Democracia sin extremos

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto

El próximo 6 de febrero de 2022, los costarricenses podrán ejercer el derecho al voto de manera libre y democrática. En todos los 83 cantones y en sus distritos electorales se instalan las juntas receptoras de votos, y aunque en esta oportunidad por la pandemia de la covid-19, tendrán que seguirse las medidas del protocolo de salud, a la fecha la campaña política y la competencia se han desarrollado en tranquilidad y básicamente en armonía; sin mayores “ataques” al cuerpo de los candidatos; considero que bastante diferente con la polarización de temas fuertes que se dieron en la campaña de hace 4 años. La política es el arte de realidades; y en efecto vemos una campaña actual muy distinta, donde se viene reafirmando el “principio de Pareto” de que unos 5 partidos políticos de los 25 inscritos atraen una intención de voto del 80% y el resto del 20% se distribuyen en los 20 partidos políticos.

Después de la guerra civil de 1948, donde salió triunfante el Caudillo Pepe Figueres, se ha dado una institucionalización de las elecciones; y si bien nuestro sistema de partidos políticos, ha venido siendo muy cuestionado esto perjudica la democracia como el mejor sistema, para poder solucionar los problemas de cada día, y por eso el Primer Ministro Británico Winston Churchill afirmó la famosa frase que: “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”; no obstante lo fundamental es que la libertad y democracia son indisolubles; van de la mano, y los costarricenses rechazamos los extremos de los regímenes autoritarios tanto de derecha como de la izquierda comunista. Es con más democracia que podemos luchar y lograr solucionar los problemas existentes y poder enrumbar el desarrollo económico, social, político, que el pueblo necesita, en paz y solidaridad.

El Estado de Derecho nuestro, está basado en la división de los 3 Poderes de la República (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) con un sólido, transparente e imparcial Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), un Régimen Municipal y otras formas derivadas de las democracia representativa como son las distintas organizaciones sociales, asociaciones de desarrollo comunal, las asociaciones privadas de la Ley N° 218, cámaras empresariales, sindicatos y demás fuerzas vivas, que garantizan el derecho de asociación y participación. Estas son las peculiaridades de nuestra democracia, donde prima la libre opinión, discusión y negociación para poder tomar las mejores decisiones en pro del desarrollo en todos los ámbitos.

A partir del siglo XXI, la dinámica mundial ha venido cambiando sustancialmente; la globalización e interdependencia entre los países, regionalmente y en todos los órganos internacionales; ha forzado a que los países tengan que realizar los cambios de paradigmas, las demandas y necesidades de la sociedad también cambian; y es por eso que se requiere un Estado que responda a esas necesidades y realmente funja como el gran árbitro para el buen gobierno y administración de los recursos públicos, que ingresan a las arcas del erario público. Ahora, existen mayores controles sociales, a través de los medios de comunicación masiva; como son la “irrupción acelerada” de las redes sociales, donde todos opinan, critican, cuestionan, y tienen un mayor acceso a la información; entonces todos pueden exigir soluciones inmediatas; y reitero un mayor control de la sociedad civil; sobre los detentadores de los Poderes Públicos.

El consenso social se logra mediante el sistema político democrático, respetando las libertades públicas. Todos los costarricenses tienen derecho a elegir y ser electos; y por eso observamos de manera histórica la mayor participación de partidos políticos en unas justas electorales, solamente para la elecciones presidenciales existen inscritos 25 organizaciones; y todos pueden exponer de manera libre sus soluciones y programas de gobierno que exige el TSE. Creemos en un Estado bien administrado que sirva de equilibrio y de servicio real a todos los ciudadanos; esa es la labor fundamental del Sector Público, sea amigable con la sociedad y sirva de “facilitador” y de no obstruccionista para los que trabajan en el Sector Privado y productivo, que representan alrededor del 75% de la fuerza laboral del país.

La Legislación del país es amplia, y realmente es rica en doctrina y análisis en todos los ámbitos del quehacer nacional; no obstante podemos observar que se han dado “portillos” legales, para que ciertas “castas” y grupúsculos pequeños se beneficien económicamente más; y ahí es donde la gestión dentro del Estado, debe cuestionarse y tomarse las decisiones para que el “Contrato Social” costarricense; no se vea perjudicado y atente contra el sistema de democracia y la paz social, que ha caracterizado al país y es reconocido tanto a nivel nacional como internacional. Es importante la armonía entre todos; sabiendo que la mayoría de los actores actúan de buena fe, en beneficio del “bien vivir” de las mayorías. El costarricense per ser no es egoísta, tiene sólidos principios y valores, que nos han hecho diferentes durante muchos años, a la vivencia de otros países; incluso el no tener un Ejército Militar conlleva una idiosincrasia diferente.

Costa Rica ha vivido “una democracia social”; donde la movilidad social es constante; el derecho a la educación y las múltiples oportunidades de estudiar y ascender socialmente, permiten que todos podamos vivir mejor; no obstante el Estado debe garantizar esas oportunidades en libertad y las formas de opinión individual y colectivo. Debemos tener mucho cuidado con las formas extremas de ver la vida social y política del sistema en que vivimos y nos desarrollamos. Algunos sectores de izquierda trasnochada, seguidores de sistemas autoritarios como Cuba, Nicaragua y Venezuela; creen en que debemos tener un Estado propietario de todos los medios de producción, eliminando “la iniciativa individual”, con el falso ideal de lograr un sistema de “igualdad total” y donde exista una justicia social en todos los ámbitos.

El comunismo es un sistema fallido; porque no existe la sociedad totalmente igualitaria, ni todos somos iguales; solamente en la paz de los cementerios somos iguales, cuando fallecemos y terminamos la primera fase denominada “terrenal”. No es posible que un abogado, ingeniero, médico y cualquier profesional que estudie y obtenga un título; al final gane igual que un obrero raso, que quizás no fue su decisión estudiar de manera profesional, sino que le gustaba más “lo técnico”. Los denominados “progresistas”, consideran que avanzar “a una dictadura del proletariado”, una sociedad sin clases resuelve todos los problemas de desigualdad y justicia social; esto es una utopía y un rotundo fracaso de creer llegar a tener “una naturaleza irreal” en una sociedad; que hasta terminó con el sistema marxista-leninista implantado por Vladimir Ilich U.Lenin en la Revolución Bolchevique en 1917 y la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Por otro lado, al costarricense tampoco le gusta los extremistas de derecha o ultraderecha; que siguen posiciones nacionalistas, ultra conservadores, que creen que el Estado no debe intervenir en los controles sociales y que por medio de las instituciones públicas busquen el bienestar de las mayorías; esto atenta también contra la democracia y las libertades públicas; y se parecen más a reivindicar posiciones políticas fascistas. En las próximas elecciones del 6 de febrero, los electores podemos analizar y escoger los partidos políticos, que proponen posiciones equilibradas; que tengan equipo y experiencia; porque entregarle un gobierno a cualquier extremista es muy peligroso; y después podemos sufrir lamentaciones.

Todos queremos un gobierno al servicio ciudadano, que tenga los mejores profesionales y programas; que pueda enrumbar el desarrollo nacional, en paz social, busque y tome las mejores decisiones en aras del bienestar y del bien vivir de los costarricenses. Nuestro país, tiene enormes reservas morales e intelectuales; la mayoría de los funcionarios públicos son honestos; y que mediante decisiones y leyes eviten que “algunos vivillos” entren en la corrupción y los malos manejos de los fondos en la función pública; así como puedan revisarse las funciones y gestiones de las Instituciones públicas que han venido perdiendo sus objetivos, y que es posible revisarlas e impulsar sus fines hacia el bien común y la protección del interés público. Necesitamos un Presidente de la República, que esté capacitado, tenga un excelente equipo de colaboradores, y que se deje de un lado la improvisación y las ocurrencias, que hace que se descalifique nuestro sistema de democracia representativa y republicana, y así seamos realmente libres como seres humanos, y podamos trabajar en beneficio del crecimiento del país.

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