Agosto 2, 2024
Por Edgardo Ayala
SAN SALVADOR – Luis Alberto Hernández y su esposa Lilian Velázquez salieron presurosos de su vivienda, en un populoso barrio del norte de San Salvador, para no aspirar el pesticida contenido en el humo que salía de una bomba portátil, esparcido por personal gubernamental para combatir el dengue.
Antes de salir, Hernández cargó en brazos a su perra Zuky, para evitar que el químico la afectara. La mascota temblaba de miedo debido al ruido ensordecedor de la bomba.
“Es importante que haya estas fumigaciones, porque hay muchos criaderos de zancudos en la zona y eso nos pone en riesgo de padecer de dengue, es mejor prevenir que lamentar”, dijo Hernández a IPS, mientras observaba desde la acera, junto a su esposa, la nube de humo grisáceo que inundaba todo su hogar, localizado en Mejicanos, en la orilla norte de la capital.
El mosquito Aedes aegypti es el responsable de la trasmisión del dengue, que afecta personas de todas las edades, pero que se sabe golpea con más fuerza a niños y personas de la tercera edad.
“Siempre se sienten zancudos dentro de las casas, no dejan de molestarlo a uno con las picadas”, acotó Hernández, acariciando a Zuky para tranquilizarla.
“En la región están circulando los cuatro serotipos del virus, esto no es muy común, y cuando sucede significa que vamos a tener o hay una probabilidad grande de que se dé una epidemia en la región”: Iván Solano.
Los síntomas de la enfermedad varían entre una fiebre leve a una fiebre incapacitante, acompañado de dolor intenso de cabeza, detrás de los ojos y en músculos y articulaciones, además de producir inflamación y manchas en la piel.
La enfermedad puede progresar a formas graves, como el hemorrágico, caracterizado principalmente por choque, dificultad respiratoria y/o daño grave de órganos, señala la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que advierte que cerca de 500 millones de personas en las Américas están actualmente en riesgo de contraer dengue.
Las fumigaciones son parte de las acciones preventivas que se están impulsando en El Salvador y otros países de América Central, de 50 millones de habitantes, ante el avance mortal que mostrado el virus en las últimos meses, con miles de casos registrados y decenas de fallecidos.
El cambio climático está agravando aún más la proliferación de la enfermedad, en una región salpicada de problemas sociales y económicos que dificultan la capacidad de los Estados de reaccionar adecuadamente, tanto en la prevención como en la hospitalización de los casos.
La muerte vuela al acecho
“El sistema de salud nacional está recibiendo muchos casos de dengue, y es un sistema colapsado, en manos de mafias interesadas solo en vender medicamentos”, afirmó a IPS Elizabeth Ibarra, de la Asociación Coordinadora Comunitaria de Servicios para la Salud, desde Ixcán, un municipio del departamento de Quiché, en el occidente de Guatemala.
Entre esas mafias Ibarra mencionó también intereses políticos que, más que vender medicinas, buscan desestabilizar, como sectores sindicales vinculados a los gobiernos de derecha que gobernaron el país y que ahora boicotean políticamente la administración de Bernardo Arévalo, de centro izquierda, en el poder desde el 15 de enero.
“Los sindicatos de salud son verdaderas mafias, al nuevo gobierno le están poniendo todo tipo de trabas para que realice su trabajo”, afirmó.
Guatemala, con 18,3 millones de habitantes, es el país de la región centroamericana con más muertes por dengue en lo que va del año. Hasta el 27 de julio, al final de la semana epidemiológica 30, el país reportaba 58 342 casos y 61 fallecidos, según cifras de la OPS.
Esa organización va contabilizando esa y otras enfermedades semanalmente durante todo el año. Para este 2024, la semana epidemiológica número uno fue del 1 al 6 de enero, y la última, la número 52, será del 22 al 28 de diciembre.
Los más de 53 000 casos en Guatemala representan un aumento de 524 % si se comparan con los 8569 sucedidos en el mismos periodo de 2023, y de 788 % respecto al promedio de los últimos 5 años.
Honduras informa de 58 270 casos y 26 muertos, hasta el 29 de junio, en la semana epidemiológica 26. Sin embargo, los medios locales reportaban ya 61 fallecidos el 4 de julio, citando a la secretaria de Salud, Carla Paredes.
Ese país centroamericano, de 9,8 millones de habitantes, vivió en 2019 la peor epidemia de dengue de su historia, con 112 708 enfermos y 180 muertos.
Panamá contabiliza 11 403 casos y 16 muertos, mientras que El Salvador reporta 4458 casos y seis fallecidos.
La OPS tiene registro de los casos de Nicaragua hasta enero, es decir, la semana epidemiológica cinco. Se entiende que ese país, gobernado de forma dictatorial por Daniel Ortega y que se caracteriza por la ocultación de datos, no ha ofrecido información de las semanas siguientes.
La tasa de incidencia de la enfermedad, para América Central y México, es de 167 casos por cada 100 000 habitantes.
Con una población de 203 millones, Brasil es el país de las Américas con más casos, 9,1 millones, y los fallecimientos son de 4856, con una tasa de incidencia de 4293 casos por cada 100 000 habitantes.
Históricamente, en la región americana se registra 80 % de los casos a nivel mundial.
A mediaos de febrero, la OPS recordó que desde marzo de 2023 se detectó una expansión geográfica del dengue más allá de las áreas históricas de transmisión en las Américas, y en diciembre de ese año advirtió sobre el incremento de casos en México y América Central, en donde identificó los cuatro tipos del virus, incluido el tres, que no había circulado por varios años en esta zona.
“En la región están circulando los cuatro serotipos del virus, esto no es muy común, y cuando sucede significa que vamos a tener o hay una probabilidad grande de que se dé una epidemia en la región”, explicó a IPS el infectólogo salvadoreño Iván Solano.
¿Manipulación de cifras?
Solano puso en duda los datos sobre la enfermedad manejados por el Ministerio de Salud de El Salvador, y que publica la OPS en sus reportes epidemiológicos, pues las cifras son comparativamente bajos con el resto de sus vecinos más cercanos, Guatemala y Honduras: 4458 casos y seis fallecidos.
Puede que el gobierno salvadoreño, al mando del populista presidente Nayib Bukele, de derecha autoritaria, esté manipulando las cifras hacia la baja, señaló Solano, para mantener la idea de que en el país todo marcha mejor que antes, la narrativa favorita del mandatario, en el Ejecutivo desde junio de 2019.
“Ya sucedió con el manejo de covid-19, donde hubo una manipulación intencionada, un subregistro malintencionado”, subrayó el experto, quien también se desempeña como presidente del Colegio Médico de El Salvador, un país con 6,7 millones de habitantes
El especialista también calificó de incongruentes las acciones del gobierno salvadoreño, pues por un lado estableció, aunque tardíamente, la alerta epidemiológica, el 2 de julio, y por otro sigue mostrando bajas cifras de casos y defunciones.
“Según los datos, estaríamos aún en niveles de seguridad, entonces no tiene ningún objetivo tener una alerta roja, ahí es donde vemos que desde el punto de vista técnico eso no es congruente”, enfatizó.
Pobreza y cambio climático
El infectólogo Solano explicó que los países de América Central, al igual que otras naciones con alta precariedad socioeconómica, son caldo de cultivo para la proliferación del mosquito transmisor del dengue.
Por ejemplo, la falta de agua potable por cañería lleva a buena parte de la población, sobre todo rural, a colectar agua lluvia o de nacimientos de agua en barriles y otros recipientes, donde el zancudo hembra terminará depositando sus huevos y se iniciará el ciclo de la enfermedad.
En El Salvador, para el caso, 34 % de la población rural no tiene agua por cañería en sus casas, según cifras oficiales.
Y para agravar las cosas, el cambio climático está generando condiciones para el desarrollo del dengue.
“Allá por marzo y abril tuvimos un periodo de mucho calor, y el calor acelera la eclosión de los huevos de la hembra del mosquito, entonces podemos tener más vectores capaces de transmitir la enfermedad”, recalcó Solano, quien urgió a la población a poner en práctica las normas básicas de prevención, la principal: mantener los recipientes con agua libres de larvas.
Los esposos Luis Alberto Hernández y Lilian Velázquez lo tienen claro.
“Tratamos siempre de mantener limpias las pilas y los recipientes, que no estén con agua por mucho tiempo, porque ahí crecen las larvas”, comentó Hernández. Las pilas en América Central son especie de cisternas de cemento rectangulares y descubiertas, construidas en cada casa.
Por su parte, la guatemalteca Elizabeth Ibarra destacó que los programas de salud comunitaria que impulsa la organización para la que trabaja, en Ixcán, recogen el conocimiento ancestral de los pueblos mayas y que se ha ido pasando de generación en generación.
“Hemos trabajado mucho en el fortalecimiento y el rescate de métodos de curación ancestrales”, añadió. Mencionó que, en la prevención del dengue, en las comunidades indígenas se sabe desde siempre que la ingesta de cierta variedad de chile evita el desarrollo del virus del dengue en el cuerpo.
En Ixcán predomina el pueblo quekchí, del tronco maya. En estas comunidades se come mucho chile “cobanero” (Capsicum annuum L), que crece silvestre.
“Es delicioso pero también es muy picante. Muchas veces comen solo chile y tortilla (pan plano, redondo y delgado de maíz), por el nivel de pobreza”, enfatizó Ibarra.
ED: EG