Como ejemplo del choque generacional
Ocean Castillo Loría
Hoy, parece que, en ciertos espacios, es difícil consumir prensa escrita en formato físico. Por ello, entre otras razones, aumenta el consumo de ella, en formato digital. Lo cierto es que, todavía se puede hablar de las posibilidades de leer noticias en ambos formatos.
Si vemos el tema desde ciertas teorías de las ciencias sociales, encontraremos cosas interesantes: desde el estructural – funcionalismo clásico (Helio Jaguaribe), en efecto, los que producen esa prensa y los que la consumimos, tenemos un rol en la sociedad.
Queda el sentimiento que, quienes no hemos abandonado del todo los formatos físicos (Libros, periódicos y revistas), estamos manteniendo “las formas tradicionales de impresión”, además, de que, en efecto, la información que se presenta en esos libros, periódicos y revistas, permiten una mayor profundización y reflexión. En términos de teoría democrática (Giovanni Sartori), se supone (“El deber ser”), que esto alimentaría una ciudadanía más crítica e informada.
Por su parte, la era digital, está marcada por el cambio constante (Toffler), por la adaptación invariable a las nuevas tecnologías. De ahí, la necesidad de tener información más rápidamente; esto, junto a la necesidad “de informarse con prisa” (No hay tiempo para lecturas extensas).
Paralelamente, contrario a “lo homogéneo” de la prensa escrita tradicional, la “llamada era de la información”, permite una mayor fragmentación (el consumidor tiene más poder para escoger los temas, sobre los que desea estar informado).
Esto, de nuevo en “el deber ser”, permitiría democratizar el acceso al conocimiento, permitiendo una gran velocidad en la difusión de las noticias. Esto sería valioso en coyunturas de emergencia o cambio acelerado, aunque se sacrifique la profundidad y la reflexión.
Por otro lado, desde las diversas teorías del conflicto (por ejemplo: Marx o Weber), la existencia de: “lectores de prensa física” y “de prensa digital”, pueden ser parte de una dinámica de tensión cultural (Más que social).
De ahí, la exposición de postulados que ya parecen clásicos (Hoy lo clásico, se torna tal, rápidamente): “los lectores digitales, son menos críticos, más superficiales, tendiendo en realidad a estar más desinformados y, poder ser, con mayor posibilidad, víctimas de la polarización política” (Como puede verse, esto podría semejar el perfil de lo que, en la jerga política costarricense, se denominan: “los ticos básicos”).
Del otro lado, los “lectores digitales”, pueden asimilar a “los lectores tradicionales”, como elitistas o “desfasados de la realidad actual”: esto, nos permite, recordando de nuevo a Toffler, ver los cambios en los modos de producción: de los industriales a los digitales (Otro tema, es cuánto influye ese cambio en la competencia por recursos, enfoque mediático o legitimidad cultural).
Por otro lado, resulta cierto (Como se puede deducir de la aplicación de categorías de análisis de autores como Berger o Luckmann), el que ambos grupos de lectores, ya se desarrollan en palestras distintas. Esto tiene como resultado, sus percepciones diferentes del mundo.
La lectura tradicional es estructurada y profunda; la lectura digital, se abraza de la dinámica de la fluidez (Bauman), y en esa fluidez, se expone la diversidad a un ritmo acelerado. Asimismo, es innegable que estos tipos de lectura y por lo tanto de consumo, influyen y ejercen poder, en la manera en que, se adquiere y genera conocimiento (Dahl e Easton); esto impacta la identidad y la política, entendida como forma de convivencia (Aranguren).
Ahora bien, en el caso de la polarización dentro de la política en nuestro país, hablar de “ticos básicos” y “ticos con corona”, no deja de ser un sesgo en el análisis, esto como fruto de juicios de valor. Lo cierto es que, la aceptación de estos sesgos, también tiene justificaciones teóricas (Por ejemplo, “todo pasa por el sujeto”) o en todo caso, el señalamiento de la subjetividad dentro de las Ciencias Sociales (Haba).
Frente a esto, se puede llegar a “una solución de compromiso”: esto significa, en términos de lo que estamos hablando: que, ambos modelos de consumo, tienen ventajas y desventajas; y la integración de ambos, pueden ampliar el panorama informativo (Habermas y Luhmann).
En esta solución, va resultando claro que, lo que deberían buscarse, son equilibrios, entre el binomio profundidad – reflexión, con el binomio accesibilidad – inmediatez. Esto nos lleva al desarrollo del pensamiento crítico en la escogencia de fuentes de información, para la convivencia política (Peter McLaren).
Lo cierto es que, independientemente de la lectura digital o física, el individualismo económico se ha extendido a otras áreas de la vida: hoy, la opinión pública, se traduce en mucho, a los criterios expresados en redes sociales, redes que, por cierto, son cada vez menos sociales, por la individualidad con la que se usa el teclado de las computadoras.
Por otro lado, en efecto, hay un marcado choque generacional, pero, en materia de consumo de información, hay sectores de la población, cercanos a la tercera edad, que son susceptibles a ser engañados por diversos instrumentos informáticos (Por ejemplo, noticias falsas, generadas por Inteligencia Artificial).
Claro está, este choque generacional, también impacta, por medio del consumo de la prensa escrita, el abordaje o interés en temas políticos: este tópico del choque de generaciones, es de los más clásicos en Ciencias Sociales: solo como ilustración, ya Karl Mannheim, en 1928, hablaba de una sociología generacional.
Posteriormente, Louis Chauvel, investigó, cómo los choques generacionales, influyen en la política. Sería interesante que, por ejemplo, la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, investigue si las clases medias han perdido espacio en sus criterios políticos, esto, desde los inicios de la concreción del modelo economicista (Finales de los 70 e inicios de los 80); y, si esto ha colaborado con el surgimiento de políticos como Rodrigo Chaves. Quizás de una investigación de este tipo, podríamos “encontrar pistas”, para la recomposición de nuestro tejido social, pese al choque generacional.
Esa recomposición, debería (Una vez más entramos en el ámbito “del deber ser”); darnos la posibilidad de “ayudarnos mutuamente”, frente a la situación política, económica y social, que actualmente vivimos.
A esto deben unirse las variantes, sobre la interpretación del rol (De nuevo desde una visión estructural – funcionalista), de las juventudes: hace muchos años ya, siendo estudiantes de Ciencias Políticas, escribimos algo sobre el tema, pero partiendo de la idea clásica de que: “las juventudes son tesoro para el futuro”. Pero, lo cierto es que también podemos decir que: “las juventudes son presente”.
Otro punto es el tema del surgimiento de plataformas como: Facebook, Instagram, Messenger, WhatsApp, “X”, You Tube, Zoom etc. Y, si éstas, son vistas desde, por ejemplo, la Comunicación Política, como medios o fines; o si hay una confusión sobre las tesis del ya clásico libro de Marshall McLuhan: “El medio es el mensaje”, de 1967.
Por lo pronto, la economía globalizada y sus corrientes opuestas, buscan seguir satisfaciendo las demandas de los consumidores, en muchos casos con gran calidad: esto, se cumple cuando los analistas políticos, interpretan las corrientes informativas y las líneas editoriales, tanto en la prensa digital como física.
Lo contrario pasa, cuando se cae en manos de comentaristas políticos, los cuales, al ignorar el instrumental de las Ciencias Políticas, aumentan el aporte de la subjetividad (Su subjetividad), en sus comentarios. Peor aún, es cuando esos comentaristas, no saben escoger sus fuentes de información (Simplemente, en muchas ocasiones, es infumable oír: “no tengo pruebas, aunque tampoco tengo dudas, en esto me baso en un “Tik – Tok” …”.).
En otro orden de cosas, no puede perderse de vista el tema ya mencionado de la rapidez del cambio: aquí cabe una anécdota personal: hace algunos años, en una reunión familiar, se dio la conversación sobre el tema de los medios digitales: mi novia de aquel momento y yo, hablábamos del uso de Facebook; nuestros interlocutores (Menores en edad que nosotros), nos “veían como bichos raros”: el uso de Facebook, parece ya, cosa del pasado (Valga decir que con 51 años cumplidos, sigo usando esa, como mi plataforma principal).
De nuevo regresamos al tema del choque generacional…
Todo esto incide en la política: véase como en Costa Rica, los medios de comunicación tradicionales, han ido perdiendo espacio, para ser palestra de la propaganda política. Esa palestra, ha ido pasando a medios digitales.
Pero la política partidista, no se limita, ni puede limitarse a la virtualidad: tanto en sus funciones de mediación como de movilización, ella requiere de la “presencialidad” (Basta regresar a los clásicos sobre la teoría de los partidos políticos: Duverger, Michels, Sartori).
Pues bien, las formas en que consumimos la prensa escrita, las formas en las que se generan nuestros conflictos y nuestras integraciones políticas, ha cambiado: para algunos: “el futuro nos ha alcanzado”, para otros: “el relativismo está tan metido en nuestras relaciones sociales, que tendremos que esperar, para ver si esto es progreso o retroceso”.
Por lo pronto, la tecnología no ha logrado desplazar la antropología: el hablar, los vínculos, los gestos, el sonido de la voz, el baile, el canto. Tampoco ha logrado desplazar la política: por ejemplo, “el sentido del Estado – Nación”, “la soberanía”.
Dado que hemos estado hablando de la prensa escrita (Casi como una excusa para realizar análisis político), nos vemos obligados desde la filosofía política, a regresar a un “clásico de clásicos” (Hacemos notar que, hemos citado muchos de ellos, desde la ciencia política y hasta la sociología): Aristóteles, quien expondría que, las palabras escritas, son una actividad humanísima.
Esa humanidad, se observa en el tópico del que hemos venido hablando, en la tradicional relación entre emisor y receptor, en el esquema de la comunicación (Y que todavía es parte de la materia que se ve en la secundaria): ya sea de forma digital o de forma física, el emisor debe estar presente, igual el receptor.
Por otro lado, pese a que, hemos pasado por una Pandemia, tal parece que, nuestra conciencia no ha cambiado: basta ver, para comprobar esta tesis, el aumento de nuestro consumismo. En fin, el consumo de prensa escrita continúa, el choque generacional sigue adelante; ¿Y la política?: está allí, pese a desencantos y populismos o neo populismos.