De «Estado interventor » a «Estado facilitador»

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

En un reciente intercambio de mensajes en un foro al que pertenezco se hablo sobre la socialdemocracia y el socialcristianismo. El intercambio se torno muy interesante sobre el papel que juega el Estado en ambas ideologías (por lo menos a nivel teórico).

Por eso no quiero dejar pasar la oportunidad que me dio ese intercambio, para referirme desde la perspectiva de ambas ideologías, de cuál y cómo es el papel del Estado. Es decir, cuáles son los diferencias, y muy importante como se han ido manipulando los principios y valores para desvirtuar las ideologías, especialmente en el caso que me interesa, la socialdemocracia.

Antes de entrar en esta materia, me parece importante poner un poco en contexto a la socialdemocracia (SD) y el socialcristinismo (SC).

El socialcristianismo tiene como su base la doctrina social de la Iglesia, que deja muy claro que no es una «tercera vía», es decir, un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo. No tiene nada que ver con una agenda económica o política, y no es un «sistema». Aunque, por ejemplo, ofrezca una crítica del socialismo y el capitalismo, no propone un sistema alternativo. Entonces al contrario de la socialdemocracia, el socialcristianismo no busca transformar la sociedad.

Es importante aclarar que la socialdemocracia después del Congreso del SPD Alemán (referente de la SD) de Bad Godesberg en 1959, estableció que lo importante es hacer políticas de justicia social, si esto lleva a la transformación de la sociedad (socialismo), esta bien, pero si no es así, tampoco hay problema. Valga decir, lo importante es mantener el carácter reformista.

Ahora si… una de las diferencias fundamentales (hay otras, como también hay coincidencias) entre estás dos ideologías es el principio que los SC llaman la «subsidiariedad del Estado». Este principio clásico del SC (los otros son la dignidad de la persona humana, el bien común, y la solidaridad) fue formulado por primera vez bajo este nombre por el Papa Pío XI en su carta encíclica de 1931 «Quadragesimo Anno«. Este principio establece que las decisiones de la sociedad se deben quedar en el nivel más bajo posible, por tanto al nivel más cercano a los afectados por la decisión. Esto quiere decir que se deja la solución para los problemas sociales en el sector privado y el Estado debería intervenir solo como último recurso.

En cambio para la SD, la intervención del Estado es algo natural y no una interferencia (principio de subsidiariedad del SC). Entonces para la SD el Estado no solo regula, sino que también interviene directamente (puede ser dueño de medios de producción por ejemplo), mientras que el SC todo lo deja a la actividad privada. Se puede elaborar mucho más, pero no es mi interés en este momento profundizar sobre el SC.

Y el problema es precisamente que se utiliza el concepto válido de la evolución del pensamiento, para desvirtuar las ideologías y sus valores. Esto se aplica concretamente a la socialdemocracia. De alguna manera justifican un acercamiento entre las ideologías, que se plasma en la acción de gobierno. Es decir ya casi da lo mismo, y más con el cuento del pensamiento único (pensamiento cero diría yo), ser SD o SC, en la práctica ya no se ven diferencias.

Las ideologías, la SD no es la excepción, efectivamente deben evolucionar, pero, y este pero es fundamental, sin abandonar o cambiar sus principios y valores.

Veamos un ejemplo: hemos conversado como el papel del Estado en la SD es muy diferente al que tiene en el SC. Para esto la SD acuño la expresión «Estado interventor», frase que por mucho tiempo fue bien vista, y correspondía claramente con el papel que la SD le da al Estado.

Pues bien, de un tiempo para acá la expresión «Estado interventor» la quieren hacer ver interesadamente con carácter peyorativo (de forma desfavorable o mala). Entonces últimamente hablar de «Estado interventor» es casi una mala palabra y ahora resulta que la cambiaron por «Estado facilitador», que me parece que algunos incluso han empezado a hablar como un «valor» moderno de la SD, montados en el carro del uso perverso de la evolución del pensamiento. Sin embargo para mi, esta expresión de nuevo cuño de «Estado facilitador» —utilizada por la llamada SD moderna— lo que tiene es mas bien un fuerte tufo a neoliberalismo.

Pues si, efectivamente tenemos un «Estado facilitador», que en estos tiempos de modernidad, ha generado grandes negocios, prueba de ello son, por ejemplo, las concesiones —contra las que por cierto no tengo nada en contra si son beneficiosas para el país— como la del Aeropuerto Juan Santamaría que ha sido un enorme negocio para casi todos, salvo, por supuesto, el Estado. Aclaro que figura del aeropuerto no es una concesión propiamente dicha, más bien un contratos de gestión, peo para el análisis da lo mismo. Y ni se diga de la concesión de la vía a Caldera, donde la empresa siempre gana, a pesar de todos los inconvenientes que tiene y que no se resuelven.

Y podría seguir casi que ad infinitum con este cuento del «Estado facilitador» y como lo han utilizado para ir desvirtuando a la socialdemocracia, que como vimos claramente se diferencia en aspectos muy importantes de otras ideologías, pero que han ido cambiando por otros principios y valores que les son fáciles de manipular para el beneficio personal y no el de la colectividad.

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Un comentario

  1. Fernando Berrocal

    Unas pequeñas reflexiones sobre el artículo. Me parece excelente su contenido y felicito al autor.

    Mi observación es que no debemos, los socialdemócratas, encasillarnos en una disputa de blanco o negro sobre el Estado Interventor o el Estado Facilitador. Hay otras figuras: el Estado Regulador que facilita, estimula y promueve la iniciativa privada,a la vez que la regula y establece las reglas del juego y de la competencia. Tambien está la figura del Estado-Empresario que el PLN desarrolló en una etapa de su historia, en la administración Oduber, con CODESA, bajo el principio de que esas empresas regresarían al sector privado y que no se desarrollarían en condiciones de monopolio. La posición social democrática, a mi juicio, debería ser flexible en cualquiera de esas cuatro direcciones. Lo fundamentental es que, para nosotros, los socialdemócratas y para el PLN, el Estado, obviamente me refiero al Estado de Derecho y a un Poder Ejecutivo sometido a los controles legales y de poder propios de una sociedad moderna y democrática, es un factor esencial del desarrollo económico y social y no un simple espectador, frente al mercado y frente al propio desenvolvimiento de las contradicciones sociales y económicas que se dan en todas las sociedades, consideradas en sí mismas y frente al entorno internacional. La variable externa es fundamental en nuestro tiempo. Es por esa razón que aspiramos, como partido político, al poder gubernamental, para tener la capacidad de influir y hasta de condicionar o intervenir o facilitar o regular, si esto es necesario, en la construccion de una sociedad cada vez más justa e inclusiva, en que las oportunidades estén garantizadas y no sean privilegio de los factores de capital o por herencia, exclusívamente. Dentro de esa perspectiva, para los social demócratas, el papel del sector privado empresarial e incluso del mercado es, también, fundamental, como una consecuencia de la realidad económica y social e igualmente, como hecho político real y de que somos miembros de un partido político, el PLN, que es multiclacista y multisectorial. Esa última característica del PLN es esencial, para entender a cabalidad la vocación de poder político del PLN en la sociedad costarricense, pero a la vez su naturaleza profundamente democrática, progresista y reformista. Ni somos un partido de clase, ni somos un partido esencialmente estatista. Tenemos esa visión integrada y múltiple del concepto del Estado y sus relaciones con el mercado y la sociedad y tenemos, a la vez, esa visión múltiple de la sociedad que queremos y del partido político que realmente somos. A mi juicio, eso es ser de centro-izquierda o socialdemócrata, en el mundo en el que vivimos. A veces, es cierto, ese equilibrio y ese balance, como partido político y como gobierno, lo hemos situada más hacia el centro-derecha, pero el PLN ha tenido la capacidad de autocriticarse y regresar a las posiciones progresistas y reformistas. A mi juicio, precísamente, acabamos de pasar por una etapa de esas. No ha sido la primera, ni será la última. Habrá PLN y socialdemocracia costarricense, mientras exista esa libertad interna y mientras la posibilidad de construir sobre los aciertos y rectificar los errores partidarios y de gobierno, esté abierta y sea viable dentro del PLN. Esa capacidad del PLN no la tiene ningún otro partido político en Costa Rica, ni en la derecha ni en el centro ni en la izquierda. La realidad es aplastante en ese sentido.

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