Cuaderno de Vida
Gustavo Elizondo Fallas
En un país lejano, no hace tantos años, vivía un perverso rey que había logrado dominar a los súbditos del reino con manipulaciones, mentiras y falsas promesas, pero que los incautos vasallos habían aceptado. Para lograr su propósito, el rey se había hecho rodear de ministros y guardas, que no solo lo defendían, sino que buscaban a las pocas personas del reino que criticaban al rey para acallarlos.
En medio de su soberbia, el rey decidió elaborarse un traje que simulara a su animal preferido, el jaguar y para eso mandó a sus serviles a buscar al mejor sastre de la región. Pero resulta que llegó de otro reino un adelantado personaje, especialista en embaucar, más astuto que el rey y de entrada le dijo: su maje…stad, yo le voy a diseñar el traje más maravilloso que haya conocido un mortal, algo propio solo de dioses, hecho con hilos de oro y tela de polvo de estrellas, un traje soñado, para ello ocupo me adelante una buena suma de dinero. El rey se emocionó, buscó fondos del amigo de un Banco Regional quien le hizo un regalito, a pesar de que la bruja controladora le dijo que eso no era correcto, lo que hizo con ella fue mandarla a la ahorca, porque en ese reino “el estado era él”.
Ya con el dinero en mano, el falso sastre se lo llevó aparte y le dijo _su majestad, tengo que decirle lo más importante del traje, aquellas personas que no son leales a usted, los traidores y enemigos, no podrán ver el traje a simple vista, solo los sabios y eruditos, eso le servirá para identificar a sus enemigos_ Pues bien, el farsante pidió varias máquinas y sobre todo solicitó privacidad, porque su obra lo merecía. Así se hizo y quienes alcanzaron a ver por alguna rendija, solo vieron máquinas sin ninguna tela o hilo, además del personaje haciendo que las operaba.
Se anunció el día del estreno, que sería en un lugar que le encantaba al rey, la llamaban la Plaza donde algún día hubo democracia; se anunció en todos los medios, incluso en los que usaba su principal aliada, una zarina venida del sur. El primer anuncio que se dio era contundente, el traje de jaguar solo podría ser visto por sabios y cultos, los demás “básicos” no los verían; los abundantes guardaespaldas del rey rodearon la limosina y el este salió a escena, en puriticos calzoncillos, aunque todos los vasallos y ministros a su alrededor no dejaban de decir palabras sueltas y frases como _que belleza de traje, qué finura, es lo que merece nuestro rey_ Todo iba muy bien hasta que una niña de 8 años, dizque hija de un enemigo del rey exclamó _qué ridículo se ve el rey en calzoncillo_ El monarca rugió como el jaguar que creía representar, detengan a esa niña y a su familia, llamen de inmediato a la encargada de la niñez del reino y que inicie un proceso, los llevaremos a la horca.
Y al estilo Visitas Navideñas y al hashtag #Todos somos sinfonola: colorín colorado, este cuento se ha acabado.
PD: Cualquier parecido con la realidad política del país es mera coincidencia.
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