El debate religioso en la política nacional

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñig

En esta campaña de las elecciones nacionales para elegir al próximo Presidente y Vicepresidentes de la República; así como a los integrantes de la Asamblea Legislativa; se ha caracterizado por ser a todas luces atípica y bastante peculiar; quizás muy distinta a otras; donde el tema monotemático de la religión y sus creencias han tenido un sitial de privilegio. Esto a raíz de la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIHD) en media campaña resolvió la opinión consultiva realizada por el Gobierno de la República; donde se estaría abriendo la posibilidad de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo y reconocer la identidad de género. Este asunto cambiaría el concepto de la Familia como lo tenemos actualmente en el Código de Familia y la Constitución Política.

En términos generales nuestro país es conservador sobre preservar el concepto de familia como está establecido en el Derecho vigente, que solamente existe el matrimonio entre un hombre y una mujer; y no cabe para otras interpretaciones o maneras distintas de un matrimonio. Por ahora, esperaremos que las autoridades nacionales definan como van a implementar la resolución que se dice obligatoria y vinculante (una vez más al parecer será la Sala Constitucional que tendrá la última palabra si desaplica o no los artículos legales del Código de Familia y la COPOL); y abre el portillo a ese tipo de matrimonios civiles y puedan ser inscritos en el Registro Civil. Pero lo más importante, es que esta situación vino a dar un giro importante e inesperado a los partidos políticos y sus candidatos que están en la pelea electoral por alcanzar la ansiada silla presidencial.

La “guerras de las encuestas” en esta recta final, a 8 días de las elecciones nacionales del 4 de febrero, marca la pauta y podemos afirmar que no existe una decisión final a favor de candidato alguno. Siendo las encuestas una foto o selfie o radiografía del momento; priva la indecisión de muchos electores donde el promedio es del 27% de electorado. Aparte de lo que la mayoría de los partidos políticos han captado; se afirma que la historia la van a escribir los indecisos; además se afirma por todos los analistas y estadísticos que aseguran que habrá una segunda ronda electoral; porque ningún candidato alcanzaría llegar al 40% que establece la ley electoral. Sin embargo podría darse un ganador en primera ronda; si lograr que se dé un encantamiento mayoritario hacia un determinado partido político de los que lideran las encuestas.

La mayoría de las encuestas han observado y según las estadísticas realizadas, el ascenso inminente del candidato Fabricio Alvarado del Partido Restauración Nacional y algunas casas encuestadoras lo ubican en un primer lugar; por ejemplo la CIEP de la Universidad de Costa Rica le da un 17%, seguido por Juan Diego Castro del PIN con un 16%, Antonio Álvarez del PLN con el 11%, Rodolfo Piza con el 9%, Carlos Alvarado del PAC con un 6% y Rodolfo Hernández del PRSC con el 6%; y lo demás que son minoritarios con porcentajes muy bajos. El Semanario Universidad afirma que se ha dado un “shock religioso” que alteró la competencia normal de la campaña; que hizo que Fabricio Alvarado subiera como la espuma o como un cohete, logrando aglutinar el voto conservador y duro del electorado, que privilegia los principios religiosos católicos y cristianos del concepto de familia.

Se señala que la estrategia del candidato Fabricio Alvarado, de rechazo total a la resolución de la Corte IDH; ha logrado calar en dos tercios de la gente; que son conservadores y no aceptan una variación del concepto de familia de la manera actual. Pero se afirma que existe una “alta volatilidad” en el electorado y que la mayoría estaría tomando la decisión final prácticamente hasta el día de las elecciones. Esto va aparejado por la falta de credibilidad en los políticos y sus gobernantes; que sin duda ha venido debilitando el sistema democrático de nuestro país; siendo una peligrosa reacción de los ciudadanos; porque debemos preservar los valores cívicos y la libertad que hemos gozado hasta la fecha. Creo que nunca en una campaña ha tenido que ver tanto la discusión sobre la creencia de los valores religiosos tradicionales.

El escritor y filósofo Bertrand Russel expresaba que: “La Iglesia es una institución social construída sobre un credo, en parte filosófico, en parte relacionado con la historia sagrada. Por medio de su credo recabó poder y riqueza. Los legisladores laicos, que estaban en frecuente conflicto con ella, fueron derrotados, porque una gran mayoría de la población, incluyendo los más de los legisladores laicos, estaban profundamente convencidos de la verdad de la fe católica. Hubo tradiciones, la romana y la germánica, contra las que la Iglesia hubo de luchar. La tradición romana era más fuerte en Italia, especialmente entre los legisladores; la tradición germana era más fuerte entre la aristocracia feudal surgida de la conquista bárbara. Pero, por muchos siglos, ninguna de estas tradiciones frente a la Iglesia; y esto se debió en gran parte al hecho de que no estaban incorporados en ninguna filosofía adecuada.” (Historia de la Filosofía. B.Russell.Pág.345)

“La filosofía católica, en el sentido en que usaré el término, es la que dominó el pensamiento europeo desde Agustín hasta el Renacimiento. Ha habido filósofos, antes y después de este período, que pertenecieron a la misma escuela general. Antes de San Agustín fueron los primeros Padres, especialmente Orígenes; después del Renacimiento hubo muchos, incluyendo, en los días presentes, todos los profesores ortodoxos católicos de filosofía que se adhieren a cierto sistema medieval, en especial al de Tomás de Aquino. Pero es sólo desde San Agustín al Renacimiento cuando los mejores filósofos de la época se dedican a construir o a perfeccionar la síntesis católica. La Iglesia llevó las creencias filosóficas a una relación más íntima con las circunstancias sociales y políticas que la que había tenido antes o después del período medieval, lo que podemos calcular de hacia 400 d.de J.C. a 1400.” (Op.cit. Pág. 345)

Nuestro país no se escapó a la gran influencia de la Iglesia Católica en la formación de los principios, valores y creencias religiosas de los costarricenses desde la formación del Estado hasta nuestros días; sin embargo ante la modernidad y el respeto a los derechos humanos fundamentales; ha venido una corriente mundial de que no se dé discriminación alguna por etnia, creencias, religión, o de orientación sexual etc. Aunque algunos afirman que no se debe mezclar la política con la religión; existen aspectos y temas que van concatenados y que ahora aspectos como el concepto de familia; raíz de la resolución del la Corte IDH, automáticamente lo convierten en un tema político; porque se tiene que tomar una decisión jurídica – política; porque son los actores o autoridades institucionales los que deben realizar la eventual modificación o reforma legal.

Finalmente; espero que el 4 de febrero, el elector no vote basado en un impulso de creencia religiosa; sino que lo haga en base a los mejores programas de gobierno, en los temas que realmente son los relevantes como la economía, social, infraestructura, reforma del Estado, etc. Lo que más conviene al país; es que se elijan los mejores ciudadanos que puedan regir los destinos de la Patria; porque ésta lo merece y que se fortalezcan los principios cívicos de democracia, libertad, igualdad y solidaridad. Cada cuatro años los ciudadanos tenemos la responsabilidad histórica de acudir a las urnas electorales y ejercer el derecho sagrado del sufragio en paz y armonía que han caracterizado los procesos eleccionarios en Costa Rica; y que son reconocidos en el concierto de las Naciones.

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