De Juanito Mora al papa Francisco

Decime con quién te atrevés a compararte y tendremos claro cuán chiquititillo sos”. LPVS

LPVS

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

Hace pocas semanas quiso compararse con Juanito Mora. Hasta el sol se detuvo a contemplarlo, incrédulo ante la estupidez que escuchaba ¡El presidente más lamesuelas con los yanquis que hemos tenido, comparándose con el héroe que lideró a la Costa Rica pobre y campesina en su épica hazaña de expulsar a los yanquis invasores!

Este miércoles 23 de abril, en su habitual circo semanal, se puso a la par del papa Francisco.

Primero lo primero: no, no es cierto que él, al igual que Francisco, diga la verdad. El papa sí la dijo incontables veces. Este minúsculo personaje lo que ha dicho son incontables mentiras. Como cuando afirmó que la Caja estaba quebrada, y luego lo reiteró: “he dicho que la Caja está quebrada, y lo sostengo”, fueron, aproximadamente, sus palabras. O todo el mentidero atroz para proteger a su amigo, el de la tala de árboles y los humedales secados a la fuerza en Gandoca Manzanillo ¿O qué tal si mencionamos su mentirota del “megacaso” del falaz fraude fiscal?

Pero, por favor, ¿acaso no inauguró su gobierno, el propio 8 de mayo de 2022, con la mentira de un presunto decreto sobre las vacunas que, dos días después, aún no estaba redactado? Y la vagabundería corrupta de sus “proyectitos jaguar” ¿no son acaso una letanía infinita de mentiras?

Pero, sobre todo, tengamos presente una cosa: la fuerza arrolladora de Francisco le venía de la humildad. Cuando, por cierto, el mejor y más luminoso signo de reciedumbre está en la humildad. No sé si Francisco lo habrá dicho alguna vez, pero apuesto que así lo pensaba. Pero, sobre todo, ese fue el signo de su pontificado. Desde su humildad irradiaba al mundo un poderosísimo liderazgo bañado por el amor. Por eso los trump y los milei lo odiaban: no solo porque Francisco era la luz que ellos intentan apagar, sino porque la humildad de Francisco le concedía una grandeza que evidenciaba las esmirriadas pequeñeces de esos lidercillos del odio.

El señor que transitoriamente ocupa la silla presidencial de Costa Rica, es de la misma estirpe, políticamente degradada, de los trump o los milei, solo que, puesto a la par de estos, resulta ser un personajito de tercer o cuarto orden. Pero si alguien tiene la demencial osadía –como él mismo la ha tenido– de querer ponerlo a la par de Francisco, hemos de decir, entonces, que eso equivale a poner un grano de arena al frente del océano.

Y que quede claro: no es cierto que diga la verdad, como no es cierto que sea un hombre valiente. Para valientes, Francisco. Y su valentía y su coraje se expresaban de la mejor forma como podía expresarse: desde la humildad y a través del amor. La soberbia grotesca, chabacana e insultante de ese otro sujeto, son, en realidad, signos de debilidad, de miedo e inseguridad.

Economista jubilado

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