el Obispo Valentín, aferrado a su fe, con profunda convicción y voluntad, no renunció a sus creencias, por lo que ordenó que se le encarcelara, apaleara, lapidara y decapitara en el 273 D.C., un 14 de febrero.
Esta situación fundamentó que la Iglesia Católica le declarara Mártir del Amor y se oficializara el día de San Valentín como el de los enamorados, junto a la celebración pagana del día de la fertilidad o de la lupercalia, que se celebraba en honor al dios Lupercus.
Cuenta también la leyenda que en la cárcel, esperando la ejecución de su sentencia, se enamoró de la hija del carcelero, llamado Asterio, que padecía ceguera, produciéndose el milagro de la recuperación de su vista. Se despidió de ella enviándole una nota firmada «de tu Valentín», lo que dio origen a la costumbre de obsequiar tarjetas, en este día.
Feliz día de San Valentín para todos y para todas.
¡Que vivan el amor y la amistad!…todos los días.