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Carlos Revilla Maroto
Un obelisco es un monumento conmemorativo pétreo con forma de pilar, de sección cuadrada, con cuatro caras trapezoidales iguales, ligeramente convergentes, rematado superiormente en una pequeña pirámide denominada piramidión. Generalmente se erigían sobre una base de piedra prismática. Los antiguos obeliscos se tallaron de un solo bloque de piedra (monolitos). El primero del que se tiene noticia es de la época de Userkaf, faraón de la dinastía V de Egipto (c. 2500 a. C.). Por cierto, se desconoce cómo eran erigidos estos monumentos, pues no hay ninguna documentación egipcia describiendo el método empleado.Su construcción, a través de la historia, ha sido una constante. En los últimos siglos se han levantado cientos de obeliscos de carácter conmemorativo. Están elaborados a imitación de los que se utilizaron en el Antiguo Egipto, en diversos tamaños y con variados materiales, pétreos normalmente, aunque los mayores no son monolíticos.
Dos de los más famosos son el monumento a Washington en la capital de EE.UU., construido entre 1848 y 1888, el segundo obelisco (no monolítico) más alto del mundo, con 169,29 m de altura; y el Obelisco de Buenos Aires, Argentina, construido en 1936, que tiene 67,5 metros de altura.
Por supuesto nuestro país no escapó a tener su Obelisco.
Estaba ubicado en el Paseo Colón, en su encuentro con la calle 24. Era de reducidas dimensiones y hecho de malla de gallinero repellada, por lo que no era muy duradero. Por muchos años cerca del lugar donde estaba, existió un bar muy famoso llamado “El Obelisco”, que recordaba su existencia. Las direcciones cercanas se daban «a la tica» usando al Obelisco como referencia, y en varas. Así se mantuvo por muchísimos años; eso si, no tengo claro si era por el Obelisco en sí, o por la cantina que se llamaba igual. Lo cierto es que ya esa costumbre desapareció, ahora las direcciones se dan de Torre Mercedes (diagonal adonde estaba) y en metros.
En 1915 se decide ponerle el nombre de «Paseo Colón», a la calle «de la Sabana o Mata Redonda», y para la celebración del entonces llamado Día de la Raza —hoy Día de las Culturas—, con gran pompa, se procedió a la colocación de la primera piedra de un monumento al navegante Cristóbal Colón; aunque no será hasta 17 años después que se levantará el Obelisco.
Para su reinauguración el 12 de octubre de 1932, el Paseo Colón fue arreglado en concreto y decorado con postes de doble lámpara, poyos, pérgolas y arborización. El pavimentado fue hecho por el contratista don Eric Murray y el ingeniero Fernández Guardia. Y por supuesto, se inaugura el Obelisco, de diez metros de alto, decorado con cuatro magníficas placas metálicas alusivas.
Doña Adela vda. de Jiménez e Hijos fundieron en bronce las artísticas planchas donde se ponen en relieve las tres carabelas históricas que enarbolaran el 18 de setiembre de 1S02, los pendones de Castilla en nuestra rada de Limón. Un duplicado de esas mismas planchas vació doña Adela con escombros de aluminio y las conservaba en su valioso museo privado.
Las placas se guardaron, y hace unos años fueron desempolvadas por la municipalidad de San José. Ahora destacan al inicio del Paseo Colón, en la plazoleta del Museo de Arte Costarricense (MAC) en La Sabana.
El obelisco se mantuvo en pie hasta 1950, cuando se eliminó el tranvía y se requirió de más espacio en la calle para que pasaran los carros. Ese año se demolió la obra. Mucho se ha hablado de esto, pero la verdad sea dicha, era algo necesario de hacer, pues quedaba en media calle. Lo malo fue no trasladarlo a algún parque o a la misma Sabana, que actualmente tiene uno pequeño, pero que me dicen no está relacionado con el que había en el Paseo Colón.
No se si será por su origen un poco místico y esotérico, del tiempo de los egipcios, y seguro también por ser un símbolo masón, pero curiosamente, hay un gran interés por los Obeliscos. El del Paseo Colón no es la excepción, uno sabe de personas que se acuerdan o que les han contado, pero la verdad es que hasta los jóvenes tienen que ver con el. Dichosamente se conservan muchas imágenes (ver la galería) y de razonable buena calidad, por lo que aún podemos admirarlo y saber cómo era.
Casi en broma, me atrevería a decir, en el más alto grado de populismo, que debido a este gran interés, el candidato presidencial que proponga hacer un nuevo Obelisco o rescatar el que había, tiene muchas probabilidades de ganar las próximas elecciones. Y digo casi, porque con el populismo nunca se sabe…
Ya en serio, lo que si es cierto, es que añorar el Obelisco, el tranvía o cualquier edificación que nos recuerda aquel San José de antaño, es una forma de querer de nuevo para Costa Rica aquella época de valores y fervor conmemorativo del pasado, que ya no está, pero que desearíamos que volviera, para bien.
Con la ayuda de la Wikipedia para algunos datos. La mayoría de las imágenes son del grupo de Facebook “Costa Rica Antigua vista por el lente fotográfico de la Historia”.