Enrique Gomáriz Moraga
Si se acepta como indicador el diagnóstico que hacen los medios de comunicación españoles sobre el resultado del cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo, la conclusión es evidente: la mayoría de los medios habla de un empate técnico o una victoria del candidato popular; incluso la minoría de medios claramente proclive al presidente de Gobierno, para ocultar esa percepción, habla únicamente del tono bronco del debate.Una metodología útil para evaluar el resultado del debate consiste en analizarlo en relación con a) las expectativas ex ante y b) las consecuencias ex post respecto de la cita electoral del 23 J. En cuanto a las expectativas, no cabe duda de que las apuestas eran claramente favorables a Pedro Sánchez. No sólo por su talante más asertivo e intenso, sino porque tenía mucha más necesidad de usar el debate para consolidar la remontada frente a los resultados contrarios que muestran las encuestas. Algunos medios llegaran a hablar de este debate como la “bala de plata” que tenía Sánchez para derrotar a Feijóo en las próximas elecciones.
Sin embargo, esas expectativas no se cumplieron. Es cierto que Sánchez comenzó el debate bastante arrollador, interrumpiendo progresivamente a su oponente, impidiéndole así hilvanar sus argumentos de forma completa. Pero pronto se enfrentó con un Feijóo más tranquilo que debatió con cifras el relato económico optimista que hacia el presidente de Gobierno; hasta que, en un insospechado momento, Feijóo tomo la iniciativa. Fue cuando el dirigente del PP escenificó su propuesta de que gobierne la lista más votada, firmando ante las cámaras un documento que ofreció a Sánchez donde se comprometía a facilitar, mediante la abstención en el parlamento, el gobierno al PSOE si éste lograba obtener la victoria en las elecciones. El líder socialista rehuyó de forma ostensible tal compromiso, pese a que buena parte de la vieja guardia socialista lo ha reclamado insistentemente. El más sonado ha sido días atrás el expresidente Felipe González, mediante un escrito público.
Desde ese momento, Feijóo compitió por la iniciativa, incluso cuando Sánchez trató de arrinconarle respecto de sus pactos con Vox, sobre todo por su posición sobre la violencia de género. Fijóo llevaba preparada la réplica mediante la alusión a la controvertida ley del “solo sí es sí”, que ha rebajado la condena de más de mil agresores sexuales. Varios observadores aluden a la sorpresa que ocasionó este cambio de tornas a favor de Feijoo, en relación con las expectativas previas.
En cuanto a las perspectivas ex post del debate, de cara a las próximas elecciones, resulta evidente que el hecho de no salir vapuleado en el debate significa una clara victoria estratégica para el candidato que va por delante en las encuestas. Desde este punto de vista, aunque se acepte que el debate en su conjunto puede calificarse como un empate táctico, en el Sánchez fue de más a menos y Feijóo hizo lo contrario, ese empate táctico se convierte en una victoria estratégica del dirigente del Partido Popular, que va por delante en todas las encuestas, incluida la del propio CIS de Tezanos, que nunca antes había dado al PP como el partido más votado.
Así las cosas, las probabilidades de una victoria electoral del partido de Feijóo parecen bastante claras. Ahora bien, dado que es altamente improbable que Sánchez acepte la propuesta de Feijóo de que gobierne la lista más votada, como fórmula mas concreta para no necesitar del apoyo de los extremos políticos, nada ésta dicho todavía sobre la composición del próximo gobierno. Entre otras razones, porque todavía es imposible saber si la victoria electoral del PP tendrá lugar por un margen amplio o reducido. Si Feijóo lograra la mayoría absoluta, como hizo cuatro veces en Galicia, entonces no necesitaría el apoyo de Vox para gobernar. Pero si su victoria electoral fuera más reducida, se enfrentaría al dilema de hacer una alianza con Vox para desplazar a Sánchez de la Moncloa.
En suma, Feijóo ha logrado que el cara a cara con Pedro Sánchez no se convirtiera en un punto de apoyo del presidente de Gobierno para lograr una remontada, pero su llegada a la Moncloa encara todavía un camino proceloso y lleno de apremios.