Por Dorothea Hülsmeier (dpa)
Düsseldorf (Alemania), 16 nov (dpa) – La monumental obra «La asunción de la Virgen María» del pintor Peter Paul Rubens (1616) cuelga junto a una alfombra gigante hecha con tapas de botellas de aluminio en 2003 por el artista ghanés El Anatsui.
Un retrato de «Quappi» pintado con pinceladas robustas por Max Beckmann, cuyo arte fue tachado de «degenerado» por los nazis, se coloca junto a un retrato de una mujer leal a los nazis y un transistor de radio.
Y de repente, la Mona Lisa sonríe suavemente desde una pared de la ciudad alemana Düsseldorf, y no en el Louvre.
El director del museo Kunstpalast de Düsseldorf, Feliz Krämer, se atrevió a hacer algunas cosas.
El ala del museo que exhibe su colección, que fue renovada bajo su tutela por unos 50 millones de euros (54,2 millones de dólares), se inaugurará el 21 de noviembre con un diseño completamente nuevo.
El recorrido por las 49 salas seguramente resultará sorprendente y podría establecer nuevos estándares en la presentación de colecciones.
Krämer y los curadores Felicity Korn y Westrey Page seleccionaron 800 obras de entre los casi increíbles 130.000 objetos del museo de la ciudad, que datan desde la Edad Media hasta estos días.
También se exponen obras maestras de grandes artistas que van de Rubens a Gerhard Richter y los grandes cuadros de Ludwig Kirchner, August Macke, Franz Marc y Otto Dix. Pero también hay una copia de la famosa «La Gioconda» de Leonardo da Vinci e incluso una falsificación.
Normalmente, las copias, las falsificaciones o el arte nazi se suelen almacenar de forma avergonzada en los depósitos. Krämer, sin embargo, quiere transmitir una visión completamente distinta del arte, no desde arriba, no para la casta de historiadores del arte, sino para la gente.
Se expone, por ejemplo, un paisaje brasileño pintado por Frans Post en 1669, en el que el color, antes verde, se ha vuelto azul debido al clima tropical. «No es un cuadro arruinado, nos cuenta su propia historia», dice el director.
«Cada objeto que exhibimos lo hacemos con el mismo amor al detalle», explica.
Todos los textos explicativos en las paredes tienen la misma longitud, ya sean sobre Rubens o sobre la bolsa azul y blanca del supermercado alemán Aldi diseñada por el artista Günther Fruhtrunk.
De esta forma, una figura de Buda asiático se exhibe entre figuras medievales de la Virgen María de la misma época. Ya sea Tailandia o el Bajo Rin: «Creo que es el momento de hacer hincapié en los puntos en común», afirma Krämer.
De sala en sala, siempre hay nuevos y sorprendentes ejes visuales, y ninguna sala es igual a la otra. Para los niños también hay pequeñas cámaras de arte con asideros extraplanos escondidas. Detrás de ellas hay mundos misteriosos llenos de ilusiones ópticas.
Incluso un bar de artistas original fue integrado a la colección como elemento permanente. El legendario pub «Creamcheese» de Düsseldorf de los años 60 volverá a estar abierto en el centro del Kunstpalast.
Los visitantes podrán disfrutar de unas copas frente a un mural de Gerhard Richter en la barra diseñada por el artista Heinz Mack, creador del movimiento Cero.