¿El corazón o el cerebro? Entre la vida, la muerte y el amor

Pizarrón

Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com

Vladimir de la Cruz

Cuando el Dr. Chistiaan Barnard, a sus 45 años de edad hizo el primer trasplante de corazón en el mundo, el domingo 3 de diciembre de 1967, hace ya 55 años, inició una verdadera revolución en la medicina y en la ciencia médica. Aunque su primer trasplante tan solo duró 18 días con vida hoy los trasplantes que se hacen garantizan la vida por varios años. Hoy en la lista de órganos en posibilidad de ser trasplantados, además del corazón, están los pulmones, riñones, hígado, páncreas, intestinos, estómagos, piel, córneas, un hijo mío se lo ha hecho, médula ósea, huesos, sangre, lo que es muy frecuente …

En Costa Rica se hace todo esto y con mucho éxito. El primer trasplante de corazón en el país estuvo a cargo de un alto equipo profesional de médicos, enfermeros y personal hospitalario, bajo la Dirección Médica y Científica del Dr. Longino Soto Pacheco, en el Hospital México, en 1991. Las operaciones de este tipo en Costa Rica han sido muy exitosas, lo que pone muy en alto la Medicina Costarricense, al cuerpo médico nacional, a la ciencia médica del país, a las instalaciones hospitalarias y al Sistema Nacional de Salud y de la Seguridad Social, que ha permitido que a esta costosa cirugía, la de trasplantes, puedan acceder personas de bajos recursos.

Desde el 2019 se hace tan solo una cirugía anual de este tipo, de trasplante. Pero, en el corazón todo tipo de procedimientos quirúrgicos se hacen, frecuente y cotidianamente, con un personal médico cada vez mejor formado, en el país y en el extranjero. Entre los procedimientos quirúrgicos que se hacen en el corazón están la Ablación cardíaca, la Ablación de aleteo auricular, la Ablación de la fibrilación auricular, la Angioplastia carotídea y la colocación de stents, el Cateterismo cardíaco, la Cirugía cardíaca mínimamente invasiva, la Cirugía cardíaca neonatal y pediátrica y la Cirugía de bypass de la arteria coronaria. También se hace revascularización coronaria, cirugía de válvulas cardiacas, incluida una para corregir defectos cardiacos en el nacimiento, cirugías de derivación cardiaca para arterias bloquedas en el corazón. A ello suma el llamado marcapasos, que es un procedimiento muy común y muy generalizado.

En los problemas de arritmia cardiaca, que tiene que ver con el ritmo de los latidos de corazón, causados por señales eléctricas que controlan esos latidos, se colocan marcapasos o un desfibrilador cardioeversor implantable en el pecho para corregir esos latidos. Cuando se trata de la fibrilación auricular se interviene el corazón con pequeños cortes en el músculo cardiaco, que forman pequeñas cicatrices, que abren caminos para las señales eléctricas del corazón.

Así la arritmia es considerada una enfermedad del corazón. Tiene que ver con la velocidad o el ritmo de los latidos del corazón, siendo la fibrilación auricular la más común de las arritmias. La ablación cardiaca es entonces el procedimiento empleado para crear esas cicatrices en zonas del corazón que tienen que ver con ese ritmo cardiaco. Es una cirugía en la cual se meten dentro del corazón, lo que la hace un procedimiento invasivo, para interrumpir las secciones defectuosas del corazón. El resultado exitoso de esta operación, en la mayoría de las personas, es volver a tener un estilo de vida normal, activo, y mejorado.

Se acude a este procedimiento cuando los medicamentos no están controlando este ritmo cardiaco, lo que puede ser peligroso si no se trata. Con la ablación se crean lesiones, con calor o frío, alrededor de las desembocaduras de las venas pulmonares en la aurícula izquierda para que la actividad eléctrica se corrija. Se le llama ablación al procedimiento porque se extrae o destruye una parte del tejido cardiaco. La duración de la cirugía puede estar entre las dos y cuatro horas.

El corazón tiene cuatro cavidades, que son las dos aurículas y los dos ventrículos, con un tabique entre las dos aurículas y otro tabique entre los dos ventrículos. Las arterias y las venas entran y salen del corazón, las arterias llevando la sangre hacia fuera y las venas llevándola hacia adentro. En lo que entiendo para la ablación cardiaca entran al corazón pasando uno de esos tabiques desde un extremo del corazón al otro.

Todo esto tiene que ver con que a mí me han detectado una fibrilación auricular que fue necesario atender con una ablación, para usted, que está leyendo hasta aquí, ayer entre las cuatro y las ocho de la noche.

Era una cirugía que estaba planeada para hace casi un mes que por razones tecnológicas, del instrumental médico que faltaba y debía emplearse, primero, y luego por haber aparecido con Covid, a pesar de las cuatro vacunas, me la atrasaron hasta ayer.

De manera que aunque espero estar vivo cuando usted esté leyendo esto, porque estoy en muy buenas manos médicas, y gozo en general de buena salud, cuando a uno lo duermen totalmente para una operación, todo puede suceder.

Como la operación es en el corazón, donde tienen que meterse puede haber riesgos, que en la tasa mundial de este procedimiento quirúrgico que me hicieron ayer, son menores al 0.5%, pero son riesgos, por lo que confieso públicamente que morirse en una sala de operaciones es la muerte más deliciosa que pueda ocurrir, para uno, no para el personal médico a cargo.

Si esto me llegara a suceder eximo, libero, al cuerpo médico que me atendió, que es de lo más calificado que tiene el país, de cualquier responsabilidad de mi fallecimiento. Sencillamente me tocaba. Morirse en el quirófano es como quedarse dormido sin despertarse.

No le tengo miedo a la muerte. No creo en otra vida después de la muerte. No creo en el cielo ni en el infierno. El Papa Juan Pablo II ya había dicho que ambos estaban aquí, en La Tierra. Tampoco en los santos, aunque mi querido tatarabuelo Lico Rodríguez haya hecho las imágenes religiosas más bellas del país. Para mí la materia tan solo se transforma. En cuanto a los Santos y divinidades agradezco las buenas intenciones que han expresado quienes se enteraron de mi internamiento de ayer, y me encomendaron a diferentes Santidades o me enviaron sus positivas vibras, para salir bien en la operación. Todo eso suma.

Me cremarán si muriera porque es mi decisión. Pondrán mis cenizas en el patio de mi casa a la par de las fosas de mis fallecidos y leales perros que durante años me cuidaron, hoy a la sombra de un bananal de muy buena cosecha. Mis nietos están preparados para esa ceremonia donde ellos dicen que me van a sembrar. Esa es su visión del depósito de cenizas. Uno de ellos, Marco, de 5 años, ya me dijo, hace pocos días, que pondrá atención para ver qué fruto voy a producir.

Si esto llegare a suceder esta será la última columna que estará leyendo mía. Si las ha leído anteriormente, que las escribo desde 1998, mi agradecimiento por su tiempo, atención y seguimiento a mis escritos, opiniones y reflexiones. A quienes las han compartido más agradecimiento y afecto por su tolerancia a mis excesos literarios que pudieran no haber compartido.

Para quienes han compartido mi amistad y me han brindado la suya seguiremos amigos, mientras me recuerden. Las personas y los parientes siempre vivirán si se les recuerda. Lamentablemente no podré levantarme del suelo, donde depositen mis cenizas, para darles la mano o un abrazo porque estaré descansando. A las personas que he querido les mantengo mis sentimientos. A nadie he malquerido ni le he deseado ningún mal. De mi parte nunca le hecho mal a nadie. A mis seres queridos todo mi amor.

Frente a una operación como la que he tenido ayer, en el corazón, con los riesgos que eso tiene, que no fue un trasplante de corazón, ni nada que se le parezca, aunque me invadieron y se me metieron, en el corazón, hice una última reflexión. Se las comparto.

Lo que no se puede trasplantar todavía es el cerebro. Tampoco la vesícula biliar. El cerebro, el corazón, el hígado, los pulmones y los riñones son considerados los órganos más importantes del cuerpo humano. Hoy se puede vivir sin un pulmón y sin un riñón, y casi sin el hígado, pero no se puede vivir sin corazón y sin cerebro. El hígado es el único órgano del cuerpo que se puede regenerar, puede volver a crecer, aunque algunas enfermedades le pueden causar daños severos e irreversibles.

Cuando el Dr. Barnard hizo el primer trasplante del corazón desató una polémica, filosófica terrenal. ¿Dónde descansa la vida? ¿Cuál es el órgano vital por excelencia? ¿Cuál órgano maneja el amor?¿Si se podía trasplantar el corazón se podría llegar a trasplantar el cerebro? Estas entre muchas preguntas que desató.

En estos 30 años la cirugía del corazón ha avanzado muchísimo. Se han hecho frecuentes y ya casi no son noticia de periódicos, aun cuando algunos procedimientos quirúrgicos de este tipo duran hasta 20 horas, como cuando se trasplantan corazón y pulmones de un mismo donante a dos pacientes.

El cerebro sigue siendo parte de esta discusión. El cerebro incluso fue objeto de atención de las culturas precolombinas americanas. Se han encontrado cráneos con trepanaciones, con agujeros, como técnicas quirúrgicas antiguas que se hacían. Desde aquella época hasta los avances en la neurocirugía actual estas operaciones siguen siendo delicadas pero mucho más seguras.

Hoy las craneotomías se realizan con pequeños orificios para extraer parte del encéfalo como del cerebro, como para introducir una aguja fina para realizar una biopsia, como hacía mi esposa, la Patóloga Anabelle Picado.

A través de la craneotomía se llega al cerebro a través del cráneo. La cirugía de la cabeza se hace obviamente para atender males en la cabeza, desde tumores hasta sangrados o hematomas.

Hasta hoy la ciencia médica no realiza trasplantes de cerebros. Probablemente lo que más se llegue a aceptar es la posibilidad de trasplantar cabezas antes que solo cerebros, lo que sería injertar la cabeza de un humano en el cuerpo de otro humano. Esto plantea muchos dilemas, incluso morales. Parte de esa discusión es el mantenimiento de la vida. No ha sido posible reconectar la médula espinal. Es en la práctica decapitar a un paciente.

El cerebro es la estructura biológica más compleja del cuerpo, de allí la dificultad de conectar el cerebro con la médula espinal, los nervios y los vasos sanguíneos.

Trasplantes de cabezas se han hecho en animales. En 1954 lo hicieron con perros. En época del Dr. Barnard se conoció que lo hicieron con monos. Hoy la discusión científica entre médicos se plantea hacerlo con humanos. En la República Popular China se dice que hubo un trasplante de cabeza que duró con éxito 18 horas.

Hay otra discusión asociada planteada. ¿Qué es más importante el cerebro o el corazón? ¿Quien manda, el cerebro o el corazón? Cerebro y corazón están íntimamente vinculados.

El control nervioso de la actividad cardiovascular la realiza el Sistema Nervioso Autónomo, por medio de los Subsistema Simpático y Parasimpático, con ello se controla a la vez la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, la capacidad de contracción del músculo cardiaco y el flujo de sangre que alimenta al corazón. Dentro de la corteza cerebral se ubica la ínsula, que es una zona que está relacionada con las emociones, conectada al llamado Sistema Límbico. Al mismo tiempo el cerebro para poder funcionar depende del flujo de sangre que le envía el corazón, con la debida presión para evitar mareos o la pérdida del conocimiento.

En la vida diaria decimos que tomamos decisiones con la cabeza y con el corazón. Es un binomio de razón y emoción. Por Aristóteles tenemos la idea de que el corazón es sensible a las emociones, que se expresa en la alteración de los latidos, y que el corazón es caliente.

El cerebro se sabe y conoce que no puede sentir dolor ni tiene sensibilidad por sí mismo, aunque analiza los datos que recibe para reaccionar. El cerebro permanece activo constantemente. Es el órgano que nos define como seres humanos.

Desde el siglo XIX ha predominado la tesis que el cerebro, y no el corazón, es el que manda y controla el cuerpo y su comportamiento. Hoy se afirma que el cerebro es el órgano responsable del enamoramiento, aunque la sensación fisiológica esté en el corazón. Se dice que el corazón orienta y la cabeza decide.

De esto se puede desprender la generosidad de las personas, sus sentimientos de solidaridad, su amor por el prójimo en la filosofía cristiana. En una época como la actual de navidad, con todo lo que ella encierra, es un buen momento para pensar en esas otras personas que necesitan de ese amor, de esa solidaridad y de esa generosidad. En este sentido son mis mejores deseos para todos los que hasta aquí han llegado con su lectura.

Como ayer tocaron mi corazón en la operación que me hicieron, si quedo bien, espero que mis sensaciones afectivas fisiológicas no se alteren y no me hayan producido un corazón de piedra.

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