Dos ejércitos

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Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

Hoy se celebran 70 años del hito histórico para Costa Rica y el mundo, de la Abolición del Ejército. Fue un primero de diciembre de 1948, cuando en el Cuartel Bellavista, actual Museo Nacional, José Figueres Ferrer, nuestro muy querido don Pepe, dio aquel famoso mazazo en una de las almenas del costado oeste del —en aquel entonces— principal acantonamiento militar del país.

El hecho no fue nada trivial, desde que sucedió, ha sido como una marca de agua, aquello que se lo pone a las imágenes para denotar a quien le pertenece, para los costarricences; algo así también, como una marca país o certificado de origen. Y es que, además es una de las pocas cosas en las que todos estamos de acuerdo, me atrevería a decir que el 99% de los ticos avalamos esa decisión, y jamás daríamos vuelta atrás.

Costa Rica es de los pocos países en el mundo sin ejército, y su ejemplo ha sido inspiración para otros. Son veintiuno en total, según la Wikipedia, aunque muchos de ellos son Estados insulares o micronaciones (como Nauru y Liechtenstein), y otros pertenecen a organismos internacionales militares o han suscrito tratados de defensa mutua, como Islandia (miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte). También otros tuvieron algún tipo de acuerdo con otro país independiente que los ocupó militarmente en el pasado; un ejemplo es el acuerdo entre Mónaco y Francia, que existe desde hace al menos 300 años. Pero de todos estos, Costa Rica es uno de los países más importantes y desarrollados, dentro de los que no tienen Fuerzas Armadas, que además pasó por un proceso de desmilitarización.

La decisión tomada hace 70 años ha sido trascendental para el país. Acaban de realizar un estudio de las ventajas que esto ha significado, en muchas áreas, especialmente en la educación.

Sobre esto de la Abolición del Ejército hay una anécdota muy bonita, que en alguna oportunidad se la escuchamos contarla a Juan Manuel Villasuso, y que transcribí para mi Anecdotario de don Pepe, y que les copio a continuación:

Dos ejércitos

Aporte de Juan Manuel Villasuso

Don Pepe fue una personalidad de fama casi mundial, conocido más que todo por el acto de abolición del ejército, algo que asombra a casi todos los que conocen el hecho.

Un amigo de un país de Europa, vino a Costa Rica, y una de sus primeros deseos, ya estando en el país, fue el de conocer a don Pepe. Concerté una cita, a la que gustosamente él accedió.

En ese entonces don Pepe, ya mayor, vivía en lo que el bautizó Entebbe, una casa diseñada por él en las faldas de los cerros de La Carpintera, en Ochomogo, un lugar realmente hermoso.

Don Pepe nos recibió, como era su costumbre muy amablemente, y le presenté a mi amigo, que parece que le cayó bien, pues comenzaron a conversar animadamente.

En un momento dado, mi amigo le preguntó a don Pepe si él había abolido el ejército. A lo que don Pepe le contestó que no.

Ante su respuesta, nos quedamos atónitos, ¿cómo don Pepe decía eso?, pensé.

Pero casi inmediatamente agregó ‘Yo no abolí un ejército, abolí dos ejércitos, el mío (ejército de Liberación Nacional) y el del Gobierno’”.

Lo anterior era algo muy típico de don Pepe, usar un poco el humor, para hablar de cosas muy serias. En este caso de la decisión de llevar a Costa Rica por la senda de la desmilitarización. En ese camino le tocó dos veces más tener que ir a la guerra forzadamente, para defender la patria; en diciembre de 1948, y en enero de 1995, con la contrarrevolución y la invasión del 55 respectivamente.

Don Pepe era un gran demócrata y civilista, pero curiosamente las circunstancias lo llevaron a tener que pelear, y formar un Gobierno de facto que él mismo presidió, que se llamó la Junta Fundadora de la Segunda República. Pudiendo haberse quedado en el poder, cumplió su pacto con Ulate y le entregó el poder después de 18 meses; es más la Asamblea Constituyente le había ampliado seis meses más el plazo, posibilidad que se estipulaba en la pacto con Ulate, pero no lo aceptó y entregó el poder.

La figura de don Pepe no tiene parangón a nivel mundial, no solo de nuestra región, y así lo reconocen tirios y troyanos, aunque hay todavía algunos personas que con gran mezquindad quieren demeritar su obra. Al César lo que es del César, en este caso de la Abolicíon del Ejército el mérito es totalmente de él, decir lo contrario es ser mezquino; pero ahí está la historia, eso no lo borra nadie.

Celebro la propuesta de hacer el primero de diciembre un día feriado. La decisión fue tan trascendental, que merece tener su día festivo, para que nos regocigemos, y recordemos a quien lo hizo posible: José Figuere Ferrer.

Abolición del Ejército

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